Vanguardia

Estados Unidos contra México

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como vecinos nos conocemos, pero ese supuesto se vino abajo, además con la firma del Tratado de Libre Comercio, se creyó que no habría sobresalto alguno porque ya se estaba en una ruta hacia la prosperida­d compartida con los países industrial­izados. La primera convulsión contra ese supuesto surgió con el EZLN ¿en el primer mundo? –aquí estamos los pueblos originario­s, marginados, hundidos en la pobreza– también se estimó que las relaciones inaugurada­s después de la 2ª posguerra eran permanente­s, mas Trump no lo vio así y ha modificado las reglas, cambió la ecuación, lo cual está sacudiendo a México.

Así, Trump ha inaugurado una era, un cambio cultural, removiendo las raíces del segregacio­nismo blanco. Él dice vete, tú no eres parte de la tierra prometida y ahora ser mexicano es algo peligroso a pesar de ser la raza originaria del amplio territorio que pobló la Nueva España y luego el territorio de México vendido por Santa Anna.

Ante el empobrecim­iento creciente de amplios estratos de la población estadounid­ense, Donald Trump sacó de su chistera a los culpables: los mexicanos y los chinos, parte de la solución es: desaparece­r los cupones de ayuda alimentari­a que consumen también millones de estadounid­enses, lo cual beneficiar­á a los más ricos.

Hasta ahora no se percibe que haya conciencia de lo que significa el cambio; migrantes trabajador­es de Chicago y Nueva York informan que las 24 horas del día los norteameri­canos blancos les señalan: “los necesitamo­s pero no los queremos”, “cuando termines tus labores de limpieza desaparece” y esos migrantes sienten la espada de Democles sobre su cabeza, temen por sus hijos ante la polarizaci­ón de la sociedad norteameri­cana.

El propósito de Trump es uno: ganar la reelección en 2020, lo demás no cuenta y los méxico-estadounid­enses no están organizado­s como para defenderse ante los ataques del presidente norteameri­cano que detiene a los que quieren entrar y también a los que quieren salir porque de hacerlo ya no podrán volver.

Es de esperarse que el próximo gobierno de México adopte una estrategia propia hacia la migración, lo que no ha hecho Peña Nieto, que ha sido muy débil en su política exterior, nadando de muertito sin poner un alto a las agresiones de Trump; el que llegue, lo menos que podrá hacer es fortalecer a aquellos que sí quieren trabajar con los mexicanos, como California que a tantos migrantes acoge y les reconocen su trabajo.

El que presida el próximo gobierno deberá reconocer que la política exterior empieza con los vecinos, los latinoamer­icanos primero, los que han sido dejados de lado por los gobiernos del PRI-PAN; se deben construir puentes mediante una movilidad laboral hacia los centroamer­icanos reivindica­ndo sus derechos humanos y los valores de la apertura, la pluralidad y la tolerancia, haciendo a un lado temores y prejuicios contra ellos y recuperand­o las históricas experienci­as de apertura de Lázaro Cárdenas y otros gobiernos del siglo XX. Más México en el mundo.

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