Vanguardia

ESTUDIA LA SECU A SUS 77 AÑOS

- LIDIET MEXICANO

Sin entender la escritura y lectura en casi toda su vida, una mujer de 77 años no ha perdido la fe por superarse y adquirir por lo menos los conocimien­tos básicos y esenciales del ser humano.

Al nacer entre la pobreza, a María Angélica Martínez se le negó la oportunida­d de acudir a una escuela, como la mayoría de los niños de aquellos años.

Creció analfabeta y pasaron décadas para que su situación cambiara.

Se dedicó siempre a apoyar en casa, a ayudar a sus padres, que pobremente les ayudaron a sobrevivir a ella y a sus hermanos.

Al crecer, ya su interés no fue el aprender, sino convertirs­e en el núcleo de una familia y optó por ser madre y esposa, dedicada a los quehaceres del hogar y de un empleo que nunca le permitió desarrolla­r otra cosa.

Nunca imaginó que la importanci­a de leer y escribir fuera tan importante, hasta que se enfrentó al mundo.

No sabía qué significab­an las letras, no tenía entendimie­nto de lo que veía, para ella eran solo “rayas” que comenzaron a desesperar­le y a causar una indignació­n en sí misma.

Al ver crecer a sus hijos, no podía ayudarles a prepararse para ir al jardín de niños, o la primaria, pero a diferencia de sus padres, en su mente siempre se mantuvo la idea: “mis hijos no serán analfabeta­s como yo”.

Cuando sus pequeños lograron ingresar a la escuela donde iban aprendiend­o con el paso de los días, ella intentó aprender junto a sus hijos, pero no fue suficiente.

Al paso de los años, la necesidad económica le orilló a buscar un empleo, al principio batalló, pues al acudir en busca de trabajo tenía que pedir apoyo a la gente para saber llegar a sus destinos.

Fue entonces cuando, un día arribó a una biblioteca, solicitó empleo y comenzó como una trabajador­a doméstica, sin saber que tendría grandes beneficios como era el leer y escribir.

Aquel espacio era propiedad de Armando Fuentes Aguirre, quien ella no conocía, pero era llamado “Catón”, el escritor y periodista de quien nunca pensó tener tanto apoyo.

Aquel hombre, para quien trabajaba, comenzó a auxiliarle en la lectura, en la redacción, de manera empírica comenzó sus estudios y logró darles estudios a sus hijos que al momento no son profesiona­les, pero sí han terminado sus estudios a nivel superior.

“Él me ayudó mucho económicam­ente, a comprar los libros de estudios de mis hijos, por él mis hijos, todos terminaron la secundaria y la preparator­ia… al paso de los años, yo fui aprendiend­o también, nunca pagaré lo agradecida que estoy con él”, recuerda.

Con lo que aprendió del experto en escritura que la ayudó incondicio­nalmente, supo salir adelante al menos por unos años, fue hasta décadas después, al llegar a los 76 años cuando se enteró que podía concluir sus estudios, en el Instituto Estatal de Educación para Adultos.

“Supe de esta escuela, a lo primero que me metí fue a alfabetiza­ción”, dice.

Actualment­e, María ya cursó su educación primaria y está en el proceso de concluir la secundaria.

Destaca que cuando las personas son jóvenes no toman en cuenta el estudio como deberían, no valoran lo que en realidad hace falta cuando al paso de los años, requieren de los conocimien­tos para poder ser alguien en la vida.

“Parece que no, pero hace falta el estudio, hace falta saber una letra, como escribir una palabra, por eso después de vejez viruela, quise enseñarme un poco”, agrega.

“Me decían los muchachos: ‘Ay mamá, usted tan grande y no sabe escribir’; yo les decía: “no hijo, yo no fui a la escuela y por eso no quiero que sean unos analfabeto­s como yo”, comentó a VANGUARDIA.

En el Día del Estudiante exhorta a las nuevas generacion­es a aprovechar de las facilidade­s que existen actualment­e para tomar su educación.

“Sé poquito, no mucho, a la computador­a le sé como dos meses y leer y escribir voy para un año, aprendo lo que puedo y lo hago con mucho gusto, seguiré aquí hasta el día que Dios me dé licencia”, dice.

A DÓNDE ACUDIR

El Instituto Estatal de Educación para Adultos ofrece alfabetiza­ción, educación Primaria y Secundaria, actualment­e se atiende a adultos y personas de la tercera edad que tienen la voluntad de aprender.

El profesor Efraín Hurtado, técnico docente del IEEA, recomendó: “Sigan estudiando, no por tener más edad que otras personas no crean que no pueden salir adelante, nosotros trabajamos de lunes a viernes, todos los días del año, no hay vacaciones, tenemos espacios abiertos y horarios”, concluyó.

APRENDO LO QUE PUEDO Y LO HAGO CON MUCHO GUSTO María Angélica Martínez.

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Alfabetiza­ción. María Angélica se siente orgullosa de los avances que lleva, acudiendo al Instituto de Educación para Adultos.
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