SOBREVIVIÓ A LA ERUPCIÓN, PERO SU FAMILIA DE 50 PERSONAS, NO
Eufemia desafía a las autoridades; cada día busca a sus parientes que quedaron atrapados en el lodo ardiente que bajó del Volcán de Fuego
GUATEMALA, GUA.- Eufemia García despertó aquél domingo 3 de junio y nunca imaginó que su vida cambiaría completamente. Por la tarde, había salido a comprar huevos cuando escuchó una violenta explosión y después vio una gigantesca nube que bajó desde el Volcán de Fuego, por lo que corrió a alertar a sus familiares.
Golpeó y gritó en las puertas para que sus familiares huyeran, pero algunos la ignoraron. Su madre, de 75 supo que no podía huir del peligro y decidió que su momento había llegado.
“Que se haga la voluntad de Dios”, le dijo su mamá.
Desesperada, sólo corrió lo más rápido que pudo, saltó cercas, se metió a casas ajenas e hizo todo lo que el instinto de supervivencia le indicaba. Su hija Vilma, de 23 años, corría descalza pero no fue tan veloz como ella, las cenizas ardientes la alcanzaron y Eufemia no volvió a verla jamás.
Cuando miró atrás vio el flujo piroclástico cubrir completamente su casa con su hijo Jaime, de 21 años adentro.
Otra de sus hijas, Sheiny, de 28 años, se quedó en casa con su hijo en brazos, tampoco sabe nada de ellos desde hace una semana.
Su pueblo, San Miguel los Lotes fue sepultado por el flujo piroclástico, una mezcla de gas y cenizas que alcanzan temperaturas superiores a los 700 grados centígrados. Del volcán también bajó lodo hirviendo que con el paso de los días se ha vuelto sólido y dificulta la búsqueda de cadáveres.
Eufemia fue la única sobreviviente de su familia, integrada por medio centenar de personas, todos están desaparecidos.
Desde hace ya una semana se despierta muy temprano en el refugio donde se alberga, y con una pala regresa a su pueblo, para desafiar a autoridades y brigadistas que le impiden ingresar por lo peligroso del terreno y su edad, tiene 48 años.
Pero su coraje es más grande y logra acceder a la zona del desastre para cavar entre el lodo solidificado donde cree que están sus nueve hermanos, cuñados, sobrinos, así como su madre, sus hijos adultos y un nieto.
La familia García es probablemente la más afectada en un desastre que los funcionarios admiten que empeoró por las demoras en las advertencias oficiales.
“Mi familia está enterrada, los 50”, asegura Eufemia conteniendo las lágrimas.
“No voy a darme por vencida hasta no tener una parte de mi familia y darle cristiana sepultura”, asegura García con firmeza pero con su rostro marcado por la fatiga y la pena.
Eufemia García vendía frutas, ahora no sabe dónde están sus 50 familiares, tampoco sabe donde vivirá ni qué hará para sobrevivir. Con información de Excélsior