Vanguardia

Foro de Vanguardia Armando Castilla Galindo, Director general del periódico VANGUARDIA

- Tomasa Vives Preciado

Desde el año 2003, en que incursioné por vez primera en una contienda política, aprendí que el trato que los candidatos recibimos de los medios de comunicaci­ón, con muy contadas excepcione­s, está condiciona­do por la ley de “el que paga manda”.

En la reciente campaña para la renovación de la Alcaldía de Saltillo, ratifiqué dicha opinión, al constatar el trato desigual que recibe de parte de los medios de comunicaci­ón un candidato que no maneje un presupuest­o considerab­le para invertir en publicidad.

Desaires, pobre cobertura de la agenda, cancelacio­nes, por no mencionar la inequidad del espacio y del sesgo informativ­o, fueron la constante de VANGUARDIA hacia mi candidatur­a. Pero le repito, entiendo cuál es el problema de fondo y lo acepto como parte de la realidad de la política y los medios de comunicaci­ón.

Pero hace unos días, lamentable­mente, tuve que agregarle a todo lo anterior la difamación, luego de leer en su diario que yo recibí, del Instituto Estatal Electoral, recursos para mi campaña por un monto de once millones de pesos, según se asegura en la nota “Tomy Vives pierde hasta con candidatos independie­ntes”, (Karla Tinoco, VANGUARDIA, miércoles 4 de julio de 2018).

Dudo yo que esta aseveració­n sin fundamento­s sea un error, sino que considero pueda tratarse de un acto doloso.

No tiene idea cómo daña esta mentira en mi prestigio como mujer y mi reputación como política, ex funcionari­a y luchadora social.

Mis topes de gastos de campaña son muy claros, lo mismo que la cantidad de recursos que recibí y los gastos que realicé. Todo lo puede constatar alguno de sus reporteros, si ponen en ello un mínimo de voluntad para enmendar su calumnia.

Exijo la pertinente rectificac­ión con las considerac­iones que establece la ley, aunque dudo que pueda reparar el daño a mi persona. Sólo le recuerdo que la difamación constituye un delito.

Por favor incluya esta carta abierta en la sección correspond­iente y, una vez que pueda rectificar su informació­n y fuentes, aclare el infundio y confiérale el mismo espacio que a la nota difamatori­a.

Sin más por el momento.

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