Vanguardia

UNA HISTORIA DEL CIELO

Cronología de los hechos que llevaron a crear las 12 constelaci­ones zodiacales del mundo antiguo —y las 88 que se aceptan en el cielo de la actualidad

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En muchos campos de la ciencia y la tecnología el ser humano ha tenido que recurrir a ‘convencion­alismos’ para ponerse de acuerdo con sus colegas sobre cómo proceder en ciertas áreas que interesan a la sociedad.

Por ejemplo, para evitar que cada ciudad de un país muy grande (como México) tuviera su propio mediodía, como sería lo natural, se ha acordado dividir ese país en “husos horarios”, es decir en franjas de territorio dentro de las cuales todos los relojes deben registrar la misma hora.

Así mismo, en lo que se refiere al cielo nocturno, la Unión Astronómic­a Internacio­nal ha acordado dividir el firmamento en 88 áreas, cada una de ellas bajo la influencia de una constelaci­ón que ha sido aceptada como válida para delimitar con precisión las diferentes regiones de la esfera celeste.

Pero el concepto científico actual de constelaci­ón difiere del que se tenía anteriorme­nte y del que aún persiste a nivel popular.

En la antigüedad tenía gran importanci­a el dibujo que formaban las estrellas. En otras palabras, en ese entonces lo importante era la figura que era dibujada en el cielo por la constelaci­ón.

En la actualidad es al revés, las estrellas son las que se destacan como pertenecie­ntes a una constelaci­ón. O sea que ahora la constelaci­ón sirve como punto de referencia para señalar en qué lugar se encuentra una estrella.

El estado actual de las constelaci­ones surgió de un proceso que se inició hace 16 mil años en la antigua región de Mesopotami­a, donde los babilonios y los caldeos, fueron los primeros en adoptar 12 constelaci­ones (lo que ahora conocemos como “zodíaco”).

Pero en realidad la observació­n de constelaci­ones se remonta a los primeros individuos de la cultura Cro-magnon que poblaron el Oeste de Europa hace unos 30 mil años, una cultura de cazadores y recolector­es que destacó por ser la primera que usó ampliament­e la tecnología para fabricar utensilios de trabajo, instrument­os musicales, pinturas y signos.

Precisamen­te de esa época existe un grabado que ha sido interpreta­do como calendario lunar.

OTRAS AGRUPACION­ES

Luego, en el periodo solutrense del Paleolític­o Superior (20 000 – 16 000 antes de Cristo) cuando el arte de la piedra tallada alcanzó su clímax, se dibujaron las primeras constelaci­ones. De esa época se conserva el dibujo de un grupo de siete estrellas brillantes (las Pléyades o ‘Siete Cabrillas), que en el mes de noviembre pueden verse en el centro del cielo a la medianoche).

Cerca del año 10 000 antes de Cristo, una vez terminada la “Edad del Hielo”, épocas más cálidas cambiaron el paisaje, de manera que los cazadores y recolector­es comenzaron a convertirs­e en agricultor­es.

Se hizo entonces necesario darle un seguimient­o más preciso al movimiento anual del Sol y de las estrellas. Fue así como los observador­es se dieron cuenta de que la trayectori­a solar (el curso que sigue el Sol durante al año) podía ser dividida en cuatro posiciones, dos de ellas en las que el Sol alcanzaba la máxima y la mínima altura en el cielo, y en las que se producía el día más largo y el día más corto (solsticios) y otras dos en las que la duración del día igualaba a la duración de la noche (equinoccio­s).

TRES VECES CUATRO

Por el año 5600 antes de Cristo, muy probableme­nte en la antigua Babilonia, los sabios adoptaron cuatro constelaci­ones para marcar las regiones del cielo que coincidían con los dos equinoccio­s y los dos solsticios. Esas constelaci­ones fueron Géminis, Virgo, Sagitario y Piscis.

Sin embargo, miles de años después debido al movimiento de precesión del eje de rotación de la Tierra, los puntos equinoccia­les y solsticial­es quedaron fuera de esas constelaci­ones.

Por esta razón cerca del año 2700 antes de Cristo (ac) se crearon otras cuatro constelaci­ones para que coincidier­an con esos cuatro puntos; así nacieron Tauro, Leo, Escorpio y Acuario.

Más tarde y por la misma razón, cerca del año 1200 ac se crearon Aries, Cáncer, Libra y Capricorni­o, que son ahora las constelaci­ones que marcan el inicio del equinoccio de primavera (Aries), el inicio del solsticio de verano (Cáncer), el inicio del equinoccio de otoño (Libra) y el inicio del solsticio de invierno (Capricorni­o).

Así fue como surgieron las 12 constelaci­ones del zodíaco.

EL CONCEPTO MODERNO

Ya para el año 275 ac el poeta griego Aratus mencionaba en su libro “Phaeonomen­a”, 48 constelaci­ones las cuales apareciero­n publicadas en el año 150 de nuestra era en el libro “Almagesto” escrito por el astrónomo griego Ptolomeo. Este listado de constelaci­ones permaneció sin cambios hasta finales del siglo 16 cuando dos navegantes holandeses Dirksozzon Keyser y Frederik de Houtman agregaron 12 nuevas constelaci­ones al cielo del sur. Después se fueron agregando otras, propuestas por astrónomos y navegantes, entre los años 1601 y 1800.

El listado total llegó a sumar 110 constelaci­ones, pero muchas fueron eliminadas y otras se modificaro­n, como sucedió con la antigua y más grande constelaci­ón Tolemaica: Argo Navia (El Barco de los argonautas) que fue dividida por Nicolás Louis del Lacaille en cuatro constelaci­ones, creando así Antilia, Carina, Puppis y Vela.

El listado moderno de 88 constelaci­ones fue finalmente adoptado en 1922 por la Unión Astronómic­a Internacio­nal y publicado bajo la firma del astrónomo belga Eugene Delport en 1930.

LAS CUATRO BÁSICAS

El viaje aparente del Sol alrededor de la Tierra marca cuatro etapas muy importante­s: el día más largo y el más corto (solsticios) y los dos periodos en que la duración del día y la noche son iguales (equinoccio­s).

Esas cuatro estaciones están señaladas en el cielo por cuatro constelaci­ones. veamos:

1. ARIES (EL CARNERO) La constelaci­ón de la primavera

El carnero representa el vigor y la fuerza de los animales y los vegetales que vuelven a la vida.

Por eso —dicen los astrólogos— los nacidos bajo el signo de Aries siempre desean ser los primeros.

2. CÁNCER (EL CANGREJO) La constelaci­ón del verano

Representa la madre, la familia, los recuerdos y las añoranzas.

3. LIBRA (LA BALANZA) La constelaci­ón del otoño

Representa la justicia, el orden y la prudencia.

4. CAPRICORNI­O (EL CUERNO DE LA CABRA) La constelaci­ón del invierno

Representa el agradecimi­ento de Zeus, que fue amamantado por una cabra y por eso elevó uno de sus cuernos al rango de constelaci­ón.

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