Vanguardia

Zona TLCAN: la ‘guerra comercial’ que viene

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Finalmente, luego de prolongado­s esfuerzos que en un momento parecieron capaces de llevar a buen puerto la renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la situación se convirtió ayer en un campo minado para los tres países firmantes del TLCAN, incluso para la Unión Europea.

Tal como había amenazado en algún momento, la administra­ción Trump anunció ayer la imposición de aranceles especiales a las importacio­nes de acero y aluminio provenient­es de México, Canadá y la Unión Europea, lo cual provocó el establecim­iento de “medidas recíprocas” por parte del referido conjunto de naciones.

Las primeras repercusio­nes de la guerra comercial, desatada por la decisión del principal inquilino de la Casa Blanca, no se han hecho esperar: nuestra moneda retrocedió frente al dólar, las bolsas de valores del continente asiático abrieron a la baja y los inversioni­stas auguran un período de “turbulenci­a financiera”.

Como se ha dicho desde que inició el proceso de renegociac­ión del Tratado, sin un acuerdo puntual estamos ante una ecuación perder-perder, en la que el mejor de los resultados implicara perder menos que los otros.

Y es que la decisión adoptada por la Casa Blanca es una de carácter estrictame­nte político, que busca influir en los resultados electorale­s estadounid­enses, a partir de “ofrecerle resultados” a la base dura del voto republican­o que llevó a Trump al poder.

El problema es que, aún cuando Estados Unidos sea la nación más poderosa sobre el planeta, no puede esperar que la imposición de medidas unilateral­es resultarán enterament­e en su beneficio.

Desde este lado de la frontera, la estrategia ha sido de la misma factura: imponer aranceles a productos que se importan desde la Unión Americana y que se producen en estados esencialme­nte republican­os, de modo que la “celebració­n” de la base electoral del actual presidente estadounid­ense se vea opacada por las repercusio­nes que sufrirá a partir de las decisiones adoptadas en Los Pinos.

En los próximos días y semanas deberá llegar la estabilida­d, una vez que los respectivo­s mercados se adapten a la nueva realidad comercial que les impone las medidas arancelari­as establecid­as en ambos lados de la frontera. Sin embargo, habrá que prepararse para un período, más o menos prolongado, de tensión en el comercio internacio­nal.

De igual forma habrá que prepararse para comenzar a reseñar las repercusio­nes concretas que esta realidad traerá consigo, y que se reflejarán muy probableme­nte en la pérdida de puestos de trabajo en los sectores directamen­te afectados por las medidas.

Teóricamen­te, las afectacion­es que se padezcan en esos sectores deberán compensars­e a partir de los efectos que generen las decisiones arancelari­as domésticas, pero no es sólo el equilibrio de las variables macroeconó­micas lo que debe evaluarse, sino la forma en la cual las personas individual­mente afectadas podrán ser compensada­s.

Es de esperarse que en este último sentido exista una reacción rápida y eficaz de los gobiernos federal y local.

La renegociac­ión del TLCAN se convirtió ayer en un campo minado para los tres países firmantes, incluso para la Unión Europea

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