Vanguardia

El botiquín del alma

- ‘CATÓN’ CRONISTA DE LA CIUDAD

La semana pasada estuve en Guanajuato capital. En una librería de viejo hallé un curioso volumen con el título “El botiquín del alma”. Fue publicado en León el año de 1944, y su autor es el presbítero J. Cruz Ramírez.

Dice ese sacerdote en el prólogo de su obra: “... Desde que era seminarist­a, al leer los libros espiritual­es, de ellos trasladaba a una libreta las máximas y pensamient­os que me parecían más jugosos y profundos... Cuando era casi niño leí estos versos que nunca he olvidado ni olvidaré jamás: ‘Acostúmbra­te a morir / antes que la muerte llegue, / porque muerto sólo vive / el que estando vivo muere’. ¿No podría, me dije un día, expresar en versos los pensamient­os que he colecciona­do? Y manos a la obra. Logré hacer 555 octavas de versos de ocho sílabas... ‘Comprimido­s’ se llamarán mis octavas, me dije, y el título del libro será: ‘El Botiquín del Alma’...”. Añade el sacerdote: “...El fin de mi jornada está, sin duda, no muy lejos: he vivido más de medio siglo (54 años), y pronto cumpliré los 25 de vida sacerdotal. Dejo este libro a mis amigos los pecadores: léanlo, medítenlo, propáguenl­o, trátenlo con cariño...”.

Sin haber conocido al padre Cruz cumplo ahora su encargo de propagar sus comprimido­s. Habrá quienes los hallarán ingenuos, curiosos, y aun risibles, pero hay que tomar en cuenta el tiempo en que fueron publicados. He aquí algunos de ellos escogidos más o menos al azar:

“PELIGROS DEL NOVIAZGO: Es necesario el noviazgo / para hacer el matrimonio; / mas la carne y el demonio / de él suelen sacar partido. / Del trato frecuente incauto / que se tiene entre los dos, / haciendo ofender a Dios / muchas almas se han perdido. / Quien la pólvora trabaja / procede con precaucion­es / para evitar quemazones / que se habrán de lamentar. / También así en los noviazgos / es preciso proceder, / y siempre que hombre y mujer / entre sí deban tratar”.

“ILUSIONES Y REALIDADES: Toda suerte de locuras / el novio jura a su amada, / y de ellas no queda nada / cuando se forma el hogar. / Antes platicaban mucho, / hoy ya no tienen de qué. / La ilusión lejos se fue / la realidad al llegar. / Cuando los nuevos esposos / se conocen al desnudo / raro es hallar al que pudo / no sufrir un desconcier­to. / Él se pone pensativo, / ella se sienta a llorar, / y a alguno se oye exclamar: / ¡Mejor estuviera muerto!”.

El padre Cruz advierte al hombre sobre los peligros que trae consigo el trato con mujer. Recoge así la tradición clerical según la cual la mujer fue causa de la perdición del hombre, pues por su culpa éste cayó en la tentación y fue arrojado del Paraíso Terrenal. Según el padre Cruz esa mala costumbre de tentar al hombre no terminó con Eva: sus hijas salieron a la mamá, y gustan todavía de poner en predicamen­to a los adanes.

Cita el buen sacerdote una frase latina escrita por un cierto cardenal Bonna, que no debe haber tenido muy buena voluntad a las mujeres. Dice esa frase: “Suum morem illa retinet, semper hominem expellit e paradiso”. Eso quiere decir: “Ella (la mujer) conserva su práctica de arrojar siempre al hombre del Paraíso”. Precisa todavía más el padre Cruz, y dice: “Aun sin proponérse­lo, como por instinto o astucia natural, la mujer seduce y cautiva al hombre”. Sobre ese tema escribe el sacerdote otro de sus comprimido­s:

“ASTUCIA DE LA MUJER: Sabe muy bien la mujer / -como la primera lo hizo- / arrojar del Paraíso / al hombre que se le acerca. / Para conquistar al hombre / que con ella está en contacto, / instintiva astucia y tacto / tiene. Y además es terca”.

Juzgue cada quien según su entender las palabras de este señor cura.

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ARMANDO FUENTES AGUIRRE

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