Diario de un nihilista
Así el poeta Como un perro educado a cintarazos se hace bravo y desleal, así el poeta cuando el pueblo lo ofusca y no respeta su oficio, y pone trampas a sus pasos.
Entonces brotan alas en sus brazos y ensilla como Ícaro un cometa, o desciende cual gnomo hasta su veta, trazando en oro adamantinos trazos.
Así el poeta quema y no escatima sus lauros en el púbico ludibrio. El infiernillo de sus semejantes
le presta estribo para urdir la rima, la pública locura es su equilibrio y ladra a los oscuros mendicantes.
Docta ignorancia Angustia del infinito, el todo cabe en un punto, la cornucopia es trasunto de tu pensamiento ahíto. No la forma, sino el grito, la nada es el contrapunto de este poroso conjunto, el orden es nuestro mito
más preciado. Así la lógica nos eleva al animal, hasta su inocencia abstracta.
Es su ciencia paradójica ignorancia doctoral que con el desorden pacta.
Éxtasis, estática Lo que en otros es gramática para mí es naturaleza. Se formula en mi cabeza una nueva matemática:
no es poesía programática sino infinito que empieza en el filo de mi mesa con su éxtasis, su estática
y pide ser numerado, moléculas musicales, infinitesimal ritmo
que marca el pulso del hado. Da el azar notas iguales y el poema es su algoritmo.