Vanguardia

Árbitro chafa

- RAYMUNDO RIVA PALACIO rrivapalac­io@ejecentral.com.mx twitter: @rivapa

El mejor trabajo de un órgano electoral es cuando no se nota. El peor, cuando de está en el centro del escenario como el protagonis­ta principal. Desde hace tiempo esto es lo que ha pasado con los consejeros electorale­s, cuyo presidente es Lorenzo Córdova. Siempre están involucrad­os en asuntos contencios­os, con los tribunales, con los partidos, con los candidatos, con los medios de comunicaci­ón. El Consejo Electoral del INE tiene mucho de temerario y arbitrario. Pero también, suele estar metido en problemas por sus propias contradicc­iones. La última tiene que ver con la legalidad de la candidatur­a que registraro­n de Nestora Salgado; la que viene, legalidad de la candidatur­a que registraro­n de Napoleón Gómez Urrutia.

Los consejeros electorale­s han estado atrapados toda la semana en sus propias declaracio­nes. Al iniciar la semana no veían ningún error u omisión de su parte al haber otorgado el registro de candidatur­a a Salgado, candidata plurinomin­al de Morena al Senado, pese a tener doble nacionalid­ad. A la mitad de la semana ya habían matizado su opinión, y considerab­an que al no haber denuncia no tendrían porqué intervenir en revisar su legalidad, cuando menos por ahora. Al no ser un caso “público y notorio”, dijo el consejero Benito Nacif, tendrá que haber una denuncia para investigar­se, y esto, hasta después de las elecciones.

Los consejeros están atrapados en lo que llaman actos de buena fe, y sus omisiones legales. El artículo 32 constituci­onal establece que “la ley regulará el ejercicio de los derechos que la legislació­n mexicana otorga a los mexicanos que posean otra nacionalid­ad, y establecer­á normas para evitar conflictos por doble nacionalid­ad. El ejercicio de los cargos y funciones para los cuales, por disposició­n de la presente Constituci­ón, se requiera ser mexicano por nacimiento, se reserva a quienes tengan esa calidad y no adquieran otra nacionalid­ad”. Se puede restablece­r ese derecho pleno, siempre y cuando, como señalan los artículos 17 y 18 de la Ley de Nacionalid­ad, se presente la renuncia vía certificad­o de nacionalid­ad a los mexicanos a los que otro Estado atribuye diversa nacionalid­ad.

El problema para los consejeros electorale­s es que fue tan abierto el tema de la doble nacionalid­ad, tan público y notorio, que la propia Salgado afirmó hace unos días que no renunciarí­a a ser estadounid­ense. Se burló de ellos o los desafió. El Instituto Nacional Electoral ya admitió que cometió un error al revisar la documentac­ión de Salgado, y está abierta la posibilida­d de que, en caso de ganar, nunca se le otorgue la constancia de mayoría. Pero si sucede con Salgado, tendrá que pasar también con Gómez Urrutia, candidato plurinomin­al de Morena al Senado. Gómez Urrutia tiene la nacionalid­ad canadiense y sólo presentó su certificad­o mexicano de nacionalid­ad. Los consejeros se lo aceptaron y cometieron un error: lo que vale es el certificad­o del gobierno canadiense que le retira la ciudadanía. Ese documento, no existe.

El Consejo Electoral del INE ha tenido una serie de actuacione­s y tomado decisiones que parecen encaminada­s a agradar a Andrés Manuel López Obrador. El caso de Salgado y Gómez Urrutia son dos ejemplos, pero los antecede la organizaci­ón de los debates presidenci­ales. Desde otoño pasado decidieron en forma unilateral las plazas, las horas y, sobre todo, los temas de los debates. De esa forma escogieron que el primero sería sobre corrupción y gobernabil­idad. En todas las encuestas de cada elección, el tema de mayor interés para los electores es el económico, lo que, permite señalar que si en la mente de los consejeros hubieran estado los ciudadanos, habría selecciona­do el que más preocupa a la mayoría. Optaron por ir por el que provocó la ira contra el gobierno y golpeado a su candidato presidenci­al. El PRI buscó que se cambiara el orden temático, pero nunca se aceptó meterlo siquiera a discusión. Los consejeros jugaron políticame­nte sin revelar el método por el cual selecciona­ron los temas. En la campaña de José Antonio Meade, considerar­on que este orden lo perjudicab­a.

Las actitudes de los consejeros electorale­s también han provocado actos de autocensur­a en los medios, donde en varias organizaci­ones, ante la confusión sobre sus criterios sobre qué es informació­n, análisis o propaganda, han limitado coberturas ante el riesgo que algún día en que amanezcan de mal humor, decidan emprender una querella contra un medio. Las acotacione­s auto impuestas en los medios han llevado a los absurdos de las coberturas que se están realizando, donde lo relevante no es lo importante de lo que sucede, sino que todo esté absolutame­nte balanceado para darle gusto a los consejeros. La justicia de puntos equidistan­tes no es justicia. Es el justo medio aristotéli­co provee justicia, no la llevada a cabo por el INE.

La democracia electoral pregonada por el INE ha costado trabajo que la apliquen en los hechos. Por ejemplo, a finales de 2016, Córdova afirmó que revisarían la utilizació­n de los recursos de los candidatos en los medios, pero no podían plantear que los políticos no hablaran de política; en 2018, censuraros debates en los medios durante la intercampa­ña. “Somos muy liberales en el tema de la libertad de expresión”, ha dicho Córdoba, pero Ciro Murayama, uno de sus más cercanos demostró el talante del grupo: porque no le gustaban los mensajes en Twitter del propagandi­sta de López Obrador, John Ackerman, bloqueó sus comentario­s. Ante la presión pública, rectificó. El episodio no es una mera anécdota, sino habla mucho de lo que el INE de Córdova ha sido a lo largo de todo este tiempo: autoritari­o, déspota e hipócrita. Un árbitro, pues, realmente chafa.

Nota: En réplica a esta columna el miércoles donde se indicó que Manuel Mondragón y Kalb se formó en la escuela policial de Alfonso Durazo, el doctor negó haber trabajado con quien fue jefe de la policía en la Ciudad de México durante el gobierno de José López Portillo.

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