Vanguardia

A un año de la desaparici­ón misteriosa de Liliana y Laura

- FRANCISCO RODRÍGUEZ

Si toda la población alzara la voz ante estas tragedias, se resolvería­n más rápido”. Karla Daniela Ríos, hermana de Liliana.

TORREÓN, COAH.- Desde el 7 de octubre de 2017 Liliana y Laura Valeria, madre e hija, están desapareci­das. Karla Ríos, la hermana de Liliana, pensó de primera instancia que se trataba de un secuestro cuando no llegaron a su destino.

“Pensé que en cualquier momento nos iban a llamar”, recuerda Karla. Pero nadie les llamó y parece, desde entonces, que no despierta de una pesadilla.

Lo último que se sabe es que Liliana y su hija partieron la mañana de ese 7 octubre en su camioneta blanca GMC Sierra Denali 2009, la cual tenía vidrios polarizado­s y el parabrisas estrellado. Se dirigían de la colonia Latinoamer­icana a la colonia Jacarandas, en Torreón, para acudir a casa de su ex suegra.

Liliana es una de cuatro hermanos en la familia, cumplió 27 años el pasado 18 de mayo. En tanto que su pequeña Laura Valeria tenía un año y dos meses cuando desapareci­ó junto con su madre. El 28 de julio cumplió dos años. “No quiero llorar pero no puedo dejar de felicitart­e, probableme­nte alguien pueda felicitart­e por mí y por fin te devuelva a mí”, escribió Karla en la página de Facebook “Buscando a Liliana y Valeria”.

LA INCANSABLE BÚSQUEDA

Karla y su familia buscaron por todos lados: hospitales, Cruz Roja, centro de detención. “Lo que pudimos hacer por nuestra cuenta”, recuerda Karla. Fue hasta el 9 de octubre que la familia presentó la denuncia en el área de desapareci­dos de la Fiscalía del Estado.

Karla, la menor de los hermanos, es la que está al frente de la búsqueda que realiza la familia. Coloca carteles de búsqueda, habla con los medios, da entrevista­s y acude con funcionari­os.

A Karla, un año se le hace poco tiempo y demasiado. Admite que a veces pierde la esperanza, que hay altas y bajas en la familia pero salen adelante porque están necesitado­s de una respuesta a la pregunta ¿dónde están?

“Mis papás están tratando de luchar contra esto. Nunca pensamos que esto nos pudiera pasar a nosotros. Pero ni modo aquí vamos para el frente y seguir luchando y presionand­o para localizarl­as”, reconoce Karla.

NOS ARRANCARON LA FAMILIA

En Torreón hay un par de anuncios espectacul­ares que exhiben la desaparici­ón de Liliana y su hija. De Liliana describe: estatura 1.60 metros, tez blanca, complexión delgada, cabello teñido de color castaño a la altura de los hombros. Señas particular­es: cicatriz en la frente, lunar bajo ojo derecho. Tiene un tatuaje en un dedo “números romanos”, otro tatuaje en la espalda baja de la figura de un tribal, y uno más en la muñeca que dice “Alejandro”. Vestía short de mezclilla y playera gris de Aeropostal.

De Valeria el anuncio detalla: cabello corto castaño ondulado, lunar café claro en la pierna derecha y otro lunar en uno de sus hombros. La otra descripció­n la hace Karla: “Mi hermana es una persona buena, de carácter fuerte. Su hija era su sueño, era lo que veía de ella. Se dedicaba a cuidar a Laura. Como toda muchacha de su edad, le gustaba estar en fiestas, era muy sociable, pero era muy familiar. Nos gustaba estar reunidos en familia, hacer carnes asadas”.

Karla platica que desconoce si su hermana tuviera problemas con alguien pero lo duda porque asegura que era muy hogareña.

De hecho, el domingo antes de la desaparici­ón, la familia había estado reunida. Fue la última vez que la vieron. “Por el trabajo y la semana, no tuve contacto con ella hasta que nos avisaron que no la encontraba­n”, detalla Karla.

SIN RASTRO NI AVANCE

Karla Ríos menciona que se han hecho todos los protocolos de búsqueda, desde la alerta pre Amber, la Alerta Alba, hasta el reporte de robo por la camioneta y búsquedas nacionales en distintas instancias. “Pero todo ha sido fallido”, lamenta.

Como ha podido, ha organizado movilizaci­ones con familiares y amigos a la Fiscalía de Desapareci­dos en Torreón, pues denuncia que la dependenci­a no tiene ningún avance, ni pista, ni línea de investigac­ión, y tardó nueve meses en conseguir la sábana de llamadas del teléfono de Liliana.

“Nos dijeron que se tardaba un mes, queríamos saber algo que nos llevara a seguir la búsqueda”, dice Karla. El registro telefónico, nueve meses después de las desaparici­ones, no aportó nada. “Ya no son importante­s, ha pasado mucho tiempo desde ese día. Ya solo es un dato”, platica Karla. El celular de su hermana estuvo prendido hasta el domingo 8 de octubre a las 6 de la tarde. Un día completo estuvo prendido. Pero no extrajeron nada más.

INVESTIGAC­IÓN ATORADA

En su momento, Fernando Vela Tafoya, coordinado­r en La Laguna de la Fiscalía de Personas Desapareci­das, mencionó que interesaba la sábana de llamadas porque era una herramient­a de investigac­ión en la que podrían profundiza­r en la geolocaliz­ación o los datos de internet. Inclusive ante la dilación de la entrega la compañía recibió apercibimi­entos y multas por no acatar la orden.

A un año de la desaparici­ón de Liliana y Laura Valeria, la familia todavía desconoce el paradero de ambas. “Es doloroso no saber nada”, dice Karla. “Es muy fuerte el no tener noticias, que nos hagan esperar tanto para saber qué pasó. Es una espera que mata”, lamenta.

Ni siquiera la camioneta en la que iba su hermana y sobrina, con la que podrían haber rastreado informació­n, ha sido localizada. Ahora cuando puede, Karla se mueve con la misma policía, pero a la fecha, asegura, no han encontrado nada que vincule una prueba con algo o alguien. “Todas las líneas de investigac­ión están cerradas”, dice. Y por su mente, no pasa ninguna idea que le indique qué pudo haber ocurrido.

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Petición. A un año de la desaparici­ón de su hermana y sobrina, Karla pidió a la sociedad que se sensibilic­e más de los casos.
 ??  ?? Sensibilid­ad. Karla llamó a no hacer de su hermana y sobrina un caso más, por lo que pidió a la sociedad que si saben algo, lo digan.
Sensibilid­ad. Karla llamó a no hacer de su hermana y sobrina un caso más, por lo que pidió a la sociedad que si saben algo, lo digan.

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