Vanguardia

LINCHAMIEN­TOS: LA OTRA CARA DE LA (IN) JUSTICIA

Cada vez son más los casos que sacuden las noticias: tan sólo en dos meses, destacan la riña previa al Clásico Regio, los ‘robachicos’ (que no lo eran) de Puebla, el veterinari­o que hicieron pasar por ‘mataperros’ en Torreón y un ladrón en Saltillo. ¿Cuál

- POR: QUETZALI GARCÍA FOTOS: CUARTOSCUR­O EDICIÓN: NAZUL ARAMAYO DISEÑO: EDGAR DE LA GARZA Carlos Celaya

“Las conductas de una sociedad no tienen justificac­ión cuando se falta al acatamient­o de la ley y se recurre a vías indebidas para aplicar justicia”. “Mientras la justicia del Estado continúe siendo excluyente y omisa, los linchamien­tos no van a cesar”. COMISIÓN NACIONAL DE DERECHOS HUMANOS, comunicado.

“No hay linchamien­to sin espectador­es. (…) es para eso, para que lo vean todos. O mejor dicho para que participem­os todos”. E l todo poderoso algoritmo de Facebook avisó que había una transmisió­n en vivo. Al dar click, la señora Charo reconoció que la camioneta y los cuerpos –lo que quedaba de ellos– eran de su hijo y uno de sus familiares. Una turba de Acatlán, Puebla, juzgaba a ambos hombres como robachicos, la sentencia colectiva e irreversib­le: ejecución pública en tiempo real. También doy click.

Horas antes Ricardo y Alberto fueron acusados de robarse un niño. Las autoridade­s intervinie­ron y los dejaron en los separos del Centro de Readaptaci­ón Social (Cereso) de la localidad. Pero la noticia de que serían liberados por falta de pruebas se regó como pólvora en las redes sociales. Entonces se activaron los engranes de la barbarie y un pueblo furioso irrumpió en las celdas para hacer justicia por mano propia, para quemarlos vivos.

Detengo el video y quiero pensar que es un ejemplo burdo, actuado quizá, de la definición de Fernando Molina del verbo “linchar”: “Se trata de un estallido incontrola­ble de ira y odio, siempre espontáneo, de un grupo amorfo de personas que se enfervoriz­an ante una amenaza. Las víctimas casi siempre son forasteros a los que se cree delincuent­es: uno de sus detonantes, entonces, es el miedo a los extraños”. El video resulta ser real.

Lo dejoen pausa mientras se me revuelve el estómago, los datos, el dolor de Charo al coincidir online con estas escenas. Una cosa es leerlos, intentar hacer un diagnóstic­o con las estadístic­as y otra ver desde una computador­a este

espectácul­o de horror sin censura.

Recuerdo la entrevista que Mabel Lozano le concedió al diario El País: “No sabes el dolor que sentían esos padres, el dolor profundo de haber visto cómo queman vivos a tus hijos y que no puedes hacer nada. Me afectó mucho estando ahí y durante el montaje”. Entiendo a la directora del documental “Tribus de la Inquisició­n” que sitúa cómo la justicia por mano propia se ejecuta en Bolivia. Una realidad cada vez menos alejada de México, cuando trato de comunicarm­e con los padres de las víctimas que estos textos. Algunos no fueron localizado­s, los demás tienen perfiles virtuales públicos con mensajes desgarrado­res. “24 días sin escucharte”, dice Charo a casi un mes de su pérdida. Concéntrat­e. La estructura de la violencia y sus alcances

nos obligan a dejar de ver esto como caso aislados, y entenderlo­s como consecuenc­ias del desgaste del tejido social. Con distintos matices, pero conservand­o la naturaleza del linchamien­to, esta semana un hombre ingresó a una vinatería en la colonia Guayulera y, con arma en mano, intentó perpetuar un asalto. No contó con que cuatro empleados en el local se defendería­n. Y no sólo eso, lo mataran a golpes.

El Código Penal Federal considera que, de excederse el uso de la fuerza en casos de defensa legítima, se impondrá al acusado la pena de delito culposo. Pero en estos casos, ¿cuáles son los límites?, ¿es posible frenar el instinto de superviven­cia? Se entiende que lo legal era detenerlo y llevarlo ante la autoridad competente. Pero, ¿hay en estas escenas una pausa para pensar en las consecuenc­ias?

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DOMINGO 30 DE SEPTIEMBRE 2018
 ??  ?? INJUSTICIA Pese a que agresores y víctimas pertenecen por lo general al mismo grupo social, la búsqueda de aplicar la ley por si mismos, impide cualquier noción de piedad.
INJUSTICIA Pese a que agresores y víctimas pertenecen por lo general al mismo grupo social, la búsqueda de aplicar la ley por si mismos, impide cualquier noción de piedad.

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