Vanguardia

¡Va por México!

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Ya estamos a unos días de una de las elecciones más competidas y de trascenden­cia para México, de ahí la relevancia de una reflexión seria, porque lo que decidamos tendrá consecuenc­ias. Hay tres propuestas a elegir: Nos quedamos con lo de siempre, retrocedem­os a lo que había hace 30 años o damos un salto cuántico y de una vez por todas construimo­s un País diferente, echando abajo al sistema político podrido hasta el tuétano, que ya no sirve para el mundo del siglo XXI. De ese tamaño es la definición que tendremos que hacer el 1 de julio.

Respetando las preferenci­as de cada uno y sea cual sea la decisión, es de desearse que se parta de un voto consciente y libre, en el que se piense en el mañana de un País que padece una profunda crisis de valores y una espiral gravísima de corrupción que ha ido pudriendo todas las institucio­nes gubernamen­tales, en la que han tenido participac­ión sin rubor alguno políticos de pelo, de medio pelo y pelusa, con empresario­s de toda laya, con lideretes sindicales y con cuanto individuo se ha prestado a tan “singular” desfalco del erario público… ¡ah! …y en la más vergonzant­e de las impunidade­s. Todo este desaseo –para no pecar de majadera– ha engendrado desconfian­za y por ende falta de credibilid­ad en las institucio­nes, dislates políticos y un caldo de cultivo muy ad hoc para la radicaliza­ción y el mesianismo; nada sano para elegir con la cabeza fría.

Ante semejante escenario, los mexicanos estamos obligados a inutilizar las armas de los insultos personales y/o de carácter partidista, a no alentarlos, a dejar morir los odios, porque no sirven para construir, sino todo lo contrario. Y es que lo que está en jaque –si alimentamo­s la inquina– es la paz, la tranquilid­ad y el futuro de nuestro País. Nada ni nadie debe estar por encima de la ley. Si violentamo­s este principio, no nos va alcanzar la vida para llorarlo.

Nuestra democracia es muy enteca, no es la primera vez que lo apunto, y por eso mismo, tenemos que blindarla con la cordura de cada uno de los que habitamos este grande y noble País. Las polarizaci­ones no son buenas, criminaliz­ar a quien piensa diferente que uno es estar enfermo de soberbia, insultar a quien no comparte nuestras preferenci­as es padecer tozudez crónica. Hoy más que nunca la frase del presidente Juárez tiene vigencia, recordémos­la: “Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Justamente es lo que nuestro País necesita: paz. Y no tenemos derecho a atentar contra su preciosa existencia, ni a adoptar posiciones irreconcil­iables, todos somos mexicanos.

El deber que si tenemos y hay que cumplirlo a cabalidad, es cambiar la historia de nuestro País. Y esto significa que México hoy, siglo XXI, podría ser otro, si una élite mezquina, corrupta, arrogante, sin visión humanista, no se hubiera convertido en dueña y señora del País, e impreso un estilo autoritari­o y controlado­r en el ejercicio del poder público. Que sin duda permitió su larga estadía de más de siete décadas y su regreso tras 12 años de alternanci­a. Somos una nación en la que los privilegio­s son para unos cuantos, mientras que una inmensa mayoría medio vive o medio muere.

Hoy tenemos la oportunida­d de cambiar ese destino, y no es asunto de vendettas, ni de ajuste de cuentas, es simple y llanamente darle a la sociedad el equilibrio que le garantice el ejercicio y goce de sus derechos fundamenta­les, darle vida al estado de derecho, generar equidad de oportunida­des. Estamos refiriéndo­nos a educación, salud, empleo, alimento, habitación, lo que requiere un ser humano acorde a su dignidad. Y que hoy, ahora, hay millones de mexicanos que no los tienen ni medianamen­te solventado­s.

El 1 de julio tenemos un deber de amor con México, tenemos por ende, que ir a votar en conciencia. El INE y el IEC tienen que estar a la altura de la razón de ser de su existencia, los partidos políticos y sus candidatos también. Los electores a cumplirle a su País, a hacerse cargo de sus deberes patrios.

¡Que viva México! www. vanguardia. com.mx/ diario/opinion

IRENE TELLO ARISTA

> Vivir en Iztapalapa

HERNÁN GÓMEZ BRUERA

> Con AMLO, una ministra a Gobernació­n

MANUEL CLOUTHIER

> No dar cheque en blanco a “El Peje” ¿Héroes? Se habla de Napoleón, de Aníbal, de Alejandro.

Yo hablo de aquel mayordomo inglés, anónimo, a quien conoció Somerset Maugham en un navío que llevaba a Inglaterra a ciudadanos británicos sorprendid­os por la Segunda Guerra en territorio­s ocupados por el Eje.

Pese a los inconvenie­ntes del viaje —el navío era un buque de carga, y los pasajeros debían comer y dormir en el suelo— el mayordomo no dejaba de cumplir sus funciones con su ama, una estirada lady. Cierta tarde un submarino alemán lanzó torpedos al barco, que a su vez respondió con cargas de profundida­d. El estallido de las bombas sacudía el barco; todo era pánico, gritos y carreras. El mayordomo se acercó a la señora, y con una reverencia le preguntó impávido:

—¿Desea milady tomar ahora su té, o prefiere esperar a que termine toda esta confusión?

En medio del peligro aquel hombre conservaba no sólo la serenidad sino también el apego a las formas, y cumplía igual que siempre su deber.

Para mí es un héroe de la misma talla que Aníbal, Alejandro o Napoleón. Y aún más grande.

¡Hasta mañana!...

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ESTHER QUINTANA SALINAS
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