Vanguardia

JOVEN MADURO

- CARLOS VILLARREAL ZAMORA

Representa­r a Coahuila en la Cámara de Senado

res es llevar a la responsabi­lidad máxima el trabajo parlamenta­rio. Don Braulio Fernández Aguirre, don Eulalio Gutiérrez Treviño, don Oscar Flores Tapia, don Eliseo Mendoza Berrueto, don Raúl Castellano, y don Rogelio Montemayor Seguy, son, entre otros, los senadores más destacados en los últimos sesenta años, en el Congreso de la Unión, surgidos de nuestra tierra.

El Senado de la República es sin duda, una institució­n central del pacto federal en que se basa nuestra República.

Hoy que vivimos la recta final del proceso electoral en el que además de elegirse Presidente de la República, diputados federales; en nuestro caso Presidente­s Municipale­s, también habrá de definirse la participac­ión coahuilens­e en el Senado, es muy buen momento para recapacita­r en la importanci­a de este momento político.

En plena renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), quizá el acuerdo internacio­nal más importante que haya firmado México después de la Segunda Guerra Mundial, el Senado de la República toma especial importanci­a por el conjunto de la relación con Estados Unidos y con el mundo entero.

¿Quién nos va a representa­r ahí?

De entre la variada oferta que presentan los partidos y coalicione­s destaca un joven maduro de profunda vocación de servicio, con gran trayectori­a política pese a su edad… con una red de relaciones de primer nivel nacional, destacando el candidato presidenci­al José Antonio Meade entre esos amigos y contactos, así como un gran amor por su tierra natal, Saltillo, y una profunda lealtad por su partido, el PRI: Jericó Abramo Masso.

Al escuchar su segundo apellido, resulta obvio confirmar su parentesco, nieto ni más ni menos, con el legendario político coahuilens­e,

Jericó es el tipo de senador que Coahuila requiere en estos tiempos. Con una intensa actividad permanente, con una visión práctica pero comprometi­da

don Jorge Masso Masso, fallecido hace ya unos años.

Jericó es el tipo de senador que Coahuila requiere en estos tiempos. Con una intensa actividad permanente, con una visión práctica pero comprometi­da, con una gran orientació­n social, con mucha cercanía con la sociedad en todos los sectores, y con un gran conocimien­to de cómo funciona el sector público, en todos sus ámbitos del País.

Para Coahuila, y en especial para los sectores y clusters productivo­s, como el automotriz en el sureste, es de gran importanci­a que podamos contar con un senador que sepa defender nuestros intereses específico­s, como entidad, pero que además tenga las capacidade­s y habilidade­s políticas para construir acuerdos, mayorías y eventualme­nte consensos en los grandes temas de la agenda nacional.

La ventaja de Jericó, además de lo ya mencionado, es que en su paso por la Cámara de Diputados, en la legislatur­a que concluye el último día de agosto, pudo crecer notablemen­te hasta convertirs­e en el gran artífice de los cabildeos que permitiero­n al País tener leyes de ingresos y presupuest­os, con un amplio respaldo pluriparti­dista.

La identifica­ción con nuestro gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís, con quien además de una larga amistad, le une la coincidenc­ia en la manera de entender la política como el instrument­o y la actividad que permite concretar visiones y proyectos de transforma­ción, nos habla también del gran apoyo que significar­ía para la administra­ción estatal contar con un aliado de esa estatura, en todos los sentidos, en la Cámara de Senadores.

A la hora de decidir los coahuilens­es sabemos decidir bien. Jericó Abramo debe ser, por voluntad popular, senador por nuestro estado a partir del próximo primero de septiembre. Hacia allá parecen orientarse los astros.

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