Reforzar la seguridad, ¿con eso es suficiente?
Tras el asesinato de Fernando Purón Johnston, quien aspiraba a la diputación federal por el distrito 1 de Coahuila, se ha anunciado el reforzamiento de los dispositivos de seguridad a favor de todos los aspirantes a un cargo de elección popular en la entidad. Dicha tarea, según se ha informado, estará a cargo de la Policía Federal Preventiva y, para ello, serán enviados a Coahuila elementos que actualmente se encuentran destacamentados en otras entidades de la república.
La respuesta frente a los condenables sucesos del fin de semana anterior es, sin duda, correcta. Y es que lo mínimo que se espera ante estas circunstancias es que las estrategias preventivas sufran ajustes, con el propósito de impedir el registro de nuevos atentados contra candidatos.
Resulta obligado, sin embargo, preguntarse si con eso basta, si el reforzamiento de las medidas de seguridad a favor de candidatos será suficiente para contener cualquier nuevo ataque e impedir que la cifra de decesos, en el actual proceso electoral, siga creciendo.
El cuestionamiento es oportuno, sobre todo porque en el actual proceso electoral han sido asesinado más de 100 políticos mexicanos, que lo convierte en uno de los comicios más sangrientos del que se tenga memoria, hecho que resulta absolutamente inaceptable.
Parece claro que la situación actual constituye una suerte de reedición del período –reciente, por lo demás– durante el cual el crimen organizado se dedicó a desafiar abiertamente al Estado, utilizando la violencia para concretar sus fines.
Frente a tal realidad, claramente es insuficiente que se refuercen los operativos de seguridad alrededor de quienes aspiran a convertirse en representantes populares, pues la estrategia de amedrentamiento va más allá de “quitar de en medio” a quienes resultan incómodos a los intereses de la criminalidad, el objetivo real sería mantener bajo cometimiento a las autoridades públicas.
Dejar claro que lo anterior no es posible –y que no será permitido– implica mucho más que colocar escoltas armados y entrenados alrededor de quienes ostentan una candidatura. De lo que se trata es de enviar el mensaje inequívoco de que las instituciones públicas no serán sometidas a pesar del uso de métodos violentos.
Por otro lado, es preciso tener claras dos cosas: por un lado, resulta imposible garantizar la protección personal de cada candidato y funcionario público asignándole escoltas exclusivos de forma permanente, por el otro, el riesgo de sufrir un atentado mortal no desaparece por el hecho de contar con un servicio de guardias personales.
Así pues, aunque la respuesta inmediata es adecuada, el sólo reforzamiento de las estrategias de prevención alrededor de los candidatos en Coahuila no resuelve el problema de fondo, porque este es mucho más complejo y no necesariamente está relacionado con las personas concretas que ostentan una candidatura, sino con lo que representan.
Resulta imposible garantizar la protección personal de cada candidato asignándole escoltas exclusivos, además, el riesgo de sufrir un atentado no desaparece por el hecho de tener guardias