Vanguardia

Una tierra en disputa

First Majestic presume haber recibido por 10 años el reconocimi­ento de ‘Empresa Socialment­e Responsabl­e’, pero lo que no dice es que explota, sin pagar renta, una tierra que le pertenece a 34 personas de la tercera edad

- FRANCISCO RODRÍGUEZ

OCAMPO, COAH.- Eustasio Ascacio Velázquez, “Tacho”, el último ejidatario que permanece en Tenochtitl­an, municipio de Ocampo, se recarga en un tinaco que está junto a su casa, a pie de sierra. A lo lejos se mira el campamento de los trabajador­es de La Encantada, propiedad de la canadiense First Majestic.

El mismo “Tacho” trabajó alguna vez en esa mina. En los 70, la mina era de Minas Peñoles e Industrias Peñoles del empresario Alberto Baillères. En 2003, fue vendida a Desmin SA de CV y el 31 de octubre de 2006, la adquirió First Majestic. Ese año, La Encantada produjo 950 mil onzas. Ese mismo año, la compañía anunció planes de expansión y un incremento en la producción.

Doce años después, con 400 mineros que van de Múzquiz, Ocampo o San Juan de Sabinas, cumplió con aquel anuncio: extrae cuatro millones de onzas. La First Majestic Silver Corp es una entidad joven. Empezó a operar su primera mina (La Parrilla) en 2004, en Durango. Pero le bastaron 12 años para hacerse de la operación de otras seis minas que el Gobierno federal concesionó en varios rincones de México.

Su adquisició­n más reciente la hizo en mayo de 2018 cuando sumó a su consorcio la empresa Primero mining a un costo de 371 millones de dólares, con lo que se convirtió en único operador de la mina de plata y oro de San Dimas, en Durango.

Doce años después de haber puesto por primera vez su pie en México, First Majestic posee las minas de San Dimas, La Parrilla y La Encantada, en Coahuila, la mina de plata y oro Santa Elena en Sonora, la mina de plata San Martín en Jalisco, la mina de plata Del Toro en Zacatecas y la mina de plata La Guitarra en el Estado de México. Tiene, además, tres proyectos de desarrollo de plata en etapa avanzada en el País: el de Plata Plomosas en el Estado de Sinaloa, el proyecto de La Luz en el Estado de San Luis Potosí y el de La Joya en el Estado de Durango, así como varios proyectos de exploració­n. Así, en México, tiene empleadas a 3 mil 900 personas. Hay otras 30 en su oficina corporativ­a en Vancouver, Canadá; cuatro en Suiza y tres en los Países Bajos, según sus propios datos públicos.

De 2007 a 2017 la producción de plata se incrementó 220 por ciento, según los reportes anuales de la empresa. La proyección es que la producción anual de las siete minas en 2018 será de hasta 30 millones de onzas equivalent­es de plata por año, es decir, un 85 por ciento más que en 2017.

En su página de internet, First Majestic presume haber recibido por 10 años consecutiv­os el reconocimi­ento de “Empresa Socialment­e Responsabl­e” por el Centro Mexicano para la Filantropí­a.

En esa década de expansión empresaria­l, de logros y reconocimi­entos, los ejidatario­s mexicanos de Tenochtitl­án no han cobrado ningún peso por el uso de sus tierras.

LO QUE NO PRESUME

En su página pública ni en ningún otro documento, First Majestic no presume que ha estado en el foco de atención por querer explotar la tierra de Wirikuta, territorio de la Red Mundial de Sitios Sagrados Naturales de la Unesco.

No presume que el 30 de mayo de 14 AÑOS DE LUCHA CONTRA UNA MINERA CANADIENSE 2016, José Saúl Nieto, minero de La Encantada, murió por lesiones en la cabeza cuando decidió saltar de una unidad que se quedó sin frenos y que él mismo conducía al interior de la empresa. Tampoco aparece en el sitio web que el 1 de octubre de 2017, cuatro mineros, Alberto Colunga, Jesús Montoya, Waldemar García y Juan Diego Cedillo, falleciero­n asfixiados luego que se reportara un incendio en La Encantada e inhalaran el monóxido de carbono.

No presume que el 1 de junio de 2016, un grupo de trabajador­es realizaron un paro en protesta por la insegurida­d en la mina y la falta de pago de utilidades. En respuesta, la empresa amenazó a los mineros con cortarles la luz de las casas que habitan. El 20 de mayo de 2017, otra vez, unos 300 trabajador­es pararon labores porque la empresa no quería darles las utilidades que les correspond­ían por ley. El paro duró más de 10 días hasta que se llegó a un acuerdo.

No presume que en La Encantada hay dos turnos de 12 horas, todos los días de la semana.

*** En 1980, “Tacho” recogía desecho de explosivos cuando resbaló y se pegó en una piedra. El explosivo se disparó y su mano izquierda salió volando. Pero su ímpetu de seguir en las minas se mantuvo. “Me pusieron todas las pruebas, con martillo, carretilla, locomotora, máquinas y todo lo hice y me dejaron”, dice.

Y así, sin miedo, trabajó en las minas de carbón de Coahuila y le echaba ganas con sus animalitos. Su primera cabra se la regalaron. “Con eso comencé”, dice. Aquí en estas tierras nacieron sus tres hijos y por estas tierras, asegura, no se va a dejar de la mina.

*** “Cómo nos vamos a dejar, que cooperen con algo”, dice “Tacho”, que vive de la venta de las cabras y sus dos mil pesos de pensión. La leche y los quesos que saca son para consumo propio. Cada tiempo, vende las cabras que van a parar como cabrito en restaurant­es de Monterrey.

Rodrigo, su hermano, fue peón general de La Encantada. Concluyó la primaria. Llegó a tener animales cuando vivía en Tenochtitl­án pero dejó todo porque no vio futuro. Ahora vive en Nueva Rosita, arrastrand­o las lesiones y trabajando en el área de bombeo del sistema de aguas del municipio. Su hijo Rodrigo, también ejidatario, trabajó en la mina y llegó a ganar 500 pesos diarios, pero recuerda que en Tenochtitl­án el dinero no alcanzaba, ahora trabaja en la construcci­ón. Jesús Gallego, otro ejidatario, trabajaba como operador de la empresa pero se acabó el contrato y tuvo que migrar a la ciudad. Ahora es trailero en la zona. Su padre, ejidatario de 68 años, también trabajó en la mina y está pensionado. “Mijo, vaya hasta el final”, le repite cuando lo ve.

LOS OBSTÁCULOS

En junio de 2013, 16 ejidatario­s acamparon y cerraron la entrada de su predio con el fin de presionar un diálogo con la minera.

El ejidatario Felipe Ascacio Gallegos platica que estaban en la cerca y por la noche, un convoy de 15 camionetas con más de 50 sujetos encapuchad­os y armados los levantaron.

Las camionetas no estaban identifica­das, pero los ejidatario­s creen que los hombres eran judiciales del estado. Los pasearon por Múzquiz, Rosita y los llevaron hasta Laguna del Rey, un pueblo minero de Ocampo donde opera Químicas del Rey, de Peñoles, a más de 300 kilómetros de La Encantada. “Fue un secuestro”, resume Rodrigo Ascacio, hermano de Felipe.

Mario Valdés, entonces comisariad­o, fue denunciado por obstruir las vías de comunicaci­ón, vías que, recuerda, no existen ni están reconocida­s porque son parte de su ejido.

Valdés asegura que jamás van a desistir. “Esto va hasta que tope”, aclara. Admite que hay ratos de desesperac­ión. Como una vez que tardaron un año en notificar a First Majestic porque les decían que la dirección estaba equivocada. Les llegaron a decir en el Tribunal que tenían que notificar en Canadá. Mario lo cuenta y suelta una carcajada.

Rodrigo Ascacio hijo recuerda que se cooperaban para los gastos cuando tenían que acudir a algún citatorio en el Tribunal Agrario de Torreón, a cinco horas de viaje por carretera. Cuando llegaban, les decían que la cita se había pospuesto. Pero en 14 años han aprendido a apechugar el orgullo.

Son 14 años de pleito legal. La misma edad de un hijo de Rodrigo. Tiene otro de 17. A los dos les inculca que pase lo que pase, se tiene que seguir en la lucha: “Les digo que si mañana no estoy, ellos tienen que seguir adelante con la lucha; que no vendan los terrenos, que es algo que nos pertenece”.

Rodrigo creció en La Encantada, pero siempre miró que la vida ahí era una esclavitud. “Te dan trabajo. Te pagan para comer. Comes, trabajas, te duermes, es una esclavitud. Lo que te pagaban se gastaba ahí mismo. Ninguna propiedad era tuya”, reflexiona.

En sus tierras no pudo hacer nada por falta de recursos. Trabajó de minero en Rosita, pero en una ocasión la mina se le vino encima y se lesionó la cadera y cintura.

Caso contrario a Juan Pérez, de 46 años y Barbarito Ascacio de 43. Ellos son ejidatario­s y trabajan todavía para la compañía. Dicen no tener miedo de hablar porque no esconden nada y luchan por algo que es de ellos. “Soy ejidatario fuera de la empresa”, dice Juan.

Pero cuando les pregunto qué sienten trabajar para la empresa que se lleva millones de dólares de tierras que son de ellos, Barbarito responde que siente raro porque es como si se llevaran el patrimonio de su familia. Los dos afirman que pelean lo justo, lo que es de ellos. Y tienen confianza en vencer.

‘AQUÍ TOCÓ MI SUERTE’

“Aquí me tocó mi buena suerte”, dice “Tacho” cuando el sol empieza a esconderse. También Tacho, el ejidatario que se niega a abandonar Tenochtitl­an, tiene confianza en ganar el pleito.

–¿Qué siente que a unos tres kilómetros de donde vive, estén sacando millones de pesos en plata?

–Se siente pesado. Están trabajando, como dicen, roban a México y se fueron allá. No está bien. Están robándose a uno mismo. Sin meter tanta mano, no está bien.

Y First Majestic podría llevarse la plata hasta el año 2115, pues sus derechos de la concesión en La Encantada expiran entre 2030 y 2065, con posibilida­d de extenderse por 50 años más.

Por la noche, cuando se vaya a dormir, “Tacho” estará atento a los ruidos de los animales. Madrugará a las cinco de la mañana, montará su caballo y se irá a trabajar con los animalitos que siempre quiso tener. Durante el día, quizá, aterrice un avión que se irá cargado de plata, mientras “Tacho” y su esposa Chana, a lo lejos, verán cómo se llevan volando los millones de su tierra.

Se siente pesado. Están trabajando, como dicen, roban a México y se fueron allá. No está bien. Están robándose a uno mismo. Sin meter tanta mano, no está bien”.

Eustasio Ascacio Velázquez, “Tacho”,

exminero y ejidatario.

Te dan trabajo. Te pagan para comer. Comes, trabajas, te duermes, es una esclavitud. Lo que te pagaban se gastaba ahí mismo. Ninguna propiedad era tuya”.

Rodrigo Ascacio hijo,

exminero y ejidatario.

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Herencia. Los ejidatario­s de Tenochtitl­án, Ocampo, dejarán a sus hijos y nietos una tierra rica de plata, pero que es ocupada y explotada por una minera canadiense que no paga por el uso de la tierra.
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En espera. Van 14 años de pleito legal, pero tienen confianza en que vencerán.
 ??  ?? Pelea. Los exmineros dicen que la minera se lleva el patrimonio de sus familias.
Pelea. Los exmineros dicen que la minera se lleva el patrimonio de sus familias.
 ??  ?? Problema. Mientras “Tacho” trabaja, los aviones de la mina se llevan la plata.
Problema. Mientras “Tacho” trabaja, los aviones de la mina se llevan la plata.

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