Servicio médico de la 38: la crisis perpetua
Se ha vuelto una constante, en los últimos años, escuchar reclamos y conocer sobre las demandas de mejoría en torno al servicio que prestan las clínicas de la Sección 38 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, las cuales viven en una crisis perpetua.
El diagnóstico no es nuevo: el sistema de seguridad social del magisterio coahuilense hace mucho que entró en crisis debido, por un lado, a la pésima administración que ha padecido —la cual incluye problemas endémicos de corrupción— y, por el otro, a la sobre explotación del modelo.
Los maestros jubilados y pensionados del magisterio estatal son quienes han encabezado las protestas y mantienen vivo el señalamiento en torno a la deficiente atención brindada por clínicas en las cuales se resiente la falta de personal médico, pero también la inexistencia de medicamentos.
Ayer, una comisión integrada justamente por maestros jubilados entregó el enésimo pliego petitorio a la administración estatal en el cual se demanda la mejoría en el servicio de salud. Tras conocer el reclamo, se pronunció la enésima promesa de que “pronto” habrá una solución.
Sin embargo, para desgracia del gremio magisterial coahuilense, es preciso reconocer que el modelo al cual le apostaron no tiene remedio y que, más bien, debe ser desahuciado porque ya no es posible administrarle fórmula alguna capaz de lograr su recuperación.
No hace falta ser demasiado perspicaz para entenderlo. Hace décadas que las administraciones estatales —al menos desde la que encabezó Rogelio Montemayor— vienen “rescatando” el sistema de seguridad social del magisterio y no logran estabilizar al paciente.
Prácticamente en cada administración se han introducido reformas para apuntalar las finanzas del sistema y se ha planteado que tales reformas constituirán una “solución definitiva” sin que tal hecho haya ocurrido hasta ahora.
Parte de la razón de que persista la enfermedad es que se trata de un problema estructural relacionado con el diseño original del modelo y con las prácticas viciadas utilizadas para administrarle. Debido a ello, por más dinero que se le inyecte, el esquema seguirá arrojando un déficit.
Y el problema persiste a pesar de que, al menos la UADEC, una de las instituciones cuyos empleados recibían servicios en las clínicas del magisterio, prácticamente ha abandonado el esquema optando por inscribir a sus trabajadores en el Seguro Social.
Lo que sigue pues, es reconocer lo inevitable: el servicio médico de la Sección 38 ha llegado al límite de sus posibilidades y no es posible ya reactivarlo para que sea lo que una vez fue: un mecanismo al que muchos deseaban acceder porque brindaba un servicio mejor al del IMSS y el ISSSTE.
No se trata de que exista voluntad o no para mejorar la situación del modelo. Se trata de que el esquema resulta inviable en la forma en la cual fue concebido originalmente y por ello es necesario reconocer que se trata de un paciente que permanece vivo sólo porque está conectado a un respirador artificial.
Ha llegado la hora de tomar la difícil de cisión de desconectarlo.
Lo que sigue pues, es reconocer lo inevitable: el servicio médico de la Sección 38 ha llegado al límite de sus posibilidades y no es posible ya reactivarlo