Vanguardia

RAÚL SALATIEL, EL OFICIAL QUE RENACIÓ DE LAS CENIZAS

Raúl Salatiel, el oficial atacado con ácido cuando ayudaba a una mujer, mantiene su vocación intacta

- El Universal ‘YO NO QUERÍA VERME EN EL ESPEJO’ >2

Tras ser atacado con ácido en cumplimien­to de su deber, señala que su vocación sigue intacta.

Me tocaba la cara y la piel se me caía a pedazos, mi hija Abigail —de dos años— se me acercaba, me quería abrazar, dar un beso y me decía: ‘Quítate el chocolate’, pero no era chocolate, era lo quemado de mi rostro”.

Le dicen “El Sonrics” y él acepta el apodo de buena gana y se describe como un hombre feliz; un policía feliz. En febrero de 2017, al mediar entre una mujer y su agresor, parte de su rostro y cuello fue rociado con ácido muriático. Estuvo nueve meses fuera de servicio, no hubo compensaci­ón ni reconocimi­ento, pero tampoco hay rencor ni miedo, además, la sonrisa quedó intacta.

“Me tocaba la cara y la piel se me caía a pedazos, mi hija Abigail —de dos años— se me acercaba, me quería abrazar, dar un beso y me decía: ‘Quítate el chocolate’, pero no era chocolate, era lo quemado de mi rostro”, relata Raúl Salatiel Camarillo Luján, policía municipal.

El agente nos recibe en su oficina, en la sede de la delegación de la Policía Preventiva Municipal de Saltillo. Aquí fue confinado luego del ataque. El médico le ordenó que cuidara que no le diera el sol a su piel, porque le haría daño.

Espigado, de tez morena, el joven agente, quien luce un uniforme impecable, nos platica que tiene 23 años y más de 4 de pertenecer a la corporació­n.

“Llegué aquí por convicción, desde niño soñaba con ser policía, es mi vocación”, reitera el hombre.

“Formaba parte del grupo de Reacción Centauro de la Policía Municipal de Saltillo. El 9 de febrero de 2017, a las 2 y media de la tarde, conducía la patrulla 1365 con 3 compañeros —3 hombres y una mujer—”, relata.

UN CUMPLEAÑOS ACCIDENTAD­O

“Me faltaba media hora para salir. Ese día pedí permiso para irme una hora antes a casa porque era el cumpleaños de mi hijita Abigail y le había prometido estar en su fiesta”, narra. Hace una pausa, suspira y retoma la historia con voz baja, como para sí, “con todo el relajo no recuerdo si la festejamos o no”.

“Hacíamos el rondín de vigilancia de rutina en la zona centro de Saltillo, conducía la unidad, cuando Óscar, el encargado de grupo, me ordenó que le dejara el volante puesto que él iba a manejar, por eso me bajé y me fui a sentar al lugar del copiloto”, narra.

En ese momento nos reportaron por radio que una mujer era agredida por un sujeto en el cruce de las calles de Allende y Victoria, en el centro de la ciudad.

RECUENTO DE UN ATAQUE

Llegamos pronto al punto, que está atrás de Palacio de Gobierno: “Me bajé primero y le pedí al sujeto que se calmara pero él, (después se supo se llama Jorge Arturo García Martínez), le aventó a la muchacha el ácido muriático que llevaba en un galón de plástico.

“Ella se volteó, lo esquivó y el chorro del químico me cayó en la mejilla izquierda y parte del cuello, aquí”, detalla, mientras señala con su dedo índice dónde le quedó una enorme cicatriz. El ácido también salpicó y quemó el uniforme que estaba nuevo, lo acababa de estrenar, “además dañó la pistola de cargo y

Llegue aquí por convicción, desde niño soñaba con ser policía, es mi vocación Raúl Salatiel Camarillo.

las manchas en la banqueta siguen, aunque, claro, eso es lo de menos”.

“No conocía a la pareja, me metí para tratar de separarlos, no acepto que lastimen a una mujer. El sujeto se quería vengarse de ella, quien dijo llamarse Lorena, porque había roto la relación sentimenta­l”, dice.

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Indiferenc­ia. Por su valiente acción Raúl Salatiel no recibió ni siquiera una felicitaci­ón de las autoridade­s.
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El joven es amable y gusta de lucir el uniforme impecable. Se describe como un hombre feliz porque trabaja en lo que le gusta: salvaguard­ar la seguridad de los saltillens­es. Raúl Salatiel Camarillo.Su sueldo esde 6 mil 800 pesos quincenale­s, 13 mil 600 al mes.
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Carácter. El oficial atacado cuenta el incidente, que en cuestión de segundos le cambió la vida.

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