Una vacuna para la inseguridad
La sociedad suele destinar recursos públicos o privados para investigar la prevención o cura de enfermedades infecciosas, epidemias, pandemias y enfermedades sin cura conocida. Los laboratorios reclutan ejércitos de investigadores y expertos que buscan curas, vacunas y balas de plata para poner fin a las tragedias que desatan esos padecimientos.
Hago un símil con el flagelo de la inseguridad pública. Llevamos más de 20 años gastando cientos de miles de millones de pesos para combatir la inseguridad pública que se enseñorea de nuestras comunidades y las convierte en rehenes. Cuando creemos haberla vencido, reaparece con nuevos rostros, nuevas cabezas y sicarios. Criminales organizados o no, siempre presentes y en acción. Algunos, los más, se dedican al delito común, el más numeroso de todos y el menos escandaloso.
En medio de un océano de malas noticias en materia de inseguridad, parece que alguien encontró una vacuna que podría terminar con este flagelo que cercena muchas vidas mexicanas. Se trata, por ahora, de un experimento exitoso que es preciso probar y adecuar a otros entornos una y otra vez, como se hace en los laboratorios farmacéuticos hasta demostrar su efectividad a prueba de fuego.
Hace unos días el New York Times publicó un artículo cuyo título en inglés es muy revelador. “Mientras la violencia crecía en México, esta ciudad (Morelia) resistió la tendencia”. En español el título enfatizó la acción concreta. “Para alejar la violencia, esta ciudad mexicana transformó su policía”. (https://www.nytimes.com/2018/)
Morelia, capital de Michoacán. El esfuerzo estuvo encabezado por el ahora exalcalde independiente, Alfonso Martínez, y su comisionado de Seguridad Pública, Bernardo León. El tsunami López Obrador barrió al exalcalde que, por estrecho margen, no consiguió la reelección. Su esfuerzo, evidentemente exitoso, ya está siendo defendido por la comunidad.
Alfonso militó en el PAN, pero la mezquindad que priva de puertas adentro y el pleito intestino lo empujó a dar la lucha en la trinchera ciudadana. Bernardo ha sido profesor, escritor y lector voraz. Trabajó con Vicente Fox y, contra viento y marea, dentro y fuera del gobierno, fue pionero en impulsar un bicho muy raro del que nadie, en los círculos del poder, había escuchado: la posibilidad de que los juicios en México fueran públicos, orales y transparentes, respetuosos de la presunción de inocencia, el debido proceso y los derechos humanos. A esa propuesta se sumaba una urgente reforma de seguridad pública. Todavía recuerdo el día en que se reveló por primera vez la cifra de impunidad, 99 por ciento. Nadie lo podía creer, hoy nadie lo duda.
No ha sido fácil. Bernardo optó por dejar su escritorio en la Ciudad de México y aceptó el reto Moreliano, puso así en riesgo su seguridad personal y la de los suyos. Alguien tenía que hacerlo, lo demás es rollo. Necesitamos, urgen, experimentos prácticos que funcionen.
Importa poco en qué partido milita el gobernante o qué nivel de gobierno desempeña. El enemigo es muy grande y muy astuto. Se sostiene fundamentalmente sobre dos patas: la corrupción y la soberbia de políticos ignorantes. Por la primera, los millonarios recursos destinados a “combatir” el crimen se van por la coladera. Por la segunda, políticos ignorantes que creen saberlo todo, inventan, improvisan, niegan la realidad. La mezcla de corrupción y soberbia ha dado resultados atroces. Cosa de revisar cifras y estadísticas.
Cito al New York Times: “En 2017, el año más mortífero en México desde que hay registro, la cantidad de muertes también se disparó en Michoacán. Pero en Morelia, la capital estatal, la cifra de homicidios disminuyó en un 18 por ciento en comparación al año anterior. Los sondeos del gobierno indican que la población reportó sentirse más segura”. No es posible en este espacio entrar en detalles de la estrategia seguida en Morelia. Comparto el vínculo del New York Times.
En síntesis, se hizo lo que ha funcionado en el mundo: Policía y comunidad trabajando hombro con hombro. Muchos podrán decir misa, lo cierto es que en Morelia se experimentó y la estrategia funcionó. El artículo del New York Times llegó a las manos de William J. Bratton, exjefe de policía de Nueva York, Los Ángeles y Boston. En Twitter reconoció el esfuerzo y explicó como “el señor León se inspiró en los esfuerzos de la policía comunitaria de los Estados Unidos, así como en la estrategia de las ventanas rotas”, del mismo Bratton. La vacuna dio resultado en un municipio. Inexplicable sería que no se aplique en otros que padecen la grave enfermedad de la inseguridad.