Vanguardia

CADA UNO ES HIJO DE SUS OBRAS

-

El Quijote I, 4

Va don Quijote de regreso a su aldea para concluir su primera salida, cuando alcanza a oír unos gritos que del bosque salían. Se encamina hacia donde le parecía que venían las voces y encontró que un hombre azotaba a un muchacho trabajador suyo, de nombre Andrés, pues por su descuido cada día le faltaba una oveja de las que tenía a su cargo.

Don Quijote ordena que de inmediato suspenda el castigo y desate al criado, ya que le tenía atado a una encina y desnudo de medio cuerpo arriba para mejor azotarlo.

El joven dice a don Quijote que su amo le debe nueve meses de salario, que a razón de siete reales por cada mes suman sesenta y tres reales. El patrón alega que no son tantos “porque se le habían de descontar y recibir en cuenta tres pares de zapatos que le había dado, y un real de dos sangrías que le había hecho estando enfermo”. Don Quijote determina que están bien los sesenta y tres reales, pues “quédense los zapatos y las sangrías por los azotes que sin culpa le habéis dado”.

Don Quijote ordena a Andrés que vaya con el caballero, su patrón, para que le pague lo que le debe.

“—Mire vuestra merced, señor, lo que dice –dijo el muchacho–, que este mi amo no es caballero, ni ha recibido orden de caballería alguna; que es Juan Haldudo el rico, vecino del Quintanar.

—Importa poco eso –respondió don Quijote–; que Haldudos puede haber caballeros; cuanto más que cada uno es hijo de sus obras.

—Así es verdad –dijo Andrés–; pero este mi amo, ¿de qué obras es hijo, pues me niega mi soldada y mi sudor y mi trabajo?”.

Y bien que acertó el muchacho, pues apenas se hubo retirado don Quijote el tal Haldudo volvió a azotarlo hasta que lo dejó por muerto.

Pero tampoco se equivocó don Quijote en cuanto a la verdad del refrán, aunque sí en su apreciació­n sobre Haldudo, toda vez que si ya había visto cuáles eran sus obras, ¿cómo supuso que podía actuar diferente?

Este refrán español, originado en el Siglo 15, en realidad es una versión de la sentencia bíblica “Por sus frutos los conoceréis” (Mt. 7: 16).

El refrán aparece tres veces en El Quijote. Además de la que aquí se cita, en otra ocasión lo dice también don Quijote: “Dulcinea es hija de sus obras” (II, 32) y Sancho Panza en I, 47.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico