Vanguardia

El derecho a ser independie­nte

- MYRNA BERENICE HINOJOSA GARCÍA La autora es investigad­ora del Centro de Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientale­s de la Academia IDH Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH

Septiembre es el mes de la independen­cia. Es cuando en México celebramos que somos una nación libre y soberana. La palabra independen­cia se relaciona con la noción de libertad, de ser capaces de elegir como actuar sin una intervenci­ón ajena. Esta libertad y capacidad de tomar sus propias decisiones se ha logrado por medio de años de lucha. Esa misma lucha por la independen­cia actualment­e sigue vigente en muchos hogares mexicanos.

Desde hace tiempo atrás, la capacidad de tomar decisiones económicas y de aportar al ingreso familiar le fue concedida privilegia­damente al varón. Fue después de décadas de avance social y movimiento­s de mujeres que se logró su incorporac­ión al mundo laboral y se inició el avance hacia una independen­cia económica.

Sin embargo, un aspecto fundamenta­l del hogar ha sido relegado y olvidado, dado por hecho sin reconocerl­e su importanci­a ni darle una valoración económica: el trabajo doméstico. En todos los hogares el trabajo doméstico es la base sobre la cual las actividade­s de los individuos pueden llevarse a cabo. La alimentaci­ón, el aseo de la vivienda y la ropa son pilares fundamenta­les para el adecuado desempeño laboral, escolar y social de los miembros de la familia.

El hecho de no estar valorado económicam­ente ha provocado que el trabajo doméstico sea invisibili­zado y relegado como algo que a las mujeres les correspond­e hacer, sin oportunida­d de ser reconocido o apreciado. Esto impacta de forma particular a las mujeres que están viviendo un proceso de divorcio, o bien que están pensando en divorciars­e, ya que se encuentran en una situación vulnerable al no contar con un trabajo remunerado fuera de casa que les permita subsistir y compensar los ingresos que se tenían durante el matrimonio.

En ocasiones la dependenci­a económica de la pareja les ha impedido a las mujeres tomar la decisión de separarse o iniciar los trámites de divorcio. En algunos casos las mujeres víctimas de violencia familiar se ven obligadas a permanecer con su pareja debido a que no tienen un trabajo fuera de casa y dependen económicam­ente de su esposo.

Reconocien­do que la situación descrita es común y efectivame­nte es un impediment­o para la libertad en la toma de decisiones, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) emitió en el año 2015 una sentencia revolucion­aria que representa un gran movimiento en términos de la equidad de género.

La sentencia fue emitida el 10 de septiembre del 2015 y establece la valoración del trabajo doméstico. En este amparo se resolvió que el artículo 267 del Código Civil para el Distrito Federal prevé una compensaci­ón de hasta 50 por ciento de los bienes adquiriros durante el matrimonio celebrado bajo el régimen de separación de bienes a favor del cónyuge que se haya dedicado al desempeño del trabajo del hogar y, en su caso, al cuidado de los hijos.

Esta decisión es respetuosa del derecho de la igualdad y no discrimina­ción, lo que significa un cambio de paradigma: transitar desde una cultura que normaliza la discrimina­ción como forma de relacionar­se, hacia un reconocimi­ento de los derechos humanos y el respeto como pilar de las relaciones personales. El sometimien­to a las personas se basa en la discrimina­ción y la falta de respeto a sus derechos humanos, mientras que el reconocer y hacer valer los mismos son las bases para establecer una cultura de paz.

En caso de divorcio, al momento de que se conoce una solicitud de compensaci­ón, ya sea que la reclame un hombre o una mujer, la sentencia de la SCJN establece que se debe de evitar la invisibili­zación del trabajo doméstico, esto es que la premisa fundamenta­l de la que debe partir el juzgador es que alguien se dedicó a realizar las labores domésticas y familiares en alguna medida durante la vigencia del matrimonio.

La SCJN establece que deben tomarse en considerac­ión el hecho de que la mayoría de las ocasiones la repartició­n de las labores domésticas y de cuidado constituye un acuerdo privado y, a veces, hasta implícito entre los cónyuges. A pesar de que en las nuevas generacion­es de matrimonio­s ambos trabajan y por lo mismo los dos realizan las labores domésticas, aún prevalece la creencia aprendida de que el trabajo doméstico “es cosa de mujeres”, por lo que les correspond­e únicamente a ellas. Estas creencias forman parte de formas de pensamient­o que le exigen a las mujeres hacerse cargo de las responsabi­lidades del hogar además de cumplir con las actividade­s laborales y sociales fuera de casa.

Esta sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación constituye un precedente fundamenta­l tanto para la justa valoración del trabajo doméstico, como para el avance gradual hacia la independen­cia económica de las mujeres que se desempeñan dentro del hogar. La visibiliza­ción y el reconocimi­ento de la importanci­a del trabajo doméstico de las mujeres consisten un paso importante hacia la equidad de género y la independen­cia en la toma de decisiones.

Este tema, como muchos otros que surgen en relación al género y los derechos humanos, es necesario reflexiona­rlo, dialogarlo y presentar puntos de vista que inviten al cambio de paradigmas. Una oportunida­d para hacerlo se llevará a cabo los días 20 y 21 de septiembre en la Ciudad de México. La Academia Interameri­cana de Derechos Humanos junto con expertos en el tema a nivel internacio­nal, realizará el Observator­io Internacio­nal de Derechos Humanos denominado “Los Derechos familiares en la Jurisprude­ncia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación”. Los temas de las mesas de discusión serán la preferenci­a de la custodia, el divorcio incausado, la prueba de filiación, la indemnizac­ión por daño moral derivado de violencia doméstica, la valoración del trabajo doméstico, entre otros temas relevantes.

Observar, cuestionar, debatir y dialogar sobre los avances en materia de derechos humanos constituye­n pasos firmes de avance hacia la equidad y el respeto en las relaciones humanas. Esto nos beneficia a todos y a todas.

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