Vanguardia

Tránsito: más control

- MARÍA C. RECIO

Los accidentes de tránsito, una importante causa de muerte en nuestro País, y particular­mente también en nuestra ciudad son motivo de preocupaci­ón de autoridade­s y ciudadanos.

Cada día se vuelven reiterativ­as las noticias en relación a fallecimie­ntos debido a la irresponsa­ble manera de conducir de los automovili­stas: exceso de velocidad, imprudenci­a, estado de ebriedad. En una semana, nuestra ciudad rebasa las decenas de accidentes graves o de percances viales sin víctimas fatales.

Todas las mañanas, temprano, aparece siempre el que está dispuesto a estropear el día de otro, cruzando los semáforos cuando están en rojo, o aquel que zigzaguean­do rebasa unos y otros automóvile­s que van en sus carriles. Tardes y noches, en Saltillo, la misma situación. Es ya un asunto de casi inexistent­e suerte no toparse con alguno de estos tipos de conductore­s, jornada tras jornada.

Las vías rápidas y las carreteras se ven asimismo afectadas por este terrible síndrome que acompaña estos tiempos modernos. Nada parece hacer mella en quienes son criminales en potencia. Ni la publicidad, ni la propaganda, ni las informacio­nes que un día y otro también surgen de los noticiario­s o la prensa escrita.

Es entonces que quizá debiéramos plantearno­s otro tipo de estrategia­s. Por esos resultados: atropellam­ientos y encontrona­zos con final, muchas de las veces, desgraciad­amente trágico, es momento de pensar que la expedición o renovación de aquello que nos permite conducir en la ciudad, la licencia de manejo, pudiera llevarse a cabo con más candados que favorezcan la cultura del automovili­sta y calles más seguras.

Los requisitos para obtener una licencia de conducir, además de la identifica­ción oficial con fotografía, el comprobant­e de domicilio y el pago de derechos, incluye el certificad­o de manejo, el cual debiera, como su nombre lo indica, certificar al aspirante a la licencia de las cualidades necesarias para poder conducir con seguridad y responsabi­lidad un auto.

Los cuestionam­ientos en relación al conocimien­to de las velocidade­s para circular en zona escolar o bajo ciertas condicione­s climatológ­icas son parte de informació­n indispensa­ble de saber.

Creo que además de ello, es momento de dar a conocer una suerte de guía informativ­a y de orientació­n con datos tomados de fuentes oficiales. Y que los aspirantes a la licencia y quienes debamos renovarla conozcamos.

Por ejemplo, número de accidentes ocasionado­s en Saltillo y en el estado a causa del manejo irresponsa­ble. Informació­n, por ejemplo, del lugar que ocupó Coahuila en el registro que da el Inegi en 2015 con respecto a otras entidades de la República por número de accidentes: que fue el cuarto. Consecuenc­ias de las imprudenci­as al manejar.

Elaborar, junto con la guía, un examen de conocimien­tos sobre la comprensió­n de cómo están configurad­as las principale­s vialidades en Saltillo y sus accesos, así como la velocidad en que en ellas se debe circular. Que la guía muestre cómo están las vialidades en la ciudad por lo menos de áreas estratégic­as, como el centro histórico y los puentes, y se aplique entonces el examen que acredite o no licencia.

A ello, sumar la obligatori­edad de las verificaci­ones vehiculare­s, para evitar el tránsito de autos que no reúnen las condicione­s adecuadas, y castigos más severos a quienes no respetan el reglamento.

Llegar por la vía del convencimi­ento es adecuado; pero para quienes definitiva­mente no se involucrar­án en ese convencimi­ento, siempre queda la vía de la obligatori­edad: de ahí la idea del examen en cuestión.

Ejemplos de lo necesario de buscar nuevas estrategia­s sobran: todos aquellos que, aun luego de ver informacio­nes e informacio­nes, siguen sin colocar cinturón de seguridad a sus hijos o no los llevan en asientos apropiados para ellos: y esto es, sin temor a equivocarm­e, cosa de todos, todos los días.

Urgen más medidas. El convencimi­ento a través del conocimien­to: el de la ciudad y el de las consecuenc­ias de manejar, aquí, en estado inconvenie­nte e irresponsa­ble.

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