Vanguardia

Historias increíbles y reales

- JESÚS AMAYA GUERRA jesus.amaya@udem.edu

La escuela y los padres deben colaborar en forma armoniosa para el bien de los muchachos. Sin embargo, hay una gran confusión entre los roles de ser padres y maestros. A pocas semanas de clases he recibido una gran cantidad de historias reales de maestros: “Tuve un padre que no quiso firmar la notificaci­ón de reglamento de su hija de preparator­ia porque no estaba de acuerdo en la responsabi­lidad del estudiante de poner atención en clase. El papá argumentó que su hija tenía el derecho de dormir cuando lo quisiera”.

“Una mamá de una muchacha de secundaria me exigió justificar los retrasos de su hija porque era normal que durmiera poco por las noches, por estar en sus redes sociales”.

“Una mamá me pidió que hablara con su hijo de 10 años para ordenarle que no estuviera tanto tiempo en los videojuego­s y que hiciera su tarea”.

“Unos papás me preguntaro­n por qué no enseñaba a lavarse los dientes y las manos a su hijo de 5 años. Ellos comentaron que ya estaban cansados de hacerlo todos los días”.

“Tengo un padre que me dice por qué tienen que saber las cosas si pueden tomar su celular y googlearlo. Aprenderlo ya pasó de moda y no necesitan saberlo”.

“Papás enojados, en la primera junta del año, reclamaron que no haya tarea. Es antipedagó­gico y reduce la convivenci­a familiar. Además, la UNESCO anunció una ley obligatori­a que las escuelas no deben encargar tareas a los niños”.

“Enseño la clase de Literatura en preparator­ia y considero que la lectura es fundamenta­l en la formación del estudiante y para la vida. Encargo a los preparator­ianos leer novelas para mi clase. Un día, una mamá me gritó enfrenté de todos mis estudiante­s que era una maestra obsoleta. Ahora los muchachos aprenden viendo la computador­a y no leyendo”.

“Un padre me mandó un correo electrónic­o diciéndome que no es trabajo de su hijo de primaria explicarle­s a sus compañerit­os la clase. Por eso él paga, para que yo dé la clase. Realizamos una actividad de aprendizaj­e cooperativ­o y por ello el papá se enojó”.

“Varias mamás se enojaron porque en la escuela somos crueles al no permitirle­s dejarles el lonche calientito. Les decimos que les envíen desde la mañana su lonche, pero reclaman que va a estar frío para el recreo y no se lo van a comer”.

“Un padre me pidió que todos los días le mandara un correo a su hijo de secundaria para le dijera la tarea, porque era un poco distraído y anota todo”.

“Envié una notificaci­ón a los papás de no entrega de tareas, y me contestaro­n que ellos tenían la culpa porque olvidan recordarle que la llevaran”.

Quisiera continuar con más historias, pero el número de palabras que me permiten escribir llega a su límite. ¿Cuál es la relación escuela y padres? Es colaboraci­ón. Todos vamos en el mismo barco y queremos llegar al mismo puerto. Sin embargo, muchas veces no ocurre así. Los padres quieren llevar a sus hijos a un puerto distinto a lo que la escuela y maestros desean. No estoy diciendo que las escuelas son perfectas, pero hay que trabajar de la mano. Somos cómplices en la misión de formar y educar grandes personas y no enemigos. Trabajemos juntos.

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