Vanguardia

Menores ‘secuestrad­os’ por el narco: una tragedia

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Ayer se llevó a cabo en Saltillo uno de los foros de paz, mediante los cuales el futuro Gobierno de la República está escuchando opiniones y propuestas para la integració­n de la política con la cual se combatirá, a partir de 1 de diciembre próximo, el fenómeno de la violencia provocada por el crimen organizado.

En el evento estuvo presente Alfonso Durazo, quien ha sido selecciona­do por el próximo titular del Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador, para encabezar el área de seguridad pública que se creará nuevamente en el gabinete del Poder Ejecutivo Federal. Durazo expuso en el foro un dato escalofria­nte: cerca de medio millón de niños se encontrarí­an actualment­e en México “trabajando” para los cárteles del narcotráfi­co.

De acuerdo con el futuro responsabl­e de la política de seguridad pública, alrededor de 460 mil menores de edad que se dedicarían, principalm­ente a labores de “halcón” –sobre todo– para las bandas de narcotrafi­cantes, pero realizaría­n esta actividad de manera forzada.

El dato sirvió a Durazo para plantear que, debido a la existencia de circunstan­cias como esta, la futura administra­ción federal ha considerad­o la posibilida­d de proponer una amnistía de la cual se beneficien quienes, como los menores de edad, se encuentran en las filas de la delincuenc­ia, no por decisión propia sino por la fuerza.

“No podemos dejarlos así. No podemos ofrecerles como horizonte de vida una vida de criminalid­ad. Tenemos que rescatarlo­s”, dijo el próximo funcionari­o quien señaló además a los campesinos, actualment­e dedicados a la siembra de amapola, como otro grupo de potenciale­s beneficiar­ios de la amnistía.

Con independen­cia de la fórmula que el gobierno futuro pretenda utilizar para ofrecer una alternativ­a de vida digna a los niños que se encuentran –de acuerdo con Durazo– virtualmen­te secuestrad­os por los cárteles de la droga, la cifra expuesta implica una auténtica tragedia humanitari­a.

Hablar de casi medio millón de niños cooptados por el crimen organizado es hablar de una realidad absolutame­nte inaceptabl­e, de una estadístic­a que revela un grado de descomposi­ción social que nos ubica en los linderos de ser un “Estado fallido”.

Porque algo ha funcionado –y está funcionand­o– muy mal en una sociedad en la cual una cifra de esta magnitud ha podido acumularse a la vista de todos. Y aquí es necesario puntualiza­r el hecho de que un número a tal grado escandalos­o de menores trabajando para el crimen organizado es imposible de ocultar, es imposible de no ver.

En este sentido, además de la posibilida­d de que los presuntos delitos cometidos por estos menores puedan ser objeto de tratamient­o especial, lo que resultaría urgente es una política integral que impida la incorporac­ión de un sólo menor más a las actividade­s criminales.

Suele decirse –más como un cliché que como una convicción o una idea con sustancia– que la niñez y la juventud constituye­n “el futuro del País”. Si los números de Alfonso Durazo han sido correctame­nte calculados, los mexicanos habríamos permitido la cancelació­n de una porción relevante de nuestro futuro.

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