Vanguardia

Beberla genera lazos; dice una fiel creyente

Imelda Ramírez afirma que al tomar del agua de este manantial la vida cambia y siempre se vuelve... además da una lección de humildad

- REDACCIÓN / FOTOS: MARCO MEDINA (De Excélsior/aura Denise Fuentes)

Para llegar a tomar de esta agua, hay que inclinarse y estirar el brazo para alcanzar a llenar la botella con agua corriente. Alumbrada por dos focos, incluso a un lado se encuentra una mesita con una jarra y varios vasos de plástico, así como un embudo, para que la gente pueda beber o llenar sus garrafones.

“Vienen personas de muchas partes, el agua es milagrosa, proviene de la Sierra de Zapalinamé, son manantiale­s originales, y desemboca en la red general de aguas de Saltillo. De todas las fuentes de agua natural de la ciudad, esta es la única que no se ha secado desde hace 500 años”, compartió José Ríos.

El agua luce completame­nte transparen­te, pueden apreciarse las rocas debajo, la temperatur­a es perfecta, porque -sin importar el momento del día-, no está helada ni caliente, sino fresca; el sabor también es diferente al del agua potable, aunque indescript­ible.

“El que toma agua de aquí, aquí se queda”, advirtió la señora Imelda Ramírez, quien desde hace dos años vive frente a la iglesia, lo cual atribuye a esta historia que también le contaron cuando bebió agua, y tiempo después, por azares del destino, o quizá por la voluntad de Cristo, todo se dio para que se mudara a las cercanías.

La pobladora, quien acude diario a llenar sus garrafones, platica que hay muchos feligreses en Saltillo, a quienes se observan durante la fiesta de la iglesia del Santo Cristo del Ojo de Agua, la cual se realiza el segundo domingo de septiembre (desde 1840).

“Viene la gente de todos los ejidos, traen las primicias, hay mucha fe aquí en Saltillo. La gente viene a dar gracias. En Semana Santa hubo más de 20 mil personas y en la fiesta no se puede ni caminar”, añadió antes de proceder a llenar sus garrafones.

ES UN SITIO ESPECIAL

En este punto destaca la Danza del Ojo de Agua, que es una de las más representa­tivas de Saltillo, aunque se dice que fueron los tlaxcaltec­as quienes incursiona­ron en estas tierras por el siglo XVI y como parte de su identidad ejecutaban éstas, pero a través del tiempo ha sufrido modificaci­ones.

Hoy en día, esta iglesia es el punto de encuentro de cientos de matlachine­s, quienes desde aquí reciben la bendición del párroco y tras hacer reverencia­s, arrodillar­se y persignars­e a la entrada del recinto, parten rumbo a la Plaza de Armas, calles abajo, en la tradiciona­l Matlachina­da celebrada durante agosto.

Además de beber el agua milagrosa y conocer el punto histórico más importante de la ciudad, los visitantes nacionales y extranjero­s pueden encontrar a un costado de la parroquia un mirador para disfrutar de una hermosa vista de la ciudad, la cual, con fe y agua, se pueda convertir en su futuro lugar de residencia.

 ??  ?? Inculcan. Las familias contagian su fe a los niños. Acuden. Al lugar llega gente de Saltillo y de lugares cercanos, todos con la misma fe. Agradecen. Los presentes dejan constancia de los milagros recibidos.
Inculcan. Las familias contagian su fe a los niños. Acuden. Al lugar llega gente de Saltillo y de lugares cercanos, todos con la misma fe. Agradecen. Los presentes dejan constancia de los milagros recibidos.

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