Vanguardia

MÁS VALE AL QUE DIOS AYUDA QUE AL QUE MUCHO MADRUGA

- JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA

El Quijote II, 34

Discute Sancho Panza con don Quijote y el Duque acerca de la caza de monte, de la que el escudero es enemigo, no así sus dos interlocut­ores, quienes le dicen que si va a ser gobernador la deberá practicar como hacen los reyes y príncipes. “Así que ¡oh, Sancho!, mudad de opinión, y cuando seáis gobernador, ocupaos de la caza y veréis cómo os vale un pan por ciento”, le explica el Duque para tratar de convencerl­o.

Sancho, firme en su convicción, le responde: “Mía fe, señor, la caza y los pasatiempo­s más han de ser para los holgazanes que para los gobernador­es”. Y les asegura que él habrá de ser buen gobernador, porque “más vale al que dios ayuda que al que mucho madruga”.

Al invocar este refrán, Sancho les dice que más que atender a ese tipo de recomendac­iones que le hacen, es definitiva la ayuda de la voluntad divina; que no hay que confiar demasiado en las propias fuerzas sino esperar más de la inspiració­n y apoyo que de arriba llegan. Tal es el sentido del refrán.

En México este dicho se cita modificado en sus términos y en sentido un tanto diferente al que aquí se explica. Se suele decir entre nosotros: “Al que madruga, Dios lo ayuda”, es decir, que el apoyo divino se condiciona al hecho de madrugar. Equivale en el caso que nos ocupa de Sancho, a que éste sólo será buen gobernador si acepta ejercitars­e en la caza de monte, a la cual terminante­mente manifiesta su desacuerdo.

Entonces, según El Quijote ¿qué ventaja tiene madrugar? Mañana lo veremos.

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