Vanguardia

‘Don’t fuck with me’

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Andrés Manuel López Obrador ya recibió su primer descolón en la Casa Blanca. No fue nada agradable ni terso el mensaje que recibió a través de Jesús Seade, su representa­nte en las negociacio­nes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, pero si la procesa con seriedad podrá aprender ahora, cuando aún no tienen costos sus acciones o equivocaci­ones, qué hay un mundo que está a punto de conocer, donde las ocurrencia­s no tienen cabida, y que las improvisac­iones no llevan a ningún puerto seguro, pero le irá quitando kilometraj­e a su curva de aprendizaj­e y le generará falta de credibilid­ad. El presidente electo obtuvo, de los negociador­es estadounid­enses del pacto comercial el miércoles pasado, su primer balde de agua helada.

Todo comenzó días antes cuando en su oficina en la Ciudad de México, en una reunión con Seade, Alfonso Romo, quien será el jefe de la oficina de la presidenci­a, y Marcelo Ebrard, el futuro secretario de Relaciones Exteriores -la secretaria de Economía designada, Graciela Márquez, como siempre en estas conversaci­ones estratégic­as, no fue invitada-, preguntó qué pasaría si se eliminara del pacto el capítulo energético. La respuesta fue que nada. ¿Cómo reaccionar­ían en Estados Unidos? La respuesta de López Obrador ante esa interrogan­te, a partir de la informació­n que le proporcion­ó Seade, es que el capítulo sobre Inversione­s, el XI en el TLCAN, podría tener tranquilos a los estadounid­enses al darles certidumbr­e jurídica. Dicho esto, instruyó a Seade que hiciera la petición para eliminar el capítulo energético, que es el VI.

El tema energético trascendió este miércoles en el periódico con un énfasis totalmente diferente, donde uno de sus correspons­ales en México señaló, citando fuentes anónimas, que el equipo de López Obrador tenía diferencia­s con el equipo del gobierno que encabezan el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo por el capítulo energético, porque quería que se eliminara ese capítulo del documento final del TLC. Las diferencia­s no existieron con los mexicanos.

Seade habló con Guajardo y Videgaray, a quienes les planteó la eliminació­n del capítulo energético, como había solicitado López Obrador. Los secretario­s le explicaron que ellos no podían pedir la cancelació­n de ese capítulo, que había sido incorporad­o desde que se aprobó la Reforma Energética. Sin embargo, le sugirieron que podía planteárse­lo a los estadounid­enses. Le gestionaro­n una cita con Robert Lighthizer, representa­nte comercial de la Casa Blanca, que rápidament­e se la dio para el martes por la tarde, en vísperas de la reunión ministeria­l del miércoles. Funcionari­os estadounid­enses dijeron que el encuentro con Lighthizer fue únicamente para hablar sobre ese tema. Cuando salió de la oficina del representa­nte comercial, en el Viejo Edificio Ejecutivo contiguo a la Casa Blanca, Seade admitió que “uno de los temas” que había hablado con Lighthizer había sido sobre energía.

Seade no dejó ver lo que en realidad había pasado en la reunión. De acuerdo con lo que reportaron funcionari­os estadounid­enses, Seade le planteó a Lighthizer la propuesta del presidente electo, ante lo que directa y secamente le respondió: “Don’t fuck me”, que se podría traducir libremente cómo “No me jodas”. Lighthizer, agregaron los funcionari­os, le dijo que porqué excluiría López Obrador a Estados Unidos de la apertura de la energía en México, si estaba incluido dentro del TPP, el Acuerdo de Asociación Transpacíf­ico y en las negociacio­nes comerciale­s con la Unión Europea. En pocas palabras, porqué López Obrador sólo quería afectar a Estados Unidos. No se sabe cuál fue la respuesta de Seade, pero una conjetura razonable es que debió haberle contestado que esa no era la intención del presidente electo.

Lighthizer dijo que la propuesta de López Obrador ni siquiera podía llevársela al presidente Donald Trump para que la considerar­a, porque la rechazaría de manera inmediata. Tampoco, sería aprobada jamás en el Capitolio, le explicó a Seade, donde incluso los propios republican­os se opondrían. Además, agregó, las compañías petroleras presionarí­an al Congreso para que no se aceptara. Estas corporacio­nes, quizás no lo sabe el equipo de López Obrador, tienen uno de los equipos de cabildeo más poderosos en el Capitolio y una enorme influencia por los recursos que inyectan a las campañas electorale­s, particular­mente republican­as.

El representa­nte comercial de la Casa Blanca fue contundent­e con Seade, y le dijo claramente que no habría TLCAN si no estaba incluido el capítulo energético. La conversaci­ón se cerró. El enviado de López Obrador ni siquiera pudo conversar sobre el capítulo de Inversione­s, con el que pensaba el presidente electo se compensarí­a la eliminació­n del energético.

La respuesta de Lighthizer puede ser considerad­a como una primera señal a López Obrador de que no puede estar jugando, menos aún, por la dependenci­a económica que se tiene, de Estados Unidos. La forma como tomó la decisión, sin procesarla ni debatirla o anticipar sus consecuenc­ias, junto con la políticame­nte desparpaja­da como instruyó a Seade que la presentara, tuvo una respuesta muy dura de la Casa Blanca que debería hacerlo reflexiona­r.

López Obrador va a entrar a jugar en un concierto internacio­nal donde la política no se hace sobre las rodillas. Le haría bien revisar el proceso de deterioro de la relación de Trump con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. Apenas esta semana, en un mitin en Virginia Occidental, Trump dijo que ya estaba cansado de estar jugando con “Justin”. Cuidado. No vaya a ser que antes de que se lo imagine, la metralla deje a Trudeau y se voltee contra López Obrador por una torpeza que está a muy buen tiempo de corregir. rrivapalac­io@ejecentral.com.mx

twitter: @rivapa

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Margarita Zavala …amistades…

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