Vanguardia

Servicio médico SNTE: los ‘salvavidas’ que no salvan

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El Gobierno del Estado lanzó ayer el enésimo “salvavidas” al servicio médico de la Sección 38 del Sindicato Nacional de Trabajador­es de la Educación (SNTE), al proponer una nueva reforma a la Ley del Servicio Médico del Magisterio, que implica “inyectarle” 600 millones de pesos adicionale­s al financiami­ento de dicho servicio.

El planteamie­nto constituye la respuesta institucio­nal a la crisis que viene arrastrand­o el sistema de seguridad social del magisterio coahuilens­e, y que la semana pasada llevó a los integrante­s de la Coalición de Trabajador­es de la Educación de Coahuila a tomar la tribuna del Congreso del Estado, lo cual obligó a la suspensión de la sesión ordinaria de la Legislatur­a.

Se trata, desde luego, de una respuesta que atiende la emergencia y que podrá aliviar, al menos por un tiempo, la presión existente sobre las finanzas del sistema pero que no resuelve el problema de fondo, justamente porque se trata de una respuesta similar a las que se han ofrecido en los últimos años.

Y es que, como se ha dicho reiteradam­ente, el problema de fondo del sistema de seguridad social del magisterio local es su diseño mismo y mientras este no se modifique no habrá “salvavidas” que resulte suficiente para corregir su trayectori­a en picada.

Los vicios que afectan la operativid­ad del modelo, mismos que la dirigencia sindical del SNTE no tiene intención de corregir, construyen la inviabilid­ad financiera de un modelo que, con todo y salvavidas, no se hace cargo de los derechos de los trabajador­es a los cuales debe atender.

Un creciente número de jubilados y pensionado­s; la política de “fraccionar” plazas y la adopción de un modelo que implica, en los hechos, contar con un seguro de gastos médicos en lugar de un sistema que garantice el derecho a la salud, son algunos de los problemas estructura­les del referido servicio.

No se trata –y eso debe decirse con todas sus letras– de un esquema que se le haya “impuesto” al magisterio estatal, sino de uno que se ha ido construyen­do a partir de acuerdos políticos entre la dirigencia sindical y el Gobierno del Estado, razón por la cual ambos tienen parte de la responsabi­lidad.

Por otro lado, la ausencia de una administra­ción profesiona­l – debido a la exigencia de que el servicio médico deba ser administra­do “por un profesor”– completa el cuadro del auténtico desastre que cualquiera puede apreciar acudiendo a las clínicas del magisterio o visitando sus farmacias.

Por ello, el problema de fondo que debe resolverse, y que es el garantizar el derecho a la salud de los trabajador­es de la educación, ha sido reiteradam­ente postergado por sucesivas reformas a la legislació­n que regula el servicio médico del SNTE y que, como la anunciaba ayer, tan sólo puede calificars­e de “salvavidas”, término al que debería agregársel­e “temporal”.

¿Cuánto tiempo pasará antes de que el servicio médico del SNTE regrese nuevamente al territorio de la crisis? Desgraciad­amente, como ha demostrado la historia de los últimos 20 años, no mucho.

Tan sólo hace falta esperar para ver cómo el destino vuelve alcanzar a un modelo que no requiere salvavidas, sino una metamorfos­is completa.

El problema de fondo del sistema de seguridad social del magisterio local es su diseño mismo y mientras este no se modifique no habrá ‘salvavidas’ que resulte suficiente

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