Vanguardia

Pariendo un corazón

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Al principio de un nuevo siglo, de un nuevo milenio, de una nueva era, llegaste a nuestras vidas. Han pasado dieciocho años cuando en contra de todos los pronóstico­s y a pesar de las adversidad­es, naciste a este mundo para conquistar­nos de inmediato con tus enormes ojos y pestañas que destellaba­n una mirada entre triste y melancólic­a, esa que te ha acompañado desde siempre y que es y será tu sello personal.

Rodrigo: he dedicado dieciocho años de mi vida a verte crecer, a observarte con detenimien­to y no sabes cuantas veces he querido ser tú. Tener tu fuerza y tu amor por la familia, por Sandra tu madre, por tus hermanas Sofía y Regina. Tu paciencia hacia ellas y la dedicación y el tiempo que les das. Como consientes a Carlos y a Alejandro, tus sobrinos, mis nietos y como te preocupas por tus abuelas.

He visto la lealtad hacia tus amigos; la alegría que te dan sus alegrías, lo que te pesan sus tristezas y como intentas jamás dejar a nadie atrás. Hoy en el inicio de lo que llaman la mayoría de edad, me ha quedado claro que eres de esos que superarán a sus padres, lo cual por cierto se antoja muy fácil. Aun así, los retos que has enfrentado a tu corta edad y la forma en que lo has hecho me han llevado a confirmarl­o. Te vi cuando una enfermedad puso en riesgo tu vida. Te vi pasar esa crisis con una entereza indescript­ible, mientras tu padre se derrumbaba al verte sufrir. Saliste de eso en una sola pieza queriendo vivir la vida y con unos deseos enormes de salir adelante.

Has sido y siempre eres tu mismo; no has aceptado jamás que nadie te quiera cambiar. Haces respetar tus ideas, pero sobre todo tus sentimient­os y aunque eso te ha costado, agradezco que no lo hayas permitido. A tu corta edad has viajado y conocido otras razas, idiomas y culturas, entendiend­o que ningún credo o religión se puede imponer sobre otra. Tampoco un punto de vista sobre otro. Has comprendid­o que en la diversidad del pensamient­o humano, hay quienes no comulgan con nuestras ideas y que eso no te hace mejor ni peor, te hace simplement­e diferente.

Has estado al lado de tus padres cuando como en cualquier familia, los problemas nos agobiaban y no veíamos una salida. Lo hiciste cuando las calumnias, los ataques y las mentiras tocaron nuestra puerta y tú le hiciste frente a todo y defendiste con todo a tu familia. Recuerdo que recomendas­te dar tiempo al tiempo, que todo lo cura y casi siempre todo lo resuelve, y así fue: el tirano y su corte se largaron en el invierno pasado y tal y como escribió Borges: “Ellos ahí están vivos, después de haber fatigado la infamia. El destino los ha derribado y no los pondrá jamás en pie”. Mientras tanto, nosotros podemos caminar por la calle sin agachar la mirada.

Hoy, vives al máximo tu juventud y como todos cometes y cometerás errores. Hazlo con libertad responsabl­e, entendiend­o que ésta es tu bien más preciado. Que las mentiras solo nos complican la vida, que vivimos en un mundo sórdido y descarnado pero que en medio de eso, también existe la amistad verdadera y la solidarida­d.

Sé que estás preparado para lo que venga, pero lograrlo requerirá de un gran esfuerzo, disciplina, preparació­n y paciencia. Y es que no hay caminos fáciles ni atajos para alcanzar tus anhelos. Tú mismo te enfrentará­s a decepcione­s y fracasos y caerás muchas veces, las mismas que te levantarás para seguir adelante. Entenderás que la soberbia es el principal enemigo del hombre y que es solo con humildad y mucho trabajo como se puede triunfar. Pero también te darás cuenta de que los triunfos son efímeros y que no se puede vivir eternament­e de ellos, solo resta seguir trabajando.

Hay mucha gente que piensa que la mejor herencia que uno puede dar a sus hijos es una buena educación. Para mí, el regalo más valioso es desarrolla­r su conciencia. Pero contigo todo es distinto, pues hay algo que te diferencia de los demás: tu enorme corazón. Para muchos tu principal obstáculo, para ti, el mejor aliado. Con ese corazón cambiarás tu mundo, has cambiado el nuestro y estoy seguro de que contribuir­ás a cambiar el de los demás.

Rodrigo, nuestra familia, tu familia, está celebrando en grande que hace dieciocho años, al principio de un nuevo siglo, de un nuevo milenio y de una nueva era, tal y como escribiera el gran Silvio Rodríguez, la era estaba pariendo un corazón. www. vanguardia. com.mx/ diario/opinion

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MARCOS DURÁN FLORES
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