‘LA DILIGENCIA ES MADRE DE LA BUENA’
Este refrán se cita dos veces, en ambas pronunciado por don Quijote. La otra en II, 43. La primera, en delicioso pasaje escrito por Cervantes se da cuenta de la fenomenal reyerta armada en la venta (hospedería del camino), cuando don Quijote insiste en la necesidad de afirmar que una bacía de barbero, de la que despojó a su dueño, es el famoso yelmo de Mambrino.
El punto deriva en airada discusión, la cual sube de tono entre los presentes (entre otros el ventero, naturalmente, el cura, algunos cuadrilleros, don Quijote, Sancho, huéspedes), cuando por seguirle el humor al caballero manchego y burlarse de él, mezclan en la discusión si la que parece una albarda de asno es, o no, un rico jaez de caballo.
La broma llega al extremo de tomar votación entre los presentes para determinar, sobre el primer punto, si es una bacía o el yelmo de Mambrino.
En eso se está, cuando el comentario hecho por uno de los cuadrilleros molesta de tal manera a don Quijote, que se desata entonces la mencionada batalla campal.
Con grandes voces y autoridad, don Quijote impone la calma. Que de nuevo se pierde al suscitarse otro enojoso incidente cuando uno de los cuadrilleros pretende aprehender a don Quijote, al darse cuenta de que se trata de quien es buscado por la Santa Hermandad acusado de “salteador de caminos”, por haber liberado a los galeotes.
La prudente intervención del cura impide que el cuadrillero siga adelante apresando a don Quijote. A continuación escribe Cervantes:
“Viéndose, pues, don Quijote libre y desembarazado de tantas pendencias… con resoluta determinación se fue a poner de hinojos ante Dorotea, la cual no le consintió que hablase palabra hasta que se levantase, y él, por obedecerla, se puso en pie, y le dijo:
“- Es común proverbio, fermosa señora, que la diligencia es madre de la buena ventura, y en muchas graves cosas ha mostrado la experiencia que la solicitud del negociante trae a buen fin el pleito dudoso”.
A la luz de los acontecimientos en la venta y de la forma como finalmente no pasaron a mayores, el proverbio invocado por don Quijote aconseja realizar a tiempo y con el cuidado necesario las acciones pertinentes para evitar desenlaces desastrosos.