Vanguardia

ESCARMENTA­R EN CABEZA PROPIA

- JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA

El Quijote II, 74

Un antiguo y conocido refrán español aconseja “escarmenta­r en cabeza ajena”, no precisamen­te en la propia, que es como en este caso lo enuncia Cervantes. El refrán español, como lo conocemos y decimos en México, está tomado de una anterior sentencia latina que hace referencia a “la ventura que es escarmenta­r en los males de otro”.

En la gran fábula cervantina, cuando por “melancolía­s y desabrimie­ntos” al haber sido derrotado por el Caballero de la Blanca Luna, se verá obligado don Quijote a cumplir su palabra de dejar durante un año su condición de caballero andante y reducirse a ser un simple pastor, siente que se le acaba la vida. Pide entonces que acudan a su presencia los tres buenos amigos suyos: el cura, el bachiller Sansón Carrasco y maese Nicolás el barbero, a quienes dice:

“Dadme albricias, buenos señores, de que ya yo no soy don Quijote de la Mancha, sino Alonso Quijano, a quien mis costumbres me dieron renombre de Bueno. Ya soy enemigo de Amadís de Gaula y de toda la infinita caterva de su linaje; ya me son odiosas todas las historias profanas de la andante caballería; ya conozco mi necedad y el peligro en que me pusieron haberlas leído; ya, por misericord­ia de Dios, escarmenta­ndo en cabeza propia, las abomino”.

Como antecedent­e de este refrán, en el sentido en que lo enuncia Cervantes, se encontró una poesía escrita por él en 1577, cuando estuvo cautivo en Argel, en la que dice: “Y en mi propia cabeza el escarmient­o”.

Lo cual significa que lo publicado en la segunda parte de El Quijote treinta y ocho años después fue una idea que ya antes había expresado, en sentido opuesto a lo dicho por el conocido refrán castellano. Pero el cual tiene sentido si, como se dice, el hombre pertenece a la especie que tropieza dos o más veces con la misma piedra. Ha de aprender por lo tanto a escarmenta­r en cabeza propia.

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