MUNDO amargo
A base de manipular los saborizantes, las compañías procesadoras de alimentos y bebidas siempre han tratado de convertir en dulce, lo amargo de la Naturaleza.
El azúcar es un ingrediente interesante. Después de todo no contiene nada de grasa, provee energía instantánea y hace que casi cualquier alimento sepa mejor. Sin embargo, esos atributos son derrumbados por un hecho incontrovertible: el azúcar engorda.
Si podemos entenderlo podríamos minimizar sus efectos nocivos, y de paso ayudar a crear cuerpos más delgados y saludables.
El problema es que el azúcar está dondequiera —no solamente en los refrescos, en los dulces y en los postres. De hecho, el azúcar se encuentra disfrazado de carbohidrato en opciones como el pan, el arroz, la pasta, la cerveza y la leche. Todos ellos contienen diferentes tipos de azúcares, y su cuerpo no puede decirle cuál es la diferencia entre uno y otro.
Para rematar, casi todo lo que comemos se convierte en azúcar, es lo que conocemos como ‘glucosa de la sangre’.
En cualquier comida usted puede ingerir el equivalente a una dieta alta en azúcar —aún si evita los dulces. Por ejemplo, durante la digestión un par de rebanadas de pan blanco se convierten en una cantidad de glucosa equivalente a tres cucharaditas de azúcar.
En fin, cada vez que usted ingiere azúcar, su nivel de glucosa en la sangre se eleva rápidamente. A su vez, esto estimula la liberación de insulina, una poderosa hormona que le dice a su cuerpo que almacene como grasa, el azúcar que usted no utiliza de inmediato.
También hay una respuesta a la cantidad. Entre más azúcar consuma, mayor será la elevación de la glucosa en su sangre y, consecuentemente, más insulina necesitará para procesarla.
ESTÉ PENDIENTE DE ESTO
Por supuesto, nadie puede dejar los sándwiches, el arroz ni los espaguetis, pero puede usar estrategias para reducir la velocidad con la que el azúcar es vertida dentro de su torrente sanguíneo. La mejor de esas estrategias es consumir los alimentos como los entrega la Naturaleza (integrales), no como los procesa el ser humano. Lo cual significa menos harinas y azúcares refinados, y más granos enteros, frutas y verduras.
La recompensa es que usted disminuirá el impacto en sus niveles de glucosa sanguínea, y aumentará la habilidad de su cuerpo para quemar la grasa ( y para mantenerle más saludable).
LO QUE LOGRA CON ELLO
La investigación muestra que cuando usted ingiere alimentos no procesados, no le da hambre tan rápido, y no se antoja de las opciones cargadas de carbohidratos simples y de grasas, como es el caso de las llamadas ‘comidas rápidas’.
Y de esta manera reduce el riesgo de diabetes, de enfermedad del corazón y de cáncer.
Todos los productos refinados vienen cargados de calorías ‘vacías’, es de decir, de calorías que no aportan ningún otro nutriente.
Esa es, por ejemplo. la diferencia que hay entre tomarse un refresco embotellado y un ‘agua fresca’ preparada en casa con una fruta de la estación.
Es cierto que al agua fresca también se le añade un poco de azúcar, pero esta bebida ya no sólo tiene calorías vacías, sino que incluye los nutrientes —vitaminas, minerales y fibra soluble— propios de la fruta con la que preparó su refresco.
En fin, el problema de los azúcares es que —casi sin darnos cuenta— ingerimos demasiado de ellos. Para resolverlo, permanezca más pendiente de lo que come.
UN PROBLEMA MERCANTIL
Existe una razón para que el jugo de toronja sea servido en vasos pequeños: lo amargo de esta bebida obliga a la mayoría de las personas a beber sólo un poco a la vez.
El culpable es la narinjina, el compuesto químico natural que le da a las toronjas su sabor amargo.
A algunas personas les gusta ese sabor, y consideran que es lo que hace a la toronja agradablemente diferente. Otras no lo soportan y tratan a toda costa de evitarlo, lo cual es visto como un ‘problema’ por las compañías que procesan el jugo de esta fruta.
De hecho, la idea de vender más, es lo que hace que los que envasan jugo de toronja seleccionen las variedades con más bajo contenido de narinjina, aún cuando este compuesto tiene excelentes propiedades antioxidantes, a tal grado, que la toronja podría ayudar a prevenir el cáncer y la arteriosclerosis.
UN SABOR PROTECTOR
Las toronjas traen una carga magnífica de vitamina C y de narinjina, dos compuestos que por sí solos podrían protegerlo de un largo listado de problemas de salud.
Por eso hay infinidad de científicos investigando las cinco ramas básicas del sabor, es decir, lo dulce, amargo, salado, ácido y alcalino. Y dentro de este grupo lo amargo es de interés muy especial, dada la gran cantidad de alimentos que son desaprovechados por esta causa.
Hay muchos componentes de sabor amargo en el reino vegetal. De hecho, los científicos dicen que la Naturaleza creó el sabor amargo para que ciertas plantas pudieran protegerse de animales que de otra manera las habrían exterminado.
El ser humano mismo ha aprendido que lo amargo puede ser peligroso –por lo general tóxico. Y también ha aprendido que puede ser nutritivo.
La toronja y los vegetales crucíferos como la coliflor, la col de Bruselas, la col rizada y el repollo, son especies muy nutritivas, a pesar de que todas tienen componentes de sabor amargo.
UN EJEMPLO EXTREMO
Otro ejemplo es la mandioca, una raíz similar al camote, muy apreciada en las islas del Caribe. La mandioca debe el sabor amargo a su alto contenido de ácido cianhídrico (del cual se obtiene el cianuro), que puede llegar a ser muy peligroso, hasta el punto de causar la muerte.
Pero la raíz de mandioca es muy apreciada (es alta en fibra y en carbohidratos), y a pesar de ser tan peligrosa, el hombre ha aprendido a seleccionar las variedades menos amargas para consumirlas como alimento.
Es un ejemplo extremo, pero demuestra la relación que ha existido entre lo amargo y lo nutritivo.
Desafortunadamente, en años recientes las nuevas generaciones, acostumbradas a comprar la comida en los supermercados, sólo encuentran allí los productos que aseguran una alta comercialización, lo cual reduce la gran variedad de opciones alimenticias que ofrece la Naturaleza.
En fin, los humanos somos la única especie que disfruta lo amargo de algunas bebidas y alimentos. Todas las demás le sacan la vuelta a ese sabor.
Pero nosotros hemos aprendido a disfrutarlo. Por ejemplo, disfrutamos del café, el cual se extrae de un grano sumamente amargo, y disfrutamos del chocolate, extraído de un grano aún más amargo.