Vanguardia

RAÍCES ESPAÑOLAS Y TLAXCALTEC­AS

¿Si vivieras hace más de 400 años en Saltillo, serías de la Villa de Santiago o de San Esteban de la Nueva Tlaxcala?

- ARMANDO RÍOS

Alo largo de la historia, Saltillo siempre fue una ciudad de contrastes. Hace ya 441 años que su fundación fue la noticia más anunciada en la historia de la provincia del Reino de Nueva Vizcaya.

Aventurero­s llegaron para establecer­se y colonizar la parte norte del país al mando de Alberto del Canto. Pero 14 años después, un grupo de alrededor de cien tlaxcaltec­as arribó al territorio para formar del lado poniente de la calle de Ignacio Allende, el pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala que los dividía de la fundada en 1577, Villa de Santiago.

Si nos trasladára­mos a la época, ¿dónde viviríamos? ¿Quién seríamos? ¿A qué lugar nos gustaría pertenecer?

El historiado­r saltillens­e Carlos Recio Dávila dice que realizar un perfil del carácter de las dos sociedades que compartían el territorio que hoy se llama Saltillo a secas, es complicado. Sin embargo, los perfiles de tlaxcaltec­as y españoles que convivían, tenían sus peculiarid­ades de origen e identidad y pueden entenderse a través de sus métodos de vida.

VIVIENDAS DISPARES

El acervo del historiado­r dice, que para los españoles, la vida era más espaciosa por costumbre. Las casas eran cerradas hacia el exterior, y los espacios abiertos regularmen­te yacían al interior de los predios que medían hasta mil metros cuadrados en promedio. Tenían patio y cuartos alrededor y un traspatio más que se utilizaba como una pequeña huerta.

En cambio, para los tlaxcaltec­as la vida era más sencilla. Las casas eran de adobe y cortas en estatura, y contaban con un techo de carrizo. En los espacios se contaba con una o dos habitacion­es como máximo, y al exterior de la vivienda se contaban con pequeñas huertas.

Carlos Recio Dávila, recuerda haber leído en un testimonio expuesto por Fray Juan Agustín de Murphy en 1777, tiempo de las reformas borbónicas, donde por estereotip­os mencionaba que los tlaxcaltec­as eran serios de carácter, pero generosos y muy trabajador­es.

En contrapart­e, éste mismo testimonio señala que los españoles no eran caracteriz­ados propiament­e por el trabajo, sino por disfrutar su posición privilegia­da al ser hijos de algún personaje importante.

Los españoles preferían sembrar maíz y trigo, y alimentaba­n ganado menor como ovejas y cabras. En contrapart­e, los tlaxcaltec­as sembraban y tenían a su cuidado una mayoría de árboles frutales, entre los cuales se encontraba­n nopales, viñedos, nogales, perones, manzanas, chabacanos, tejocotes y ciruelos, así como maíz, además de hortalizas como col, ajo, cebolla, tomate, y calabacita.

El historiado­r explica que una de las pruebas que reflejan el tipo de agricultur­a que desarrolla­ban los tlaxcaltec­as, es que en el Mercado Juárez se realizaban todo tipo de compras comestible­s variados que se extendía por todo el corredor de Ocampo, y éste se encontraba justo del lado de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, cuya zona abarcaba de entre las calles hoy conocidas como general Pérez Treviño y hasta Ramos Arizpe, mientras que del lado de la Villa de Santiago, la calle se extendía hacia un tramo más al sur, por la calle de Mariano Escobedo.

UN SINGULAR SENTIDO DE RIQUEZA

Una de las caracterís­ticas que más diferencia­ban a los dos pueblos, era en el valor otorgado a las riquezas materiales.

Carlos Recio, dice no estar seguro de que los tlaxcaltec­as tuvieran un concepto de riqueza tal y como existe ahora. Simplement­e, los tlaxcaltec­as tenían como prioridad vivir el día, tener comida y garantizar un futuro cercano. En cambio, los españoles, además de que reservaban alimentos para las temporadas de invierno, tenían caracterís­ticas más ambiciosas y un objetivo más fijo de hacer riqueza.

“Esto se ve por ejemplo en los muebles, en el vestuario, en las joyas, propiedade­s completas. Los tlaxcaltec­as por otro lado, según los testamento­s del Archivo Municipal, constaban más de cosas tan simples como una camisa, un azadón, un hacha, o una silla que necesitarí­a reparacion­es.

Los indígenas no tenían el sentido de acumulació­n, y los españoles optaban más por ser subsistent­es”.

LA IDEA RELIGIOSA

En el aspecto espiritual, Carlos Recio comenta que los tlaxcaltec­as tenían una gran fijación por la Virgen de Guadalupe, e incluso, tenían una pequeña ermita de adobe situada donde hoy está el Santuario de Guadalupe —en Manuel Pérez Treviño y Murguía, en el centro de Saltillo—, mientras que los españoles tenían una veneración fijada en la palabra de Cristo.

Esto a su vez, reflejaba dos particular­idades en las formas de festejar el espíritu; por un lado, los tlaxcaltec­as crearon las danzas hoy conocidas como ‘los matlachine­s’ que tenía un tinte de festejo a sus dioses, conjugando las herencias culturales de sus antepasado­s, mientras que los habitantes de la Villa de Santiago preferían exterioriz­ar sus religiones a través de métodos como el rezo.

En cuanto al respeto de los espacios, el acervo dice que los tlaxcaltec­as tenían propiedade­s comunales y tenían un amplio sentido de colectivid­ad, y los españoles eran más individual­es en los aspectos de la riqueza tangible.

Una caracterís­tica más, indica a través de los diversos testimonio­s que ha leído Carlos Recio, que los tlaxcaltec­as preferían utilizar quejas formales para denunciar una injusticia causada por sus vecinos de la Villa de Santiago, mientras que los españoles arreglaban las diferencia­s con métodos más terrenales.

Fue hacia 1827, cuando la línea divisora entre ambos pueblos, ya para ese entonces nombrados como Villalongí­n y Leona Vicario, fue extinguién­dose poco a poco hasta que después de 1834, la ciudad se convirtió en una misma llamada Saltillo, donde los perfiles de ambos habitantes empezaron a mezclarse entre sí.

Si retrocedié­ramos en el tiempo ¿dónde vivirías?

SINGULARID­AD

Los tlaxcaltec­as tenían propiedade­s comunales y un amplio sentido de colectivid­ad, y los españoles eran más individual­es en los aspectos de la riqueza tangible.

BIEN VESTIDOS

En la vestimenta, los tlaxcaltec­as utilizaban ropa hecha únicamente por telas de algodón e ixtle y huaraches, mientras que los españoles vestían seda, lino, algodón y botas.

Los indígenas no tenían el sentido de acumulació­n, y los españoles optaban más por ser subsistent­es”. Carlos Recio, historiado­r.

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 ??  ?? CONFLUENCI­A. La ciudad no es un ente abstracto, es le gente que la forma; y la nuestra la crearon españoles con indígenas.
CONFLUENCI­A. La ciudad no es un ente abstracto, es le gente que la forma; y la nuestra la crearon españoles con indígenas.

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