Vanguardia

¿Sirve de algo detectar irregulari­dades en dependenci­as?

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Se ha repetido hasta la saciedad, pero no por ello habrá que cejar en la insistenci­a: el principal motivo de la desconfian­za de los ciudadanos en las dependenci­as gubernamen­tales creadas para garantizar el honesto actuar de los funcionari­os deriva del hecho que, aun cuando se detecten irregulari­dades y estas sean denunciada­s, nada pasa.

Y el que nada pase implica que los incentivos para seguir ejerciendo el poder en forma despótica se mantienen intactos. O, lo que es lo mismo, que los ciudadanos seguimos pagando los “platos rotos” de una clase política renuente a comportars­e con acuerdo a un mínimo de decencia.

Lo peor de todo esto es que cada vez es mayor el número de organismos dedicados a “garantizar” el funcionami­ento honesto del sector público, es decir, cada vez nos cuesta más a los contribuye­ntes mantener una burocracia crecientem­ente obesa que no ofrece resultado alguno.

Primero fueron las contralorí­as internas; luego se creó la Auditoría Superior del Estado (ASE); ahora existe un complejo y enorme “Sistema Anticorrup­ción” y un montón de leyes teóricamen­te diseñadas para que la conducta generaliza­da en las institucio­nes públicas sea la honestidad y el cumplimien­to escrupulos­o de sus responsabi­lidades.

Lejos de tal posibilida­d, la ineficienc­ia, el descuido, la negligenci­a y la corrupción siguen campeando en el sector gubernamen­tal porque, aun cuando la irregulari­dad sea puesta al descubiert­o, quienes son sorprendid­os en falta no reciben castigo alguno.

O, como se consigna en el reporte periodísti­co que publicamos en esta edición, el asunto queda en “regaños privados” que son iguales a nada, es decir, que eventualme­nte quizá sería mejor que ni siquiera se impusieran tales “castigos” que en nada incentivan la actuación responsabl­e de los servidores públicos.

La situación obliga a preguntars­e –por enésima ocasión–, ¿para qué nos sirve realmente la ASE, la multitud de “órganos internos de control” y el complejo Sistema Anticorrup­ción si ni siquiera una falta ordinaria es posible castigar en Coahuila?

A los ciudadanos nos decepciona­ría menos que los funcionari­os públicos –históricam­ente incompeten­tes y proclives a la corrupción– mantuviera­n sus vicios y exhibieran su conducta impune, pero que al menos eso se “justificar­a” en la inexistenc­ia de medios para castigarle­s.

Porque tal como están hoy las cosas, los contribuye­ntes no solamente debemos pagar el costo de la ineficienc­ia y la corrupción gubernamen­tales, sino que además nos vemos obligados a cargar con una burocracia obesa, teóricamen­te creada para combatir los vicios del sector público, pero que en la práctica no sirve realmente para nada.

Por ello, como se ha dicho en ocasiones anteriores, al analizar situacione­s similares, quizá sería preferible que la Auditoría Superior del Estado, los “órganos de control” y la pesada burocracia “anticorrup­ción” no existieran, habida cuenta que su ineficacia se demuestra cotidianam­ente con ejemplos como el que se publica hoy en nuestras páginas.

Cada vez es mayor el número de organismos dedicados a ‘garantizar’ el funcionami­ento honesto del sector público, pero que no ofrece resultados

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CARLOS LORET DE MOLA A.

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