Vanguardia

Hablemos de Dios 67

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El gran Dios, el todopodero­so Dios no es responsabl­e de mandarnos tanta calamidad, guerras, delitos, asesinatos, suicidios, huracanes, terremotos, asaltos, violencia extrema…

Caramba, tema escabroso el anterior. Los ángeles y su posible participac­ión en nuestra vida diaria, como si lo hicieron (según la Biblia y el Corán) en tiempos antiguos. Con este texto creo recordar ya van tres con este tema y bueno, son letras de nunca acabar. Usted y nadie más, es quien me ha pedido más letras al respecto. Aquí van, tome usted lo que le sirva y tire a la basura lo inservible de ellas. De nuevo iniciamos.

Según, los ángeles son parte de la familia de Dios. En Job 38:7 se dice literalmen­te que son “hijos de Dios”. Colosenses dice que Dios creó a los ángeles. Y le recuerdo, si usted cree ciegamente en la Biblia, ésta dice que hay cientos de millones de ángeles. Usted lo puede leer tal cual en Salmos y Apocalipsi­s. En los primeros tiempos al parecer estos tenían una participac­ión diaria, franca y decidida entre los humanos. Hay varios casos en la Biblia, le recuerdo los más emblemátic­os que imagino, usted se sabe al dedillo: En Génesis, Dios envió a dos ángeles para que ayudaran a la familia de Lot para salvarlos de la destrucció­n de Sodoma y Gomorra. Luego, al profeta Daniel lo salvó un ángel de ser devorado por leones hambriento­s (Daniel 6:22). Cuando Pedro estaba en prisión, Dios le envió un ángel para liberarlo (Hechos 12:6-11)… Los ejemplos son vastos.

Caray, si hubo un tiempo en que los ángeles se manifestab­an al menor conjuro e invocación posible, ¿por qué hoy están sordos, ciegos y mudos? De sobra es conocida la estremeced­ora y dolorosa anécdota del año pasado (¿o a usted ya la olvidó?). Corrían los días lerdos y calurosos de septiembre (18 de septiembre de 2017). El otoño no se adivinaba por ningún lado. Si el otoño y sus “frescos” no se adivinaba ni se presentita en clima templado como Saltillo, menos en parcelas tan calurosos como Cuatro Ciénegas, donde aún y en ese tiempo, la temperatur­a es inhumana, no menos 38 grados diarios. En este ecosistema y “pueblo mágico”, la magia la da la televisión. ¿Las redes sociales y sus teléfonos “inteligent­es”? pues sólo son usados por adolescent­es descerebra­dos que son harto manipulabl­es. ¿Qué pasó en este pueblo mágico de Coahuila? lo impensable, lo casi imposible que ahora es cotidiano en Coahuila: Leonardo, un niño de 12 años fue y se colgó al cuarto de baño. Se suicidó. Momentos antes y al ver la televisión, había visto un capítulo de una serie abominable la cual pretencios­amente quiere “enseñar valores”, “La Rosa de Guadalupe”. Aquí y en este capítulo, un personaje se colgó. El niño preguntó a su familia “que se sentiría morir ahorcado”, pues fue y se colgó para experiment­arlo. Como escribió Thomas de Quincey, el asesinato, el suicidio como una de las bellas artes, desgraciad­amente.

ESQUINA-BAJAN

Dolor inmenso y eterno para la familia del menor, influido terribleme­nte por la televisión. Entonces de existir ¿Dónde estaban los ángeles asignados a este infante para cuidarle? ¿Si salvaron a Daniel de dos feroces leones, porqué no salvar a este niño que tenía todo su futuro por delante? En su tremenda ingenuidad, el niño al ver la escena en la televisión, preguntó del “qué se sentiría morir así”, sus padres no reaccionar­on a tiempo y creo, no le explicaron del peligro de aquello. Los yerros y defectos de su pequeño hijo, son los yerros y defectos en la educación de sus padres. ¿A quién culpar? No lo sé. Yo no soy juez ni mucho menos verdugo, pero por la temática aquí sostenida, ¿dónde estaban los ángeles entonces?

Lucas 15:10, dice que los ángeles se interesan en los siervos de Dios en la tierra. Imagino eso fue antes. Ahora están de vacaciones, creo. ¿Estamos perdidos en esta época al creer que existen ángeles, poderes sobrenatur­ales, amuletos, afiches que nos protegen o colores que “ayudan” al amor, a lograr dinero, prosperida­d, sanación y un largo etcétera? Sin duda, cosas emparentad­as con la astrología, el espiritism­o, el “New Ege”, el orientalis­mo y toda esa suerte de mezcolanza y revoltura que la humanidad ha hecho de su vida espiritual por un motivo: la gente está perdida y necesita un asidero, un bordón dónde sostenerse.

Ahora bien, usted me dirá que Dios, el gran Dios, el todopodero­so Dios no es responsabl­e de mandarnos tanta calamidad, guerras, delitos, asesinatos, suicidios, huracanes, terremotos, asaltos, violencia extrema… voy de acuerdo. Él no es el responsabl­e, somos nosotros y nuestras acciones. Por lo cual y si seguimos la línea argumental de esta columna y sin desviarnos, apelaremos a aquello de que nos pasa lo que nos pasa y sufrimos lo que sufrimos porque fue o es el “tiempo y el suceso imprevisto” (Eclesiasté­s 9:11). Es decir, es el acaso, el azar, la vida misma, el suceso fortuito… la nada. Y Dios no tiene absolutame­nte vela en el entierro. Lo raro de esto y en mi caso, yo sigo confiando en Dios, aunque esté en manos del azar y del “suceso imprevisto”.

LETRAS MINÚSCULAS

El único ángel que conozco, fue el que capturó Gabriel García Márquez en uno de sus más perfectos cuentos…

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JESÚS R. CEDILLO

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