LAS POZAS DE CUATRO CIÉNEGAS: MORIR EN TIEMPO REAL O RECUPERARLAS
De pequeña, como a tantos niños, huía del resto para disfrutar e investigar el mundo. Me apartaba para sumergirme en agua cristalina; con un pedazo de pan entre los dedos, me aferraba a una roca en el fondo de las pozas Los Mezquites, para ver a los peces luminosos comer migajas frente a mis ojos abiertos. Años después, como reportera, supe que esas rocas de la infancia eran estromatolitos, las primeras formas de vida del planeta que llenaron de oxígeno la atmósfera primitiva, y que esos peces que tanto brillan en la memoria, eran lascyprinella xanthiacara, descritas en 1969. Qué decir de la tortuga de bisagra (Terrapene coahuila) a veces entre las manos; o de don Roberto Arredondo, propietario de las pozas, hombre de trabajo, cronista de la ciudad y buen conversador, a quien veía quedarse hasta la negrura de la madrugada contando historias a niños y mayores de mi familia.
El valle de Cuatro Ciénegas es más que un recuerdo de una o varias vidas humanas: es un sitio único que muere en tiempo real, y decir morir es observar a especies de flora y fauna desaparecer. Sin dudar, pongo por encima de nuestra vida humana, la vida de fauna y flora existente dentro y fuera del agua, porque es su compleja y hermosa red de seres vivientes, la que nos permite vivir.
Este sitio único en el planeta nos ofrece, como dijo el Dr. Mauricio de la Maza Benignos, una oportunidad para generar un modelo de gobernanza alrededor del agua, que esté forjado bajo principios de equidad, justicia, participación y diálogo. Esta oportunidad, está siendo desaprovechada, porque la postura de inmovilidad de las autoridades es la de menor riesgo político. No han dado su apoyo a la aplicación de un modelo de gestión del agua que se fundamente en los derechos humanos al medio ambiente sano y en el derecho humano al acceso al agua, a un modelo que encuentra un justo equilibro entre la preservación de la naturaleza, y el desarrollo social y económico sostenibles.
El actual uso del agua pone en riesgo a este territorio, uno de los escasos sitios en donde hay estromatolitos que no son marinos. De la Maza especifica que los linajes de estromatolitos del valle, son diferentes a los que hay en otras partes del planeta
Mauricio es un hombre de ciencia con el corazón en la mano. No deja la claridad, esa que a los mexicanos nos cuesta, pues nos encanta la medianía del maquillaje de los hechos. Y más se olvida, cuando se buscan beneficios económicos o políticos por encima de la vida.
El trabajo de De la Maza y de su equipo (PRONATURA Noreste) se ha caracterizado por realizar investigaciones de campo exhaustivas y por su esfuerzo también en el ámbito legal, para proteger a ésta y otras zonas de biodiversidad en nuestro país.
En la actualidad existen poco más de 60 familias de agricultores y ejidatarios que mantienen una discusión acalorada contra el hecho de preservar el agua en los niveles que lo requieren los caudales ecológicos. Ahora, por ejemplo, la poza de la Becerra observa 50 centímetros menos en el nivel de agua que hace meses. Es importante señalar que conservar los niveles estipulados de caudales ecológicos, garantizan recuperar la salud del sistema, y también garantizan la existencia de comunidades humanas. Con este planteamiento de PRONATURA, posteriormente sería posible generar proyectos que ayuden económicamente: tecnificar el uso del agua de las familias locales, y también, para que, con menos agua, produzcan más.
Un dato a no olvidar: en 2011 el sistema Churince, otro cuerpo de agua del valle colapsó; no más agua, solo sequedad. Hoy, dice De la Maza, “estamos viendo los mismos avisos y alerta que dimos en su momento con Churince y observamos en Poza de la Becerra signos de preocupación ya no incipientes, sino de daño medio y avanzado.
Esta poza es una muestra de lo que va a suceder con todo el sistema del valle. Porque no se colapsa de golpe, es como un cuerpo humano, avisa de disfunciones en un punto, luego en otro, hasta que no hay vuelta atrás.
Para este científico sí es posible revertir la realidad. “Se han perdido por el momento al menos dos especies y hay otras que no hemos visto. Pero si se garantiza el caudal, hay remedio”.
Y si esta complejidad ocurre con los cuerpos de agua superficial, que son los que usan los ejidatarios, otra catástrofe silenciosa ocurre con el agua subterránea que extraen de pozos los corporativos. Agua totalmente subsidiada, sin cuyo subsidio ni ganancias tendrían, ni forma de bombear el agua.
El valle de Cuatro Ciénegas conjuga riqueza biológica, histórica y cultural. Las comunidades humanas siempre han hecho uso de lo que natura ofrece, En este entorno hostil han sabido salir adelante. Pero sin agua, nada; ni vida, ni horizonte.
Pienso junto a Mauricio, en otros seres de ciencia, con un trabajo de décadas en cuerpo y alma, como Valeria Souza y Gamaliel Castañeda, cada uno entrega su testimonio -desde pronunciamientos públicos o actos silenciosos-; trabajan por lo que otros solo vemos pulsar en noticiarios y redes sociales. Ellos son héroes entre nosotros.