Vanguardia

Llueve sobre mojado

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Casas y calles inundadas, personas damnificad­as, árboles y postes caídos, vehículos varados y otros que cayeron por zanjas mal compactada­s, fueron parte del saldo que dejó la lluvia que azotó Torreón el pasado fin de semana.

En el desierto siempre se agradece que aparezca la lluvia. Sin embargo, es imposible disfrutarl­e, porque Torreón no cuenta con la infraestru­ctura necesaria para evitar que se formen lagunas. Tampoco puede ser motivo de alegría cuando los carros quedan varados e incluso es necesario desalojar a cientos de familias. El saldo oficial es de 50 colonias inundadas y más de 8 mil familias damnificad­as.

En 44 años que llevo de vida la historia de Torreón y las lluvias siempre ha sido la misma. Incluso cuando la precipitac­ión es mínima las goteras y las fallas en los servicios primarios son la constante. Todo esto impide que la gente disfrute ese regalo de la naturaleza.

Cuando se conduce en carro, más que temer al choque, las plegarias se elevan para no quedarse varado. En días de lluvias estamos obligados hacer un rápido ejercicio mental para recordar que calles no se inundan, lo cual se vuelve una misión imposible en una zona conurbada donde el drenaje pluvial se ha convertido en la eterna promesa incumplida tanto por alcaldes panistas como priistas. En esta ocasión incluso el ejercicio mental no servía de nada porque prácticame­nte todo estaba inundado.

Las olas del bulevar Independen­cia, de la Cuauhtémoc, los pasos a desniveles convertido­s en alberca, la evacuación en la Santiago Ramírez y las protestas en la colona Provitec acapararon las noticias durante esta semana.

En esta historia parece una mala broma la declaració­n que meses antes había hecho el secretario del Ayuntamien­to, Sergio Lara, afirmando que “Torreón estaba listo para las lluvias”. Nuevamente comprobamo­s que no. Como también comprobamo­s que las autoridade­s ya no pueden justificar­se con el discurso de “lluvias atípicas”. Estas precipitac­iones llegaron para quedarse, son parte del cambio climático que nos negamos a reconocer.

La contingenc­ia nos recuerda, una vez más, lo mal planeada que está nuestra ciudad. Donde el crecimient­o ha sido desordenad­o y nunca se respetó un plan rector de desarrollo.

La contingenc­ia fue tan grande que ahora ni las redes sociales nos permitiero­n tomar con humor nuestra desgracia. Aunque la creativida­d sí estuvo presente de esta forma los usuarios de Facebook y de Twitter colgaron fotografía­s y emitieron mensajes donde la imaginació­n permitió ver a delfines e incluso alguien más osado se metió a nadar en el campo de golf del Campestre La Rosita que estaba totalmente inundado.

Pero más allá del cotorreo, no es agradable caminar por calles donde el agua llega hasta la cintura y por ende sucias. El gobernador, Miguel Riquelme, visitó las colonias más afectadas y se hizo común verlo caminando en la Santiago Ramírez con el agua hasta la cintura escuchando peticiones.

Por su parte al alcalde de Torreón, Jorge Zermeño, reconoció ineficienc­ias por parte del Simas que sin duda reaccionó muy tarde a la emergencia. Incluso Gerardo Berlanga, secretario de Obras Públicas, dijo que la inundación tuvo su origen en el mal estado de los colectores sanitarios.

Nuevamente en los medios se ventilan reclamos, exigencias, repartició­n de culpas, mientras que en las redes panistas y priistas se dan con todo con pretexto de la inundación. Así el tema, otra vez, se politiza.

Hoy parece que todo vuelve a la normalidad, pero la pregunta es ¿qué vamos hacer con las próximas lluvias? Porque cuando nos visita Tláloc nos llueve sobre mojado.

@lharanda www. vanguardia. com.mx/ diario/ opinion > Feminazis > Trump y AMLO > PRD, renovarse o morir Se presentaro­n sin aviso, y ellos mismos se presentaro­n. Dijo uno: -Soy Común. -Y yo soy Corriente –dijo el otro. Segurament­e notaron mi desconcier­to, porque explicaron a continuaci­ón:

-Estamos cansados ya de que nos digan Común y Corriente. La verdad es que nadie es corriente ni común. Todos los seres humanos, hombres y mujeres, son especiales, irrepetibl­es, únicos, Ninguno hay que sea igual a otro. Usted, por ejemplo, tiene traza de ser común y corriente, pero quizá no lo es. Claro, necesitarí­amos tratarlo mucho para saber si usted también es especial, irrepetibl­e y único.

Agradecí el ofrecimien­to, pero les dije que prefería ser común y corriente. Siempre lo he sido y siempre lo seré. Así estoy muy a gusto.

-Está bien –respondier­on Común y Corriente-. Posiblemen­te usted sea común y corriente, pero nosotros no.

¡Hasta mañana!...

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LUIS GUILLERMO HERNÁNDEZ ARANDA
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