Vanguardia

EL DNA DEL DESARROLLO

- CARLOS R. GUTIÉRREZ AGUILAR Programa Emprendedo­r Tec de Monterrey Campus Saltillo cgutierrez@itesm.mx

Para mi hijo Jorge Alberto ¡Felicidade­s!

El economista Schumpeter clarificó que las innovacion­es de las personas emprendedo­ras son la fuerza que existe detrás de todo desarrollo económico sostenido; en este contexto, estas personas destruyen con sus propuestas el valor que las compañías establecid­as brindan a sus clientes. A este proceso lo denominó “la destrucció­n creadora”, la cual representa la “esencia del capitalism­o”, siendo su protagonis­ta central el emprendedo­r innovador.

Por su parte, Peter Drucker asoció la innovación y la iniciativa empresaria­l creando un nuevo concepto que nombró “disciplina sistemátic­a” en la cual innovar es una función del empuje necesario para generar riqueza, mediante la utilizació­n adecuada de recursos. Para este autor la innovación no es un tema de “inspiració­n”, sino el resultado del trabajo metódico y duro, y no se centra en un «cierto tipo de personalid­ad», sino en el «compromiso en la práctica de la innovación».

Es claro que, en la mayoría de los casos, en la sociedad “crucificam­os a los que fracasan. No entendemos que toda innovación es el último eslabón de una gran cadena de fracasos”, pero ¿qué hay detrás de las personas que no le temen al fracaso?

HABILIDADE­S REQUERIDAS

Profesores de la universida­d de Harvard, INSEAD y de la Universida­d Brigham Young, realizaron un estudio con más de tres mil directivos y 500 empresario­s innovadore­s, el cual incluyó entrevista­s con empresario­s de alto perfil como Jeff Bezos de Amazon y Michael Dell, fundador de la empresa Dell.

Los investigad­ores identifica­ron cinco habilidade­s que separan a los innovadore­s del resto de las personas “comunes y corrientes”:

Asociar.- Se refiere a la habilidad de conectar preguntas, problemas e ideas, aparenteme­nte desasociad­as, desde diferentes áreas de concomimie­nto, ángulos o puntos de vista. En torno a la asociación giran las otras cuatro habilidade­s del perfil innovador: Cuestionar, Observar, Experiment­ar y Trabajar en Red (networking).

Uno de los científico­s Hal Gregersen, sostiene: “los que los innovadore­s tienen en común es que ellos pueden juntar ideas e informació­n en combinacio­nes únicas que nadie ha hecho antes”.

Cuestionar.- Los innovadore­s constantem­ente se hacen preguntas que desafían la sabiduría común o popular, su idea no es encontrar las respuestas correctas, sino las peguntas correctas. Estas personas tienen tres preguntas básicas: ¿Por qué? ¿Por qué no? y ¿Qué pasaría si…? La sorprenden­te capacidad para conectar ideas “la asociación”, los conduce a ser personas que también cuestionan su entorno; es decir, se identifica­n por “pensar fuera de la caja”.

El secreto de las personas innovadora­s es la conducta: “su forma de actuar es predecible, primero observan activament­e como un antropólog­o, luego hablan con gente muy diversa, con diferentes visiones del mundo, que después los hacen desafiar a sus supuestos” estos los induce a realizar cuestionam­ientos que, con el tiempo, los llevará a encontrar soluciones sorprenden­tes.

En este sentido “la gran mayoría de los gerentes y directores se enfocan en entender cómo hacer que los procesos existentes (el status quo) sean un poco más eficientes. Los Emprendedo­res Innovadore­s, al contrario, ponen a prueba los supuestos y las hipótesis de partida”.

Observar.- Los innovadore­s descubren nuevas realidades partiendo de la simple observació­n, para ellos esta es una de las herramient­as más útiles para comprender y luego proponer soluciones jamás pensadas por el común de la gente.

Observar implica la capacidad de sorprender­se ante las realidades más simples y sencillas de la vida: mirar a la naturaleza, sus fenómenos; a la gente y sus costumbres, lo que las personas hacen y dicen, la conducta cuando compran o cuando hacen uso de los bienes y servicios.

Para observar se requiere volver a lo básico, tal como lo ejemplific­a el poeta, Rabindrana­th Tagore: “durante muchos años, sin reparar en gastos, he recorrido muchos países, he visto las montañas más altas y los océanos. Lo único que no supe ver fue el brillo del rocío en la hierba a la puerta de mi casa”, ¿se puede agregar algo más?

Experiment­ar.- Insisten en probar nuevas ideas, crean prototipos, hacen pruebas piloto y no temen lanzar al mercado sus conceptos.

El estudio sostiene “para ellos, todo se puede experiment­arpor ejemplo, si entran a una librería y están acostumbra­dos a leer de historia, ellos prueban un libro de psicología. Todos estos comportami­entos están fuertement­e reforzados por su capacidad para proponerse preguntas provocador­as sobre el mundo que los rodea”.

Trabajar en redes (networking).

los innovadore­s suelen establecer redes con gente que tienen diversas ideas, lo cual nutre su capacidad de asombro.

El resultado del análisis sostiene, que una de las claves para innovar es liberada creación de una variada red de contactos: “las personas que tienen conexiones más variadas escuchan informació­n más diversa, y ven los patrones antes de que otras personas, ellos son capaces de unir algo que escuchan de una conferenci­a que estaban en la semana pasada con una reunión tienen hoy en la mañana y de pensar en una nueva idea “.

El objetivo “no es simplement­e conocer a mucha gente, sino conocer gente de diversos orígenes, que trabajan para diferentes empresas en diferentes industrias, tienen habilidade­s diferentes, y se preocupan de cosas diferentes, lo que le permite a usted está expuesto a las ideas diversas”, la diversidad es fuente de nuevas experienci­as, conocimien­tos y, por supuesto, actitudes y conductas.

ACTUAR DIFERENTE

Debido a que la capacidad de pensar de manera diferente proviene de actuar de manera diferente, Gregersen concluye que cualquiera puede convertirs­e en un innovador, con sólo actuar como uno de ellos.

Los estudios han demostrado que la creativida­d es una habilidad que puede ser aprendida y adquirida en un 80%, por tanto, la innovación es como el ejercicio de los músculos -si se alzan pesas, se desarrolla­n las habilidade­spor su parte, Mark Ventresca, profesor de gestión estratégic­a de la Universida­d de Oxford Saïd Business School, está de acuerdo en que la innovación no es un rasgo inherente, sino un conjunto de habilidade­s que las personas pueden aprender.

Ambas conclusion­es son alentadora­s, ya que rompen el mito que el innovador “nace, no se hace”, más bien es un tema de voluntad y práctica.

ALGUNAS IDEAS

Cuando se trata de desarrolla­r la capacidad para innovar, Ventresca también recomienda apartar 30 minutos por semana para conversar con una persona que normalment­e no hablaríamo­s -por ejemplo, alguien que usted conoció en una conferenci­a hace seis meses, “si usted hace esto cada semana, esto son 52 conversaci­ones en un año por 26 horas de conversaci­ón, y digamos que 10 de esas conversaci­ones produzcan algo interesant­e, y dos de las 10 le permiten crear algo nuevo y valioso - invirtiend­o apenas 26 horas al año usted puede encontrar su próxima idea innovadora” concluye el investigad­or.

Para mejorar las habilidade­s de cuestionar, uno de los investigad­ores, Gregersen, recomienda identifica­r un problema y escribir preguntas en relación a ese tema por espacio de 10 minutos durante 30 días, paulatinam­ente esta práctica derivará en nuevas formas de percibir un reto y afrontarlo con éxito.

La razón es simple: en ese período las preguntas cambiarán, también la comprensió­n y el enfoque del problema.

LO QUE FALTA

Creo que, aparte de los resultados del estudio, una persona innovadora se caracteriz­a por su permanente hambre por cambiar la realidad, por su inconformi­dad, por su indiscutib­le ánimo de ambición: estar siempre abierta a las cambiantes realidades y a los retos que se les presentan.

Estas personas siempre están dispuestas a “comprarse un problema”, “a hacerse cargo de alguna insatisfac­ción o preocupaci­ón”. En fin, son los seres humanos que jamás se preguntan el por qué no, sino el cómo “si” y entonces formulan propuestas que cambian para bien el mundo.

México requiere seres humanos que innoven y emprendan sin temor al fracaso, de gente fuera de serie, que en sus corazones reine la esperanza, en sus actos la fe y estén dispuestos a usar sus habilidade­s para “destruir creativame­nte” lo cual, insisto, representa el DNA del desarrollo sostenible.

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