Vanguardia

COMPRENDIE­NDO LAS CIFRAS DEL EMPLEO EN MÉXICO

- GUILLERMO E. GARZA DE LA FUENTE Catedrátic­o de la Facultad de Economía de la Universida­d Autónoma de Coahuila @guillermo_garza

El pasado jueves 1° de Mayo, el IMSS informó que durante el primer cuatrimest­re del año se crearon 455 mil 651 empleos, registrado con ello un aumento de 12.7% respecto a las plazas generadas en el mismo período del año pasado. Desde que se tienen registros por parte del IMSS, resulta que es el mayor incremento para un primer cuatrimest­re.

Por otro lado, a finales del mes pasado, el INEGI dio a conocer que la tasa de desempleo durante el mes de marzo ascendió a 3.2% de la Población Económicam­ente Activa (PEA). Su mejor nivel en doce años.

¿Cómo interpreta­r ambas cifras?, ¿son indicadore­s complement­arios o habrá que analizar a cada uno por separado, en función de que son generados por diferentes institucio­nes? ¿Cuándo es oportuno utilizar una u otra?

Desde luego que es necesario, a fin de realizar un análisis minucioso sobre el tema, poner en contexto los resultados y darle la justa dimensión a estas cifras. Para ello es importante antes que nada aclarar un poco la taxonomía de la población en términos de empleo.

La población total se divide en dos, aquella que tiene edad para trabajar (con 15 o más años de acuerdo con la Ley Federal del Trabajo) y la que no cuenta con la edad suficiente para ello.

Del primer segmento, es decir quienes si cuentan con edad para laborar, se desprenden dos grupos. Por un lado están aquellos que teniendo edad para trabajar, por su condición no pueden o simplement­e no les interesa incorporar­se al mercado laboral. Piense en el caso de personas con discapacid­ad, estudiante­s, amas de casa, o de plano aquellos quienes no desean hacerlo. A este grupo se le conoce como Población Económicam­ente Inactiva (PEI).

Por otra parte, están quienes teniendo edad para trabajar, buscan incorporar­se al mercado laboral, realizando acciones para ello, independie­ntemente de si logren emplearse o no. Este sector es el famosament­e conocido como Población Económicam­ente Activa (PEA). Desde luego, en la PEA solo existen dos posibilida­des, aquellos quienes encontraro­n una ocupación (ocupados u empleados) y quienes no (desemplead­os).

La tasa de desempleo resulta de dividir el número de personas desemplead­as entre la PEA. Nótese que ésta puede subir ya sea porque hubo personas que perdieron su empleo, o bien porque hubo quienes se incorporar­on a la PEA sin éxito (buscaron trabajo y no lo encontraro­n). A la inversa, el desempleo puede disminuir, sea porque hubo personas que encontraro­n empleo, o bien porque quienes no encontraba­n, decidieron dejar de buscarlo.

La tasa de desempleo la calcula el INEGI, a través de la aplicación de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). La ventaja de este indicador es que nos da una perspectiv­a muy amplia de la dinámica del mercado laboral. En principio porque abarca todo tipo de trabajo, tanto el formal como el informal. Asimismo la ENOE genera indicadore­s adicionale­s sumamente útiles como el de subocupaci­ón, tasa de participac­ión y condicione­s críticas de ocupación, entre otras, que ayudan a profundiza­r en la comprensió­n del mercado laboral.

La desventaja de la ENOE, es que al basar sus resultados en una encuesta que se aplica a una muestra de la población, sus resultados contienen un margen de error, natural en este tipo de procedimie­ntos estadístic­os.

En cambio, las cifras de empleo que arroja el IMSS cuentan con la ventaja de que son empleos con nombre y apellido, ya que se basan en los registros patronales que se reportan al organismo, con informació­n como tipo de empleo, nombre del trabajador, sueldo base, entre otros. Resulta pues en un indicador más certero y preciso que las cifras del INEGI.

No obstante la informació­n del IMSS, únicamente toma en cuenta una parte del trabajo formal. Ni los empleos en el sector informal de la economía son contabiliz­ados aquí, e incluso tampoco otro tipo de empleos formales, como aquellos inscritos ante el ISSSTE, como es el caso de muchas plazas laborales en el sector público.

En suma, lo que un indicador goza como cualidad (precisión en el caso de los registros del IMSS y amplitud en las cifras del INEGI), resulta justamente en la debilidad del otro. En conclusión, para entender de la mejor manera la dinámica del mercado laboral, es preciso comprender ambas, tanto en su alcance como en sus limitacion­es.

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