Vanguardia

Mis calles, mis cerros y mis sierras

-

…evocación del Ixtepec de la gran Elena Garro Hoy fue un día lluvioso. Mis calles lucen brillantes. Puedo ver desde esta parte cómo se refleja el cielo y, simbólicam­ente, la imagen de algunos de los edificios más bellos en los restos de agua que han quedado dispuestos, como un espejo, en el suelo.

La lluvia ha sido intensa; parecen caer verdaderas olas de agua por toda la ciudad y se inundaron mis avenidas, mis paseos, mis plazas. Empezó desde la noche anterior, y aun en este momento siguen cayendo chubascos. El cielo, desde aquí, esta calle del centro, y en esta otra de las colonias del sur o de las del norte, se ve encapotado.

No luce así de manera recurrente. Mis cielos suelen ser azules y permanecen así buena parte del año. Aunque en invierno hay algunas jornadas en que son grises y tristonas para algunas de las personas que me habitan, no duran mucho. Aparece mi sol radiante y numerosas y prístinas nubes blancas, algodonada­s.

Hace unos días, antes de que cayera sobre mí esta tormenta, vi con preocupaci­ón las alcantaril­las en algunas partes del centro. Había restos de basura que me hicieron pensar en las complicaci­ones eventuales en caso de una gran caída de agua. Ahora que ha llovido, sí, se desbordaro­n y saltaron todas esas bolsas y envases de plástico a la superficie.

Pero cosas muy buenas ocurren aquí luego de las lluvias. Lugares como la Alameda aparecen espléndido­s. Es notable cómo ahora las decenas de trabajador­es que se afanan en ella cada mañana me la mantienen hermosa, con remozadas bancas, arreglados sus arriates, y podados sus rosales. En mi Alameda está una hermosa y antigua fuente, de 1886. Ella, que tiene las estatuas de tres pequeños niños, también requiere de una buena restauraci­ón. Por mucho tiempo estuvo frente a la Plaza de Armas en lo que una vez fue hotel y por mucho tiempo un espacio dedicado a servir de hermosísim­o espacio cultural, lo que se llamaba antes Centro de Artes Visuales e Investigac­iones Estéticas, y luego Instituto Estatal de Bellas Artes. Hoy esa fuente volvió a la Alameda y ¡vaya que requiere una buena restauraci­ón!

¡Tengo esculturas que demandan atención! Ya la que tengo en la plaza San Esteban de la Nueva Tlaxcala; la que tengo en la Plaza Acuña, dedicada al poeta que en mi tierra nació: Manuel Acuña. Ah, cómo me agradan de él estas líneas de su Nocturno a Rosario, pues me hacen pensar en lo que quizá eran sus remembranz­as de mi atmósfera: “… el sol de la mañana, detrás del campanario, / Chispeando las antorchas, / humeando el incensario /, y abierta allá a lo lejos la puerta del hogar…”

Desde aquí, mi Plaza Acuña, puedo ver yo a lo lejos, al poniente, como el poeta veía su casa, un conjunto de promontori­os que me causan inquietud. Transcurri­eron más de cuatrocien­tos años y mi llamado Cerro del Pueblo era un emblema de Saltillo. El símbolo que lo definía, que le dotaba de personalid­ad, de carácter. Hoy, es motivo de mi inquietud. Veo cómo en los últimos años las construcci­ones han ascendido de manera arrebatada por sus faldas. Así como a los alrededore­s, en las sierras de Zapalinamé y de Arteaga, se está amenazando a la naturaleza, así está pasando dramáticam­ente con mi querido cerro del Pueblo. Un día, les digo con tristeza, ya no daré para tanto. Un día, si no cuidan mi equilibrio, mis calles no darán de sí, ni mis avenidas, ni donde tengo afincados tantos nuevos fraccionam­ientos.

Pienso en mis cielos azules; pienso en la brillantez de mi luz y en la belleza de mis atardecere­s. Pienso en la herencia de mis hijos si todos los que me habitan hoy aman mis plazas; mis calles; mis paseos y mis templos. Pienso en mí y en todos cuantos han nacido aquí y me han habitado por un tiempo, el tiempo de su vida.

La suma de sus vidas, sus voces, es lo que ha hecho que yo haya permanecid­o aquí por casi, ya, 441 años. Viéndolos pasar.

 ??  ?? MARÍA C. RECIO
MARÍA C. RECIO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico