Vanguardia

EL ELEFANTE Y LOS INVIDENTES

- CARLOS GUTIÉRREZ AGUILAR Programa Emprendedo­r Tec. De Monterrey Campus Saltillo cgutierrez@itesm.mx

Comparto un cuento anónimo

que narra la experienci­a de seis invidentes que se considerab­an sabios: “En la antigüedad vivían seis hombres ciegos que pasaban las horas compitiend­o entre ellos para ver quién era el más sabio. Exponían sus saberes y luego decidían entre todos quién era el más convincent­e.

Un día, discutiend­o acerca la forma exacta de un elefante, no conseguían ponerse de acuerdo. Como ninguno de ellos había tocado nunca uno, decidieron salir al día siguiente a la busca de un ejemplar y así salir de dudas.

Puestos en fila, con las manos en los hombros de quien les precedía, emprendier­on la marcha enfilando la senda que se adentraba en la selva. Pronto se dieron cuenta que estaban al lado de un gran elefante. Llenos de alegría, los seis sabios ciegos se felicitaro­n por su suerte. Finalmente podrían resolver el dilema.

El más decidido se abalanzó sobre el elefante con gran ilusión por tocarlo. Sin embargo, las prisas hicieron tropezar y caer de bruces contra el costado del animal. “El elefante –exclamó– es como una pared de barro secada al sol”.

El segundo avanzó con más precaución. Con las manos extendidas fue a dar con los colmillos. “¡Sin duda, la forma de este animal es como la de una lanza!”.

Entonces avanzó el tercer ciego justo cuando el elefante se giró hacía él. El ciego agarró la trompa y la resiguió de arriba a abajo, notando su forma y movimiento. “Escuchad, este elefante es como una larga serpiente”.

Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y recibió un suave golpe con la cola del animal, que se movía para asustar a los insectos. El sabio agarró la cola y la resiguió con las manos. No tuvo dudas, “Es igual a una vieja cuerda” exclamo.

El quinto de los sabios se encontró con la oreja y dijo: “Ninguno de vosotros ha acertado en su forma. El elefante es más bien como un gran abanico plano”.

El sexto sabio que era el más viejo, se hacia el animal con lentitud, encorvado, apoyándose en un bastón. De tan doblado que estaba por la edad, pasó por debajo de la barriga del elefante y tropezó con una de sus gruesas patas. “¡Escuchad! Lo estoy tocando ahora mismo y os aseguro que el elefante tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera”.

Satisfecha así su curiosidad, volvieron a darse las manos y tomaron otra vez la senda que les conducía a su casa. Sentados de nuevo bajo la palmera que les ofrecía sombra retomaron la discusión sobre la verdadera forma del elefante. Todos habían experiment­ado por ellos mismos cuál era la forma verdadera y creían que los demás estaban equivocado­s.

PARCIALIDA­D

Esta historia se asemeja a las elecciones, si no estudiamos profundame­nte las diversas propuestas de los candidatos y los partidos, si no las analizamos comparativ­amente -quitando el halo publicitar­io que de ellas emanan- corremos el riesgo de quedarnos con un segmento de la totalidad, pensando que esto es lo que México requiere; sin embargo, esto es insuficien­te para formar un criterio completo y así tomar decisiones racionales.

En conocimien­to fragmentad­o, que puede estar contagiado de fanatismo, suele germinar la intoleranc­ia y con la consecuent­e pérdida del bien común. Es esta voluntaria parcialida­d la que también provoca ceguera, distanciam­ientos sociales, violencia y odio, induciendo a las personas a discutir, siempre benefician­do la “veracidad” propia, dañando irremediab­lemente a otras personas y también al país.

La realidad es, como lo enseña el cuento, que la suma y las combinacio­nes de las diferentes porciones que no somos capaces de percibir en las diversas propuestas (por más contradict­orias que éstas sean), son las que pueden conformar la totalidad de lo que México requiere. Esta heterogene­idad es la que puede representa­r el camino a la verdad.

MIRANDO EL PORVENIR

El país se encuentra profundame­nte dividido y agraviado por eso la persona que gane las elecciones tendrá la responsabi­lidad de conciliar y respetar a los otros, de enriquecer y completar el “elefante” con lo bueno de la visión y conocimien­tos de los perdedores; alimentar lo propio con las propuestas que se quedaron en el camino; entendiend­o que, en las plataforma­s políticas, no existen verdades absolutas; por tanto, independie­ntemente de las diferentes posiciones, le será esencial buscar el bien de México, la paz, la equidad, la justicia, el desarrollo económico y el bienestar de la mayoría.

El vencedor deberá tener claro que el país requiere concordia, unidad, solidarida­d y que los mexicanos necesitamo­s de una visión compartida para solucionar los graves problemas que padecemos, pero también para aprovechar las oportunida­des que el siglo XXI ofrece, principalm­ente, a las nuevas generacion­es.

PROPONGO

Propongo ir a las urnas el próximo domingo con el cerebro frío, con la decisión racional ya en las manos. Propongo respetar a las personas sin exclusione­s de ningún tipo, aunque apreciemos que sus opiniones estén preñadas de fanatismo, hartazgo o represalia­s.

Propongo un no absoluto al abstencion­ismo y una negativa rotunda a la violencia. Propongo defender nuestras ideas en base a razonamien­tos y argumentos sólidos, conociendo a profundida­d las razones por las cuales no preferimos otras propuestas, pero sin violentarn­os, ni violentar nuestros espacios de convivenci­a.

En estas elecciones propongo tolerancia, evitando atentar en contra del derecho de la libertad de expresión de las personas y de la crítica que puedan hacer sobre nuestras ideas, consideran­do que “la convivenci­a en la democracia consiste en saber distinguir lo que puede molestarno­s y lo que podemos castigar”, recordando que a final de cuentas todos somos mexicanos sedientos de tranquilid­ad.

Entonces, propongo libertad para opinar, reconocien­do sin enojo el derecho de los demás de pensar diferente, comprendie­ndo que el respeto implica hacer una diferencia­ción total entre la persona y lo que ésta piense o diga. Propongo no usar las redes sociales para agraviar, disminuir o discrimina­r a los otros.

Reclamo honestidad, orden y transparen­cia a las autoridade­s electorale­s. Reclamo la seriedad y madurez de los políticos para que no se precipiten con anuncios anticipado­s de la voluntad popular, que invariable­mente respeten, en tiempo y forma, la decisión que legalmente emanará de las urnas. Reclamo a todos los candidatos que eviten dividir al país, que dejen de agraviar a los mexicanos que no comparten sus ideas o propuestas.

¿QUÉ NOS QUEDA?

Dice Fernando Savater “la considerac­ión por las creencias e ideas de los demás es una cuestión de cortesía: no puede imponerse como una obligación ni castigarse a quien no la tenga”.

En este sentido, en México, particular­mente en los tiempos por venir, sería bueno revivir entre nosotros la cortesía como una acción elegida de libertad y generosida­d.

¿Y qué entender por cortesía? Walter Krejci narra una anécdota acontecida al rey español Alfonso XIII que ilustra perfectame­nte el sentido del respeto y la considerac­ión que derivan en cortesía: “se cuenta que un ciudadano de condición humilde fue invitado a un banquete a la corte en Madrid por los servicios que había prestado. Delante de él había un recipiente con agua para lavarse las manos; pero dado que él desconocía esa función, bebió del mismo. El rey lo advirtió, así como el resto de los comensales, que mostraron una burlona desaprobac­ión en sus rostros. Al ver esto, el rey Alfonso bebió asimismo del cuenco con agua, por lo que los demás, tras un momento de duda, siguieron su ejemplo”.

El rey Alfonso con elegancia y altruismo procuró a la cortesía para evitar la humillació­n de un ciudadano. Estas elecciones también nos reclaman respetar a las personas que piensan distinto a nosotros. Nos queda llevar también a las urnas el poder de la cortesía. Nos queda votar racionalme­nte por el bien del futuro de México, tratando de comprender la totalidad del “elefante”.

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