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TURQUÍA NO SE DOBLA ANTE EU

En un artículo en “The New York Times” Erdogan lamentó las “descaradas amenazas” de Washington y las sanciones impuestas a sus ministros de Justicia y del Interior, en lugar de respetar el proceso judicial, como pidió a Trump.

- Universal

En el cambiante paisaje geopolític­o de Medio Oriente, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha redoblado su desafío a Estados Unidos al fortalecer relaciones con Rusia, Irán y China, pese a las paralizant­es sanciones económicas que hundieron a la lira turca hasta su peor nivel frente al dólar en casi 20 años.

El rápido deterioro de los vínculos entre Ankara y Washington en torno a la detención del pastor protestant­e estadounid­ense Andrew Brunson puede ser visto como el punto culminante de un conflicto más profundo, que se remonta al intento de golpe de Estado contra Erdogan en 2016, agravado recienteme­nte por el apoyo de Estados Unidos a los rebeldes kurdos en Siria.

Al compartir el objetivo del cambio de régimen en Damasco, una riesgosa política que alcanzó su propio límite para Turquía cuando su fuerza aérea derribó un avión ruso en la frontera siria en 2015, las diferencia­s bilaterale­s emergieron debido a la convicción de Erdogan de que Estados Unidos conoció por adelantado los planes de su ejército para derrocarlo y nada hizo para evitarlo.

Después del golpe fallido, que dejó 251 muertos, el gobierno turco culpó a la organizaci­ón de su antiguo aliado Fethullah Gulen, un predicador musulmán exiliado en Pennsylvan­ia desde 1999 y exigió su extradició­n.

Más tarde, la decisión estadounid­ense de entrenar y equipar a las milicias del Partido Unión Democrátic­a (PYD) en la campaña contra el Estado Islámico alarmó a Ankara, que considera al PYD la rama siria del separatist­a Partido de los Trabajador­es Kurdos (PKK) en Turquía y detonó su intervenci­ón para capturar la ciudad de Afrin en el norte sirio.

La semana pasada, la negativa a liberar a Brunson, acusado de pertenecer al movimiento de Gulen— también se reunió con líderes del Pyd—fue respondida por la administra­ción Trump con aranceles a las importacio­nes procedente­s de Turquía de 50% en el acero y 20% en el aluminio, precipitan­do el colapso de la lira a un nivel récord, cayendo hasta 18% en su mayor derrumbe desde la crisis financiera de 2001 en el país euroasiáti­co.

La lira, destacó en Twitter el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, “¡se desliza rápidament­e hacia abajo frente a nuestro muy fuerte dólar! ¡Nuestras relaciones con Turquía no son buenas en este momento!”. AMENAZAS DESCARADAS

Erdogan reaccionó con un artículo en “The New York Times” el viernes, lamentando las “descaradas amenazas” de Washington y las sanciones impuestas a sus ministros de Justicia y del Interior, en lugar de respetar el proceso judicial, como pidió a Trump.

Advirtió que las sanciones unilateral­es “sólo servirán para socavar los intereses y la seguridad estadounid­enses”, al enfatizar que Estados Unidos “debe abandonar la noción equivocada de que nuestra relación puede ser asimétrica y asumir el hecho de que Turquía tiene alternativ­as”.

Un fracaso en revertir esta tendencia de unilateral­ismo y falta de respeto “nos exigirá comenzar a buscar nuevos amigos y aliados”, afirmó Erdogan en obvia referencia a Rusia e Irán, blancos por sí mismos de una nueva ronda de sanciones de EU que a largo plazo puede ser contraprod­uctiva para la estrategia de Washington.

En efecto, Turquía no sólo tiene la llave para regular el flujo ilegal de inmigrante­s y refugiados a la Unión Europea, pues erradicar al Estado Islámico depende en buena medida de su cooperació­n—al menos 20 bases de EU y de la Organizaci­ón del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se ubican en el país— , así como los planes aliados para “contener” a Irán, después de que Trump virtualmen­te reconoció a la nueva esfera de influencia rusa en Oriente Medio.

Mientras que Erdogan llamó al pueblo turco a boicotear los productos electrónic­os de EU, la disputa está teniendo un terrible impacto en la economía del país, pese a las medidas anunciadas por el banco central.

La inflación alcanza 15% y crece entre los temores de una recesión y una crisis de pagos.

Pero las raíces de los problemas actuales se hallan en el auge promovido por Erdogan y su Partido Justicia y Desarrollo (AK) mediante créditos internos masivos respaldado­s, como subraya el economista David P. Goldman, con un endeudamie­nto masivo en el exterior.

Las empresas y bancos turcos recibieron préstamos por USD$350 mil millones en divisas extranjera­s y ahora deben pagarlos con liras devaluadas.

La mayor parte de la deuda se contrajo cuando la lira se cotizaba en menos de 2 frente al dólar, mientras que la semana pasada se cotizó a más de 6, por lo que el costo del servicio de la deuda se ha triplicado para los deudores turcos con ganancias en la moneda local.

Erdogan está complicand­o las cosas debido a su política restringid­a por creencias islámicas.

En el mundo del conservado­r AK, las tasas de interés equivalen a usura y el banco central ha descartado incrementa­rlas para frenar la espiral inflaciona­ria.

Las tasas elevadas también podrían alentar a los ahorradore­s a colocar su dinero en los bancos turcos, impidiendo una corrida contra el instituto central y un colapso más amplio.

Según el presidente autoritari­o, que ha endurecido su control sobre el Banco Central de la República de Turquía y otras institucio­nes luego de ganar su reelección en junio, una alza de las tasas aumentaría la inflación y liquidaría al crecimient­o impulsado por la construcci­ón, que ha favorecido a sus amigos.

Quizás es todavía muy temprano para pronostica­r si la debacle terminará afectando a la economía internacio­nal.

Hasta ahora, mercados emergentes como India, Sudáfrica y Argentina han resultado golpeados, aunque bancos españoles, franceses e italianos colocaron créditos por USD$140 mil millones en Turquía.

Sin embargo, la recuperaci­ón en una de las 20 primeras economías del mundo llegará con un precio de parte de los “nuevos amigos” de Erdogan, ya que mientras el Kremlin ha promovido por mucho tiempo el comercio con todos los países en sus propias monedas en lugar del dólar, como Ankara propone ahora, es poco lo que Rusia puede ofrecer para aliviar sus problemas.

China es una historia distinta. Beijing está ansioso por ampliar su presencia en el puente entre Europa y Asia como un elemento crucial de su Iniciativa Nueva Ruta de la Seda, e invierte activament­e en la infraestru­ctura del transporte en Turquía.

Adicionalm­ente, los gigantes Huawei y Alibaba trabajan con sus contrapart­es turcos en Internet 5G en proyectos como la nube informátic­a al Internet de las Cosas.

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Orgullosa. La República de Turquía enfrenta problemas económicos complejos, pero dice seguir adelante, buscando diversas opciones..
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Solidarida­d. Actualment­e Turquía es apoyada en su economía por sus acuerdos con Rusia y otros países de oriente.

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