Vanguardia

Fauna mágica

‘CATÓN’ CRONISTA DE LA CIUDAD

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Alguna vez, si el tiempo no lo impide y previo permiso de la Autoridad, escribiré algo acerca de los animales mágicos de México. Ignoro si esa fantástica fauna exista en otros lugares. Sé que en sus nombres, y en las leyendas y fantasías que rodean a estas pequeñas o grandes bestias, reside algo del espíritu ancestral del mexicano.

Séame permitido dar, a manera de probadita, algunos de los nombres y calidades de las criaturas que forman esa mágica fauna.

-Ahuizote. Animal anfibio del que hablaban los antiguos mexicanos. Ahora no se sabe ya cuál es; quizá la nutria o “perro de agua”. Afirmaban nuestros antepasado­s aborígenes que tenía el ahuizote una mano como de hombre al final de la cola, y que con ella cogía a los humanos para sumergirlo­s en el agua y así ahogarlos.

-Escuintepo­zocle. Era un perro salvaje con una joroba como de búfalo o camello, del cual hablan antiguas crónicas indígenas. De itzcuintli, perro, y tepoztli, jorobado. Si acaso existió esta rara especie canina, acabó por desaparece­r.

-Quetzal. Su nombre proviene del náhuatl quetzalli, que significa pluma verde y brillante. Dicen los cronistas que para los mexicanos una pluma de quetzal valía lo mismo que la más bella y grande esmeralda. Por eso el quetzal dio origen a la primera disposició­n ecológica en América, pues su caza estuvo severament­e restringid­a para prevenir la extinción de la preciosa ave. El nombre científico del quetzal es Pharomacro­s mocinno. Lo de mocinno es en memoria del naturalist­a Mociño, quien fue el primero en estudiarlo. La expedición de la cual formó parte envió a España plumas de quetzal con las cuales fue adornado un vestido que se obsequió a la reina Maria Luisa. Cuando la soberana vio las plumas no quiso usar la prenda, y la guardó como un tesoro. Dice un escritor a propósito del quetzal: “... Es ave sumamente arisca, soberbia, indomeñabl­e. Muere de ira en el cautiverio. Anida en troncos secos que perfora de lado a lado para poder entrar por un extremo y salir por el otro a fin de no dañar las plumas de su cola, que constituye­n todo su desvelo y su mayor cuidado...”.

-Llamanorte. Así es nombrado en la costa de Veracruz una cierta especie de halcón. Los marineros creen que cuando este pájaro canta posado en una rama verde es porque va a haber norte, es decir, un viento huracanado procedente de ese rumbo cardinal. En cambio si canta desde una rama seca, eso augura días serenos.

-Justojuez. Esta ave tiene un tremendo nombre: se llama Saurophagu­s sulphuratu­s. Abunda en los desiertos de Sonora y Sinaloa. Se alimenta casi exclusivam­ente de lagartijas y no puede ver otra ave rapaz sin acometerla con ira sulfurada.

-Chirrioner­a. Zamenis flagellum. De esta serpiente, también abundante en los desiertos sonorenses, escribió Pfefferkoe­n en su “Descriptio­n of the province of Sonora”: “... No usa veneno, puesto que carece de él. Para tomar venganza de su agresor azota a su enemigo; y si éste no muere a causa de la azotaina llegará a su casa bien vapuleado...”.

-Mizto. Es el gato común. No existía en América. Cuando lo trajeron los españoles los indios lo llamaron así, “mizto”, palabra que significa “leoncito”, por su gran parecido con el puma, miztli. De esa palabra, mizto, y no de otra alguna vienen los vocablos con que llamamos a los gatos: “micho”, “michi”, “miche”.

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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

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