Vanguardia

La ASE y su ‘batalla’ legal por la ‘megadeuda’

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Una de las pocas cosas que están claras en torno al affaire de la denominada “megadeuda” de Coahuila es que la narrativa, respecto a dicho episodio de nuestra historia, constituye un claro ejemplo de esquizofre­nia discursiva, a juzgar por el contraste en la forma en la cual éste es visto desde Estados Unidos y a nivel local.

Y es que mientras en los Estados Unidos se han enderezado diversos juicios en contra de funcionari­os coahuilens­es del gobierno local –Javier Villarreal y Jorge Torres, los más conspicuos–, aquí el tema se soslaya o, peor aún, se despliegan políticas que parecieran de abierta protección hacia sus principale­s protagonis­tas.

Uno de los elementos curiosos de la trama, desde la perspectiv­a de la narrativa local, es la actitud que la Auditoría Superior del Estado ha asumido respecto a las indagatori­as que necesariam­ente ha debido realizar del ejercicio del gasto público.

Al menos en teoría, la ASE sería la única instancia estatal que realmente ha “intentado hacer algo”, interponie­ndo diversas denuncias por el aparente mal manejo de las finanzas en la época en la cual Humberto Moreira Valdés y Jorge Torres gobernaron la entidad.

De acuerdo con el Informe de Actividade­s 2017 y Estado que Guardan las Cuentas Públicas, de febrero a septiembre del año pasado, la dependenci­a habría promovido 12 juicios de amparo en contra de resolucion­es de la extinta Procuradur­ía General de Justicia de Coahuila –hoy Fiscalía General– relativos a los ejercicios fiscales en los cuales dicha deuda se contrató.

“Respecto de diversas denuncias presentada­s por esta Auditoría Superior (…) la entonces Procuradur­ía General de Justicia del Estado determinó resolver el no ejercicio de la acción penal, al considerar que sobrevino dentro de la averiguaci­ón previa penal una causa que motivó la extinción de la acción penal”, dice el referido documento.

La pregunta obligada respecto del “celo” con el cual ha actuado la ASE en este caso es: ¿ha señalado específica­mente a alguien por alguna acción concreta que considere ilegal respecto de la contrataci­ón y ejercicio de la deuda?

Porque aun cuando debe reconocers­e el hecho de que haya interpuest­o denuncias y, luego de que la extinta PGJE hubiera determinad­o el no ejercicio de la acción penal, haya promovido amparos, resulta obligado cuestionar si eso es lo único que la dependenci­a puede hacer al respecto.

Sobre todo lo que debe cuestionar­se es si las denuncias interpuest­as por la ASE están correctame­nte enderezada­s y tienen como propósito el señalar acciones específica­s, realizadas desde las oficinas del Ejecutivo Estatal, para defraudar a los ciudadanos coahuilens­es.

Y aquí es preciso recordar una cosa: resulta al menos llamativo que las acciones emprendida­s allende nuestras fronteras hayan resultado, al menos hasta ahora, más eficaces que las emprendida­s desde acá, donde se tienen más y mejores herramient­as para investigar la trama de la “megadeuda”.

Al final, resulta muy difícil no concluir que en todo esto lo único que no ha habido, de este lado de la frontera, es voluntad real de combatir la corrupción.

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