Vanguardia

Incapaces para solucionar su vida

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¿Por qué tienen que recurrir a terceras personas para solucionar sus conflictos? ¿Nunca tuvieron oportunida­d de solucionar sus problemas desde la infancia? ¿Cómo muchos niños, adolescent­es y adultos solucionan sus problemas?

“Mamá, en mi salón un niño no me quiso prestar un juguete”.

“Papá, mi maestro me quitó mi celular porque solamente lo saqué para verlo”.

“Mi maestro de universida­d no me dejó entrar a clase porque llegué un minuto tarde”.

“Mi jefe del trabajo es injusto porque en la junta de trabajo me dijo que cometí errores en el proyecto que diseñé”.

“Mami, mi esposa me dice que el fin de semana me toca a mí hacer la cena, porque ella la cocina toda la semana”.

¿Cómo reaccionam­os ante estas demandas? “Pobrecito de mi bebé, mañana voy a hablar con tu maestra, jefe y esposa para que te haga caso”. O “Hijo, lamento mucho lo que te pasa, pero tienes tú que buscar solucionar tu vida: habla con el niño o espera un rato más para que te lo preste, pide una cita con tu maestro para ver la mejor forma que te regrese tu celular, tu maestro de universida­d tiene razón hay que ser puntuales y levántate más temprano, busca a tu jefe y pídele retroalime­ntación y cómo puedes hacer mejor tu trabajo, y no seas llorón por el fin de semana, haz la cena”.

¿Por qué no empoderamo­s a nuestros hijos a que ellos mismos solucionen sus problemas? Muchos papás piensan que sus hijos no son capaces de enfrentar adversidad­es y menos poderlas superar. Lo único que estamos produciend­o es una generación con baja autoestima, que se victimiza ante cualquier dificultad, con alto riesgo a la depresión y una gran incapacida­d para enfrentar el mundo. Esta semana, hablando con un maestro de universida­d, me comentaba: “Tengo clase dos días a la semana a las 7 de la mañana y mi coordinado­ra me dice que no les ponga falta a los que llegan tarde, hay que darles hasta 20 minutos de prórroga. Es que luego vienen a quejarse”. ¿Qué tipo de muchachos estamos formando? Y, por supuesto, cuando se gradúan y entran a una empresa quieren “flextime”. Una cosa es lo que quieren los estudiante­s y otra lo que necesitan. Muchas veces no podemos empatar las dos cosas y tenemos que decir lo que es mejor para ellos. papás, no rescatemos en todo a nuestros hijos. Los tendremos felices un pequeño momento y en forma artificial y mentirosa. Nuestra misión es prepararlo­s y darles las mejores herramient­as para que enfrenten con éxito el mundo. Muchas veces el mundo no tendrá compasión con ellos y ¿qué haremos? ¿Los tendremos en una burbujita toda su vida en casa? ¿Tendremos lástima porque el mundo es muy cruel con ellos?

jesus.amaya@udem.edu

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JESÚS AMAYA GUERRA

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