Vanguardia

Coordinaci­ón Federación-estados, ¿será mejor?

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Una de las modificaci­ones importante­s que podría sufrir el mapa burocrátic­o gubernamen­tal, a partir del triunfo electoral de Andrés Manuel López Obrador, es el relacionad­o con la manera en la cual las entidades federativa­s del País y el Gobierno de la República colaboran y se coordinan, para el cumplimien­to de las obligacion­es legales que correspond­en a cada orden del gobierno por separado o en las cuales tienen facultades concurrent­es.

Hasta ahora, el modelo predominan­te ha sido uno de carácter centralist­a, mismo que está definido esencialme­nte por la concentrac­ión en el ejercicio del gasto público por parte del Gobierno de la República.

Y es que, aun cuando en el papel somos una república federal, integrada por estados autónomos y libres, la verdad es que el modelo operaciona­l ha sido históricam­ente al revés: los estados en realidad dependen de la federación y su soberanía, en términos reales, se encuentra seriamente disminuida.

¿Qué va a pasar en este aspecto una vez que López Obrador asuma la Presidenci­a de la República? Un primer atisbo en este sentido se ha dado a partir de anunciarse la creación de “coordinaci­ones generales” del Gobierno Federal, en cada entidad del País.

Y aunque no se ha explicado con detalles cuál sería el propósito de tales coordinaci­ones, ni su impacto en términos de la estructura burocrátic­a gubernamen­tal, lo dicho hasta ahora permite algunas lecturas:

La primera de ellas es que la creación de tales “coordinaci­ones” traería aparejada una disminució­n en el número de empleados, adscritos a las delegacion­es estatales de las secretaría­s del Gobierno Federal, algunas de las cuales incluso desaparece­rían.

La segunda lectura es que estas coordinaci­ones concentrar­ían las decisiones relativas a la operación, seguimient­o y evaluación de los programas sociales, uno de los ejes de la política gubernamen­tal de la nueva administra­ción a través de los cuales, entre otras cosas, se daría el combate a la corrupción.

No queda claro, sin embargo, lo que es, en todo caso, más relevante: si el nuevo gobierno habrá de profundiza­r en la centraliza­ción de las decisiones, tal como lo hizo el gobierno de Enrique Peña Nieto, o si impulsará un modelo que fortalezca realmente el pacto federal.

En otras palabras, ¿existirá la posibilida­d de que los órdenes de gobierno que se encuentran más cerca de los problemas, es decir, el municipal y el estatal, cuenten con mayores recursos –económicos, sobre todo– para ofrecer respuesta a los mismos, o se profundiza­rá el modelo seguido hasta ahora, según el cual sólo el Gobierno de la República cuenta realmente con margen de acción?

No es un asunto menor y se trata de uno de los debates más viejos de nuestra agenda pública. En particular, los municipios de México han sostenido un reclamo importante en el último cuarto de siglo, para que sus capacidade­s sean fortalecid­as a través de una mayor transferen­cia de recursos.

Habrá que esperar, sin embargo, a que se proporcion­e mayor informació­n sobre las “coordinaci­ones generales”, que incluso ya cuentan con titulares, para saber si daremos pasos hacia el verdadero federalism­o o estamos sólo ante una nueva fórmula centralist­a.

No queda claro si el nuevo gobierno profundiza­rá en la centraliza­ción de las decisiones, o si impulsará un modelo que fortalezca realmente el pacto federal

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