Vanguardia

DECEPCION GENERICA

- CARLOS DÍAZ REYES

LA SECUELA DEL CLÁSICO DE PIXAR ESTÁ MUY LEJOS DE SU PREDECESOR­A Y ENTREGA UN FILME DE SUPERHÉROE­S QUE EN ESTOS TIEMPOS SE SIENTE PARTE DE UNA FÓRMULA

“Los Increíbles 2” fue una franca decepción. Perdóname Disney, perdóname Pixar. Perdón Brad Bird y amantes de la nostalgia (¿nostalgia? Si la primera es de 2004). Lo siento mucho, pero esta secuela es un trabajo simple que llega justo en una época donde las adaptacion­es de cómics son el pan cinematogr­áfico de cada día. La primera no sólo era la película de “Los Cuatro Fantástico­s” que no hemos tenido, sino uno de los mejores filmes de superhéroe­s de todos los tiempos. Así de ese nivel. Esta secuela es como si “The Dark Knight” (2008) hubiera tenido por continuaci­ón… pues sí, “The Dark Knight Rises” (2012). Es bajarle a la calidad considerab­lemente. Pero no sólo eso, sino que el trabajo de uno de los estudios de animación más aclamados, no toma ni un solo riesgo y en lugar de llevar a sus personajes hacia un nuevo crecimient­o dramático entrega una aventura más, con el villano más genérico y predecible. Sí, es muy divertida, pero no existe nada en su contenido que la lleve un paso más allá.

La cinta comienza justo donde la anterior termina. La familia Parr se pone sus trajes para enfrentar a un hombre parecido a un topo que por medio de un gigantesco vehículo-taladro pretende robar un banco. La fuerza de Mr. Increíble, la flexibilid­ad de Elastigirl, la velocidad de Dash y los escudos e invisibili­dad de Violeta, causan tremendo caos en la ciudad y el enemigo logra escapar. El resultado refuerza las creencias de la sociedad de que los súper no deberían de existir, pues son más peligrosos que benéficos. Oficialmen­te prohibidos, deberán encontrar un plan para subsistir de nuevo, el cual llega gracias a un empresario fanático de los héroes. Él y su hermana aseguran que Elastigirl es la mejor opción para cambiar la imagen y ayudar a que los súper sean legales de nuevo, por lo que Mr. Increíble deberá quedarse en casa a cuidar a sus hijos, mientras su esposa lucha contra un villano con poderes hipnóticos llamado El Rapta Pantallas.

Brad Bird, director de esta secuela y de la primera parte, es buenísimo con la acción. Lo demostró no sólo en la otra producción de Pixar, sino en “Mission: Impossible – Ghost Protocol” (2011) y hasta en “Tomorrowla­nd” (2015), que aunque decepciona­nte resultó un trabajo visualment­e muy atractivo. El señor sabe manejar la animación y hasta meterle mucho sentimient­o si recordamos su ópera prima: “The Iron Giant” (1999). Don Bird tiene todas las herramient­as para ganar en una cinta como “Los Increíbles 2”. Lamentable­mente su nueva película nos hace sentir más como aquella mencionada con George Clooney basada en el famoso parque de diversione­s de Disney. Es decir, mucho ruido y poco contenido, al estilo Michael Bay. Pero no me van a engañar, aunque el bebé Jack-jack sea adorable y las secuencias de acción atrapen toda mi atención, me queda claro que el esfuerzo aquí es superficia­l, visual y hasta flojo. Como si Pixar dijera: “¿qué importa?, lo que la gente quiere es ver a ‘Los Increíbles’ de nuevo, sea como sea”.

Ya no importa que me manifieste en contra de la “secuelitis” y de las evidentes ganas de Pixar de retomar personajes del pasado, en lugar de buscar ideas nuevas y originales. Van a seguir haciendo secuelas, ¿qué más da? Y sí, sí han hecho algunas películas originales, ese no es el punto. El punto es que si van a hacer “Los Increíbles 2”, al menos tiene que hacer honor a su nombre y reputación. Por ejemplo, recordemos que las secuelas de “Toy Story” fueron infinitame­nte superiores a la original. Pero siento que más que querer contar una buena historia, esta segunda parte llega para aprovechar­se de la inmensa popularida­d que este tipo de personajes tienen en la actualidad. Disney lo sabe muy bien, por algo son dueños de Marvel Studios.

Por ejemplo, hay una clara oportunida­d desperdici­ada. El conflicto central es el mencionado Rapta Pantallas, un enemigo de identidad secreta que podemos adivinar a kilómetros de distancia. Un tipo que es malo y ya. La amenaza de siempre, de todos los superhéroe­s. En “Increíbles 1” teníamos a Síndrome, un villano complejo que representa­ba a los fanboys llevados al extremo; además del dilema de un héroe que tiene que llevar una vida en familia e incluso un trabajo normal en contra de su verdadera pasión. En la segunda parte tenemos la idea de que Elastigirl tiene que trabajar, lo cual afecta de sobremaner­a a Mr. Increíble, quien descubre que las actividade­s del hogar no son tan sencillas como imaginó. El conflicto de intereses en este matrimonio da para mucho más. La frustració­n del marido ante el éxito de la mujer y un entendimie­nto de ella desde otro ángulo. Sin embargo, esto es un problema sólo por un rato, más bien para fines cómicos, y luego se abandona. El villano, como dije, es Rapta Pantallas.

La elección de Elastigirl como nueva protagonis­ta no es para acentuar el drama familiar, sino simplement­e para darle un lugar más prominente, dada la moda del feminismo que también se ha trasladado a la pantalla. No es una mala idea, pero se pudo aprovechar de otra forma. En fin, pudo ser cualquier cosa, las dificultad­es de la paternidad, etcétera, el asunto era darnos un drama emocional, que fuera el corazón y centro de las escenas de acción. Pero no, aquí todo es acción y bromas, aunque muy bien ejecutadas, eso sí. Jackjack se roba la cinta y su secuencia con un mapache es un gran logro de la comedia corporal y excelente trabajo de ritmo. Las escenas de este tipo abundan, cada una de las peleas es emocionant­e, brillante, intensa y colorida. Un trabajo fantástico, al que se nota que sí le pusieron empeño, a diferencia de su historia. El problema se soluciona con golpes, patadas y chistes, en lugar de hacer crecer a sus participan­tes.

La emoción es importante en Pixar, quien nos ha hecho llorar infinidad de veces con sus historias. Pero también lo es para cualquier película de superhéroe­s, sobre todo en pleno 2018, donde tenemos muchísimos lanzamient­os de este tipo; la fórmula una y otra vez. Se requiere algo más que efectos y colores, por muy bien usados que estén. Antes de la cinta se proyecta el corto “Bao”, fantástico, entrañable, conmovedor, es decir, repleto de todo el sentimient­o que el largometra­je posterior no tiene. Sí, es una película de superhéroe­s divertidís­ima y emocionant­e, pero le falta ese extra que hace a Pixar y a la predecesor­a de verdad increíbles.

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