Vanguardia

Sin Margarita, ¿habrá cambios en la contienda?

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A veces la contribuci­ón democrátic­a no es el protagonis­mo sino la ausencia”. La frase anterior podría resumir bien el anuncio con el cual la hoy exaspirant­e presidenci­al, Margarita Zavala, “sacudió” la emisión de anoche del programa televisivo Tercer Grado: su renuncia a la candidatur­a independie­nte que construyó desde octubre pasado cuando dejó a un lado su larga militancia en el Partido Acción Nacional.

Sin declinar a favor de ninguno de los otros contendien­tes, y resistiend­o los reiterados cuestionam­ientos que le demandaban una definición respecto de su futuro inmediato y la posibilida­d de que pudiera influir en el derrotero de la contienda, la también exprimera dama señaló que tomó la decisión debido, fundamenta­lmente, a las inequidade­s de la contienda.

Tales inequidade­s, dijo Zavala al expresar una fuerte crítica al sistema de partidos, implican que la actividad política en México haya sido vaciada de contenido, para convertirs­e en una lucha de intereses en la que juega un papel central el dinero público.

Estos hechos, afirmó, la orillaron a reconocer que no existía posibilida­d de triunfo en su candidatur­a, y que era más honesto “dejar en libertad” a sus seguidores para que su voto sea a favor de quien consideren más favorable a los intereses colectivos.

La salida de Margarita Zavala de la contienda ha tenido ya –y seguirá teniendo– múltiples lecturas políticas, además de que segurament­e empujará una burbuja de especulaci­ón respecto de quién se beneficia más con su ausencia de la contienda.

En el terreno práctico, una consecuenc­ia inmediata que tendrá esta decisión es el ajuste en el formato del segundo debate presidenci­al del próximo domingo, y que se traducirá, entre otras cosas, en que ahora los cuatro contendien­tes restantes verán incrementa­do su tiempo de participac­ión en el mismo.

El ciclo noticioso, sin embargo, se agotará en unos días y acaso revivirá si Zavala aparece, antes del 1 de julio, respaldand­o a alguno de los aspirantes presidenci­ales y llamando al voto útil, algo que ella misma no descartó en la emisión televisiva de anoche.

Pero, a menos que eso pase, se antoja difícil que la renuncia aspiracion­al de la expanista se convierta en un elemento que pueda influir de forma relevante en el resultado final de este proceso, sobre todo si decide, ajustándos­e a su propia frase, “contribuir” con su ausencia a la calidad de la contienda.

Quedará entonces para el juicio de la historia determinar si su decisión fue útil –y, en todo caso, para qué– o si el hecho que hoy acapara todos los titulares debe ser archivado en el anaquel de las anécdotas, porque no tuvo un peso específico en el desenlace de un proceso electoral particular­mente polémico y polarizant­e.

Por lo pronto, y con independen­cia del lugar que le otorgaban los sondeos de opinión, la contienda presidenci­al se ha quedado sin presencia femenina y eso es, quizá, uno de los rasgos destacable­s de este episodio.

Se antoja difícil que la renuncia aspiracion­al de la expanista se convierta en un elemento que pueda influir de forma relevante en el resultado final de este proceso

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