EL BORRADOR DE CALORÍAS
¿ADÓNDE SE VA LA GRASA QUE INGERIMOS? DOS CIENTÍFICOS AUSTRALIANOS DEMUESTRAN QUE (CASI) NINGÚN NUTRICIONISTA LO SABE. VEA LOS HECHOS ESCLARECEDORES SOBRE EL METABOLISMO DE ESTE NUTRIENTE.
El mundo está obsesionado con las dietas de moda y con la pérdida de peso, sin embargo, muy pocos sabemos realmente cómo desaparece un kilogramo de grasa de nuestro cuerpo y de la balanza en la cual nos pesamos.
Ni siquiera los 150 médicos, dietistas y entrenadores personales que fueron entrevistados dieron una respuesta correcta. De hecho, casi todos ellos mostraron en sus respuestas una sorprendente brecha en lo que concierne a sus conocimientos sobre ese importante ingrediente de la nutrición.
La respuesta errónea más común fue creer que la grasa se convierte en energía. Si esto fuese así, se podría desencadenar un desastre universal, pues ese es el proceso que siguen las reacciones nucleares, si le aplicamos la famosa ecuación de Einstein (‘energía es igual a masa por la velocidad de la luz al cuadrado’), en las que una cantidad muy pequeña de masa puede dar lugar a una enorme cantidad de energía, lo que convertiría a cada uno de nosotros en bombas andantes.
El problema de esta idea es que viola la ley que todas las reacciones químicas obedecen: la Ley de Conservación de la Materia, que dice: ‘nada se crea ni se destruye, sólo se transforma’).
SÓLO TRES ATINARON
También hubo especialistas que respondieron que la grasa se convierte en músculo, algo que es imposible. Y otros asumieron que escapa a través del colon.
Solo tres de los expertos entrevistados dieron con la respuesta correcta. Esto significa que el 98% de los profesionales de la salud que participaron en la encuesta no fueron capaces de explicar cómo funciona la pérdida de peso.
Entonces, si ninguna de las opciones que dieron es correcta —ni la energía, ni los músculos, ni el retrete—, ¿a dónde se va la grasa?
LA SORPRENDENTE REALIDAD
La respuesta correcta es que la grasa se convierte en dióxido de carbono y agua. El dióxido de carbono (CO2) lo exhalamos, y el agua se incorpora a la circulación corporal hasta que se pierde en la orina o en el sudor.
Así, por ejemplo, si se pierden 10 kg de grasa, 8.4 de esos kg salen por los pulmones y los 1.6 kg restantes se convierten en agua. En otras palabras, casi todo el peso que perdemos se exhala (exhalamos 200 gramos de dióxido de carbono cada noche).
Esto resulta sorprendente para muchos, pero la realidad es que casi todo lo que comemos sale de nosotros a través de los pulmones. Cada carbohidrato que digerimos y casi todas las grasas se convierten en dióxido de carbono y agua (sólo cierta cantidad se queda alojada en las células adiposas).
Lo mismo ocurre con el alcohol. Y las proteínas también comparten el mismo destino, a excepción de una pequeña parte de ellas que se convierte en urea y otros sólidos que se excretan disueltos en la orina.
El único alimento que llega al colon sin digerir e intacto es la fibra dietética (como la contenida en la avena y el frijol). Todo lo demás se absorbe en el torrente sanguíneo y en los órganos y, se queda allí hasta que lo vaporizamos como CO2.
LOS KG QUE ENTRAN Y LOS QUE SALEN
En la escuela, todos aprendemos que, según el primer principio de la termodinámica, la energía que entra, se acumula, se expulsa o ambas cosas. Pero el concepto de energía es algo realmente confuso, incluso para los profesionales de la salud y los científicos que estudian la obesidad.
La razón por la que ganamos o perdemos peso es mucho menos misteriosa si hacemos un seguimiento de cada kilo de alimento que comemos, y no solo de eso que llamamos ‘calorías’.
Para poner un ejemplo concreto, veamos un caso real...
Según las últimas cifras del Gobierno de Australia, los habitantes de ese país consumen, en promedio, 3.5 kg de alimentos y bebidas cada día. De ellos, 415 gramos son macronutrientes sólidos (carbohidratos proteínas y grasas), 23 gramos son fibra y los 3 kilos restantes son agua.
Lo que no se cuenta es que también inhalamos más de 600 gramos de oxígeno, y esta cifra también afecta a nuestras ‘llantitas’. Si ponemos 3.5 kg de comida y de agua en nuestro cuerpo, y le sumamos 600 gramos de oxígeno, habrá que sacar 4.1 kg del organismo o ganaremos peso. Y si la intención es perder peso habrá que sacar más de 4.1 kg. Pero, ¿cómo se consigue esto?
LOS NÚMEROS DE LOS AUSTRALIANOS
Los 415 gramos de carbohidratos, grasas, y proteínas, más 30 gramos de alcohol que los australianos ingieren todos los días (junto con los 600 gramos de oxígeno), producirán exactamente 740 gramos de dióxido de carbono, más 280 gramos de agua y 35 gramos de urea y otros sólidos excretados en forma de orina. Veamos los resultados: La ingesta: 415 + 600 + 30 = 1045 Que producen: 740 gramos de CO2 + 280 gramos de agua + 35 gramos de urea = 1045 gramos
Nótese que la suma de lo consumido (1045) iguala la suma de lo producido (1045).
LA TASA EN REPOSO
La tasa metabólica en reposo —es decir, la velocidad a la que el cuerpo usa energía cuando la persona no se mueve— de un individuo promedio que pesa 75 kg, genera aproximadamente 590 gramos de dióxido de carbono por día.
Ninguna pastilla que pueda comprar en la farmacia aumentará esa cifra, no obstante, los audaces reclamos que podamos escuchar.
La buena noticia es que exhalamos 200 gramos de dióxido de carbono cada noche mientras dormimos, así que exhalamos un cuarto del objetivo diario incluso antes de salir de la cama.
FINALMENTE
Metabolizar 100 gramos de grasa consume 290 gramos de oxígeno y produce 280 gramos de dióxido de carbono y 110 gramos de agua. La comida que comemos no puede cambiar estas cifras. Por lo tanto, para perder 100 gramos de grasa, hay que exhalar 280 gramos de dióxido de carbono, además de lo que se produce al vaporizar toda comida, sin importar de qué se trate.
Cualquier dieta que suministre menos ‘combustible’ del que quemamos hará el truco, el problema es que con tantos conceptos erróneos acerca de cómo funciona la pérdida de peso, pocos saben que eso es lo que ocurrirá.
Ahora sabe por qué si ingiere tres kilos de comida, no pesa tres kilos más.