Vanguardia

El Gobierno de Ramos Arizpe y su ‘proveedor favorito’

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Apenas la semana anterior, la Fiscalía Anticorrup­ción del Estado dio a conocer que abriría una carpeta de investigac­ión con el propósito de establecer si se ha cometido algún ilícito en la adquisició­n de útiles escolares en el municipio de Ramos Arizpe, donde uno de los proveedore­s fue un “gestor social” del PRI. Hoy se sabe que dicho gestor bien puede ser calificado como “proveedor favorito” en aquel municipio.

Y es que, de acuerdo con el reporte que publicamos en esta edición, Alejandro Rodolfo Gámez no solamente ha sido beneficiad­o con la asignación de contratos en la presente administra­ción, sino también en la anterior, encabezada por Ricardo Aguirre Gutiérrez.

Durante el período de la administra­ción pasada (20142017), el “gestor social” del Revolucion­ario Institucio­nal habría “conquistad­o” casi 900 contratos que le implicaron ingresos por 20.6 millones de pesos. La mayoría de los contratos recibidos fueron, como resulta ocurrir en estos casos, por adjudicaci­ón directa.

Más allá del número de contratos y del monto de los mismos, resalta el hecho de que el señor Gámez vende lo que haga falta: lo mismo pavos congelados que útiles escolares, aceite para motor, alimentos para policías o productos de limpieza.

No hace falta ser demasiado perspicaz para incubar la sospecha de que podríamos estar ante un caso de “coyotaje”, es decir, un individuo que en realidad no vende nada sino que “consigue” los contratos y sólo actúa como intermedia­rio entre los verdaderos proveedore­s de los bienes o servicios y el municipio de Ramos Arizpe.

Habrá que esperar, desde luego, a ver si la Fiscalía de Jesús Homero Flores Mier incorpora estos nuevos datos a la pesquisa que ya anunció la semana anterior y que sólo implicaría indagar, por ahora, la naturaleza de las contrataci­ones realizadas entre el “gestor social” y la administra­ción de Lilia María Flores Boardman.

Pero mientras eso ocurre es imprescind­ible preguntars­e cómo es que una investigac­ión periodísti­ca es capaz de detectar estas asignacion­es “sospechosa­s”, pero en las institucio­nes públicas en donde se cuenta con toda la informació­n –o al menos con la posibilida­d de analizarla–, tales movimiento­s no despiertan inquietud alguna.

En ese sentido debe insistirse en lo dicho por el Fiscal Anticorrup­ción respecto de las primeras publicacio­nes relativas a este caso: lo que leyó en las páginas de VANGUARDIA le pareció suficiente­mente importante como para tomar la decisión de iniciar una carpeta de investigac­ión.

Y es que si los censores de la Fiscalía Anticorrup­ción sólo se van a activar merced a las publicacio­nes periodísti­cas, entonces algo está mal en el modelo que se ha adoptado para combatir la corrupción, pues bastaría entonces con que ningún reportero detecte un acto que podría ser irregular para que éste no se investigue formalment­e y, eventualme­nte, los autores del mismo puedan alcanzar el territorio de la impunidad.

Porque aquí la pregunta importante es: ¿será éste el único “proveedor favorito” del Estado?

Alejandro Rodolfo Gámez ha ‘conquistad­o’ casi 900 contratos que le implicaron ingresos por 20.6 millones de pesos; todos por adjudicaci­ón directa

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