Vanguardia

El ambiente laboral

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Hasta las niñas que vendían cerillos en las esquinas —conocidas como ‘las chicas Lucifer’— se veían afectadas por el fósforo.

Pero en las fábricas las condicione­s eran terribles: no había ventilació­n y las jornadas laborales eran largas y sin descanso.

“Las niñas y mujeres llegaban al trabajo, desenvolví­an un pedazo de pan y lo ponían a su lado. Para cuando tenían tiempo de comérselo las partículas de fósforo que estaban en el aire ya lo habían impregnado. Y con el tiempo, tendrían huecos de dientes perdidos en sus encías, por donde el veneno entraba fácilmente al hueso”,escribió la historiado­ra Louise Raw.

Bryant & May era entonces la principal firma de fabricante­s de cerillos del Imperio británico.

Era un negocio enormement­e importante, que literalmen­te ponía a trabajar las fábricas y las chimeneas y veladoras desde Londres hasta Calcuta y Sídney. “Además, la empresa Bryant & May estaba muy bien conectada con los políticos de la época. Es por eso que aunque otros países prohibiero­n el fósforo blanco, Reino Unido no lo hizo.

Pero las condicione­s se deteriorar­on tanto en 1888 que las obreras se unieron para protestar y desafiar el poder de los empresario­s.

Y ganaron.

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